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Dramática a la vez que divertida, con momentos conmovedores y un corazón compungido ante injusticias sociales. Green Book, es una película cargada de componentes sociales y culturales.
Dirigida por Peter Farrelly y protagonizada por Viggo Mortensen y Mahershala Ali, está inspirada en la verdadera amistad de Tony “Lip” Vallelonga, un chófer y guardaespaldas italoamericano del Bronx, y Don Shirley, un pianista afroamericano que contrata a Tony para conducir y protegerle durante una gira de conciertos por los estados del sur de Estados Unidos en 1962. Es la historia de un convulso pero introspectivo viaje en una década en la que todavía no se habían proclamado los derechos civiles para los afroamericanos en una América segregada. Don Shirley no era un simple pianista sino un genio subestimado que no podía tocar música clásica sólo por ser negro.
El discurso de Farrelly coincide con el enfoque de la película sobre el racismo en el que logra que ambos actores, socialmente antagónicos, lleguen a comprenderse y estimarse a pesar de las diferencias e ideas preconcebidas que al principio les distancian. En una escena temprana, unos afroamericanos realizan reparaciones en la casa de Tony y su familia. Tony le reprocha a su mujer el hecho de no haber llamado a algún italiano amigo suyo, mientras que su mujer le comentaba lo profesionales que habían sido y que les había proporcionado agua para beber. Mientras tanto Tony, ya en la cocina, tira a la basura los dos vasos que los trabajadores habían utilizado. El director, plasma en la escena una primera aproximación al contexto sociocultural de Tony, su comportamiento no pretende generar rechazo sino visibilizar la transmisión cultural, lo que él está acostumbrado a ser. Tony, así como muchos inmigrantes, también es objeto de discriminación ejercida por los grupos más favorecidos de la sociedad hacia las minorías raciales y culturales. La carente sensibilización de los grupos más vulnerables reproduce la discriminación y ésta actúa como método de poder en las interacciones sociales.
Para los estadounidenses de clase media en la década de 1930, la nueva disponibilidad de automóviles seguros y asequibles no era solo una cuestión de conveniencia, significaba nuevas posibilidades de viajar por el país libremente sin depender de nadie más. Eso también fue cierto para los afroamericanos, incluso en un país que estaba legalmente segregado en algunos lugares y funcionalmente segregado prácticamente en todos los demás. Sin embargo, mientras que los viajeros blancos podían moverse con relativa libertad deteniéndose en restaurantes, bares, establecimientos de entretenimiento y lugares de alojamiento como quisieran, los viajes por carretera eran más difíciles para los afroamericanos, ya que alojarse en el hotel incorrecto o tratar de comer en el establecimiento equivocado podría acarrear graves consecuencias.
El Libro Verde del Motorista Negro (The Negro Motorist Green Book) conocido como The Green Book, no fue la única guía de viajes dirigida a los conductores negros en Estados Unidos, pero sí la más popular. Fue creada por Victor Hugo Green, un cartero afroamericano que vivía en Harlem y trabajaba en la cercana Hackensack, Nueva Jersey. Green trabajó en el proyecto durante tres décadas (1936 a 1966) con una periodicidad de publicación anual excepto durante la Segunda Guerra Mundial y finalizó su edición poco después de que la Ley de Derechos Civiles fuera aprobada. The Green Book ha sido el esfuerzo de Green para sacar lo mejor de una injusta situación y poder ofrecer algún tipo de libertad a una amplia franja de la población estadounidense que era considerada inferior a la gente blanca, no digna de ser tratada como iguales. En Estados Unidos, hace poco más de medio siglo, en algunos lugares era legal ser expulsado de la carretera por ser negro o ser rechazado y excluidos tácitamente con un letrero de “No se permiten negros” en el vestíbulo de un hotel o cualquier otro establecimiento. The Green Book se convirtió rápidamente en el documento más importante para los viajeros negros en Estados Unidos, detallando los lugares donde podían comer, beber y pasar la noche sin ser acosados y sin temor a que les ocurriera algo peor. Ofrecía opciones incluso en las ciudades más pequeñas al estilo Airbnb, ciudades en las que debido a su escasa densidad de población carecía de hoteles destinados a la comunidad negra y en las que los propios afroamericanos alquilaban una habitación a los viajeros negros que buscaban un lugar donde pasar la noche. De hecho, esta opción era especialmente importante en los pueblos de la puesta del sol, aquellos con leyes diseñadas para expulsar a la comunidad negra de la ciudad y que les prohibían estar en la carretera durante la noche; una condición representada en uno de los viajes de la película y a los que se enfrentan ambos protagonistas desde diferentes perspectivas. En algunos casos, la acogida de clientes negros por parte de empresas de propiedad blanca fue una declaración de principios de oposición a la segregación, mientras que en otros fue simplemente un reconocimiento pragmático de los beneficios que se obtendrían de la creciente movilidad y riqueza de los afroamericanos.
