ARTE Y VIDEOJUEGOS |
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Sí estabas vivo en 1984, existían dos clases de humanos: los que habían leído Neuromante de William Gibson y los que no (dejaremos aparte a todo aquel colectivo que usaba pañales).
Gibson marcó un punto y aparte en la literatura, en la visión del mundo y de la tecnología que ya no era una maravillosa aliada, mientras casi todo el planeta se las veía muy felices con un futuro donde las máquinas nos iban a arreglar la vida, al final las guerras se limitarían a la lucha contra la droga con modernos policías montados en Ferraris blancos y solo nos tendríamos que preocupar por el tamaño de las hombreras de nuestras chaquetas.
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Valentin Ottone/FLICKR
¿Se acuerdan..?, sobre todo los lectores de mayor edad, cuando nos quedábamos, a veces incluso, saltándonos nuestro turno, fascinados con el amigo o el hermano que se pasaba las pantallas una tras otra, sin morir, haciendo gala de una habilidad sobrenatural, que nos fascinaba, a la vez que destrozaba nuestro orgullo... maldito, como podía esquivar al puñetero francotirador sin apenas vida y llegar hasta el botiquín!!! En mi caso, todo esto tiene un punto de partida, un punto de inflexión que me hizo ver que estaba frente algo nuevo... y especial... La primera noche: Siempre me han gustado los juegos de terror, tanto las aventuras gráficas como los que se acompañan de acción, pasé largas horas con el claustrofóbico y misterioso Darkseed, el cinematográfico y gore Phantasmagoria...y el primer día que vi las 3D del Alone in the Dark, casi me da un infarto (y casi supuso la ruptura con mi novia, en serio..), mover aquellos polígonos del tamaño de un camión por primera vez, en aquellos parajes de película de terror clásica, casi me inducen el coma, pasaba largas horas estrellándome contra muertes inevitables y acertijos absurdos que convertían la experiencia, en poco menos que masoquismo (lo cual preocupaba seriamente a mi novia que me observaba a las 3 de la mañana con cara de "este tío es idiota profundo, cara le dejo, cruz le tiro el ordenador por la ventana..Y luego le dejo"). Así que para, completar los padecimientos de mi amada, me compre una Play Station de segunda mano, y al poco llego a mis manos Resident Evil, la primera reacción fue de fascinación: aquella mansión, unos mercenarios metidos allí dentro, sin tener claro qué demonios ocurría, y unos zombies dispuestos a acabar con ellos, casi me muero !!!, pero al poco tiempo esa sensación increíble se fue transformando en desesperación y al final aburrimiento, al repetir las mismas acciones para al final no llegar a ninguna parte... Y esas malditas cintas de máquina de escribir!!! Para grabar las partidas, ¿a qué maldito psicópata se le ocurrió no dejarme grabar una partida donde me diera la gana?
Fastidia bastante que casi todos los artículos sobre videojuegos sean iguales, que en el fondo la mayoría no contesten a las preguntas que realmente nos interesan en un juego.
Si jugamos a Call of Duty, ¿Porqué un tiro en el hombro duele lo mismo que un tiro en los mismísimos? , o si soy francotirador, cómo es posible que en el Counter Strike puedo vaciar un cargador tras otro de un Barret, sin desmallarme, o bien, soy un francotirador esperando a mi objetivo, tumbado bajo la maleza, y ¿ qué pasa si me pica el culo ? me rasco y la cruceta de mi teleobjetivo ni se inmuta?.
REBELLION
Ahora, en serio, no todos somos amantes de la simulación que nos ofrecen juegos como ARMA, pero, ¿Por qué todo es tan absurdo? Estamos obsesionados con los detalles y no vemos vigas del tamaño de un puente. Vale, lo importante es pasárselo bien, por eso creo que muchos estamos cansaditos de que nos vendan supuestas maravillas que no son más que Transformers 3, (un millón de virguerias técnicas en un relato soporífero), y la tensión que nos ofrecería la lectura de la guía de teléfonos. ¿Es serio vender un juego a 70€, con tan solo dos o tres horas de jugabilidad? A veces solo quiero destripar a unos amigos con la motosierra del Quake III y otras perderme en los infinitos controles del Flight Simulator y tirarme una hora, solo planificando el vuelo. |