Green Book describe una variedad de formas en las que se manifestaron las actitudes racistas dominantes en la vida estadounidense a principios y mediados del siglo XX, desde comentarios sarcásticos y epítetos raciales hasta una abierta hostilidad. Si bien la película deja entrever el uso de la guía como indispensable en los estados del sur bajo las leyes Jim Crow, la segregación no sólo se fomentaba, sino que se aplicaba legalmente, los viajeros afroamericanos experimentaron situaciones de diferente naturaleza en lugares donde la segregación era legal y donde no lo era así como la variabilidad de condiciones en los estados del norte. Aunque la guía es un claro recurso cinematográfico presente, Ferrelly no utiliza esta guía como leitmotiv, sino que recurre a los protagonistas para ayudarnos a comprender la dureza de la vida del afroamericano de la época y acercarnos a los protagonistas, ambos con sus propios conflictos sociales y dramas internos, a veces expuestos directamente y otras insinuados. El desarrollo de los personajes es formidable gracias en gran parte a las actuaciones de Ali y Mortensen. La película ilustra un Don Shirley altivo, intelectual, hermético y distante en un inicio, pero a medida que avanzan los acontecimientos y el desarrollo del personaje progresa, vemos a un ser incomprendido, carente de redes sociales, necesitado e inseguro. Don Shirley nos muestra la otra cara de ser negro y homosexual en un mundo dominado por blancos y homófobos. Durante diferentes escenas que transcurren a lo largo de la película, Don Shirley se distancia de la cultura negra intentando ser aceptado en una sociedad intelectual que ama la música predominantemente blanca que no entiende el verdadero sentir de la música clásica, pues sólo se congregan para alardear de ello en el estatus social elevado al cual pertenecen. Además, Don Shirley se muestra reacio al hablar de amor porque su interior lucha constantemente contra el sufrimiento que para él supone ser homosexual y no poder expresarlo libremente. El director, retrata de manera sublime el estigma de ser negro y homosexual, independientemente de la época en la que nos hallemos, y el sentimiento de soledad y aislamiento al no sentirse socialmente aceptado en la comunidad negra ni en la comunidad blanca. La primera se aleja del estereotipo de negro, Don Shirley es un hombre educado, intelectual, observador y con un lenguaje formal, de hecho, la propia comunidad le rechaza porque no comparten los mismos símbolos culturales. En cuanto a la segunda, si bien Don Shirley intenta adaptar su comportamiento para ser aceptado a través de su maestría con el piano jamás podrá lograrlo en una multitud blanca que le aclama cuando toca complejas partituras, pero le humilla cuando deja el escenario por ser negro. La debilitada identidad cultural de Don Shirley genera una constante frustración por intentar encajar en una sociedad que le empuja a ser superficialmente quien no es y un sentimiento de no pertinencia. Su sonrisa tensa y dolorida al final de cada actuación le delata. Mortensen hace crecer al personaje a un ritmo progresivo facilitado por el viaje y la experiencia compartida. Tony se presenta como un hombre rudo, analfabeto, trabajador y un poco granuja que a medida que descubre los diferentes entornos del sur del país comienza a emprender un viaje interior propio, el de comprender a superar las barreras sociales predefinidas que separan al hombre blanco del negro y apreciar las que les unen.
Sin duda, la película alcanza su mejor momento cuando Tony y Don Shirley descubren los límites de estas barreras y aprenden a desafiar el statu quo definido por los blancos. Green Book es una película que transita una temática repleta de dolor e injusticias hacia la comunidad afroamericana y visibiliza los conflictos sociales y estructurales que todavía siguen existiendo en la sociedad.
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