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Häxan (1922) - La Brujería a través de los tiempos, mecanismos de la represión 95 años después8/4/2018 En el año 1922 el cineasta pionero danés Benjamin Christensen rodó el primer documental que trataba de manera seria y rigurosa el tema de la brujería, utilizando un completo despliegue de técnicas y un ejemplo soberbio de la puesta en escena que se considera a día de hoy, no solo uno de los referentes apreciados por los surrealistas y expresionistas alemanes, sino el primer antecedente directo de las películas modernas de posesión diabólica y las actuales técnicas de los documentales con inclusión de recreaciones dramáticas, aunque todo ello no deja de ser anecdótico frente al principal interés que encierra esta cinta pasado un siglo: la descripción de los mecanismos represivos bajo la excusa del miedo a lo desconocido y la ignorancia. La cinta ante todo es un análisis del miedo a lo que todavía no comprendemos a lo largo de la historia, su apogeo en la Edad Media, así como la brutalidad y la sinrazón con que se combatía aquello que no se entendía. El director nos traslada con elegancia al presente de su época, el año 1922, para hacernos ver que todas las barbaridades y atropellos cometidos por la Inquisición, las supersticiones causadas por la ignorancia o el desconocimiento no eran algo tan remoto y lejano como pudiese pensarse, sino que se repetía a lo largo de la historia hasta nuestros días. El autor nos relata en el film: “La creencia de la gente era tan fuerte que la presencia del diablo se convirtió en algo real”. Nos hace ver como siempre hay un mal absoluto al que se achacan todas las desgracias y que sirve como justificación perfecta para las mayores atrocidades, injusticias y justificar la propia existencia de los mecanismos de represión. Hoy en día, llámese a ese mal: brujería, judaísmo, comunismo, islamismo, cristianismo, feminismo, terrorismo o el nombre que más nos convenga, la lista es interminable, pero lo cierto es que ese miedo abstracto no deja de ser una creación artificial del poder que a fuerza de ser presentado como el mayor enemigo de nuestra sociedad, acaba por convertirse en una realidad que sirve como válvula de escape expiatoria de los verdaderos problemas e injusticias y que justifica las peores monstruosidades: la Inquisición, los campos de exterminio, las guerras, leyes injustas o cualquier otro abuso que podamos imaginar, todo ello con el aplauso y apoyo entusiasta de una gran mayoría de la población que terminará creyendo todas las mentiras y apoyándolas… Hasta que un día esos mismos individuos se vean denunciados por brujería o descubran que tienen sangre de la religión equivocada o se les aplique alguna ley antiterrorista porque son una amenaza particular para alguien… entonces ya es demasiado tarde para parar lo que han contribuido a crear. Puede resultar pretencioso afirmar esto de un documental rodado hace la friolera de 95 años (o falso documental, pues según algunos expertos podría rivalizar por ser el primer “mondo” de la historia) pero si dejamos a un lado las lecturas superficiales que normalmente encontraremos en Internet copiadas unas de otras y la natural aprensión de muchos críticos a la cinta por su contenido religioso, violento o lascivo ya que sorprende la libertad con la que se muestran diversos contenidos sexuales o marcadamente escatológicos, que pocos años después con total seguridad habrían sido censurados por cualquier industria cinematográfica, sobre todo por la gran maquinaria estadounidense donde una cinta como esta hubiera sido impensable. Pero lo cierto es que si indagamos encontraremos una profunda reflexión atemporal sobre la represión, en concreto hacía las mujeres y las “voces contrarias”. El Hermano Perdido de Expresionismo Alemán Mucho antes de que los canales temáticos sobre historia pusieran de moda las mencionadas recreaciones como recurso sistemático para rodar documentales de discutible rigor y calidad de manera industrial y en cadena, Christensen sentó ya en 1922 las bases de este género con un incalificable documental de imparable fuerza exploradora que aúna prácticamente todas las técnicas de rodaje conocidas en la época, incluyendo una cuidadísima puesta en escena de elaborada iluminación y fotografía o los efectos especiales con técnicas fotográficas de todo tipo, maquillaje, maquetas, stop-motion o “romper” la cuarta pared. Häxan es una mezcla de ficción y documental de profundo sentido didáctico que guarda profundas similitudes en forma, contenido y mensaje con dos cintas danesas mucho más conocidas, la antecesora: Las páginas del Libro de Satán (1921) de Carl Theodor Dreyer, y dos décadas más tarde, también del mismo cineasta: Días de ira (Dies irae, 1943). Desgraciadamente esta película, pese a las similitudes, fue denostada en su época en gran parte del planeta a causa del contenido y la temática anti religiosa sin ambigüedades ya explicada, así que estuvo perdida hasta los años sesenta en que fue recuperada, estrenándose una nueva versión con narración de William S. Burroughs y banda sonora acorde al nuevo montaje. A comienzos de los años 20, tras el desastre y horror que supuso la Gran Guerra donde había nacido el concepto de “guerra a nivel industrial”, la Revolución Rusa y la ideología comunista amenazando con extenderse a todo el planeta o las exigencias abusivas impuestas a Alemania tras la derrota en el conflicto mundial, había transformado Europa en un caldo de cultivo de toda clase de conflictos sociales y políticos que comenzaron a extenderse y los artistas no tardaron en plasmar esta terrorífica epifanía de muerte y abusos en muchas de sus obras. El cine, sin lugar a dudas, fue uno de los mayores exponentes de aquella premonitoria representación auspiciada por importantes movimientos vanguardistas, entre ellos el denominado Expresionismo Alemán, donde emplearon con inteligencia recursos literarios y artísticos varios para maquillar sus críticas sociopolíticas con figuras demoníacas, monstruos y toda una serie de parábolas y alegorías que les permitiese escapar de los mecanismos de la censura. En aquel momento, con el Expresionismo Alemán nacen algunos de las obras clásicas referentes más importantes de la historia del cine como: El Gabinete del Dr. Caligari (1920) de Robert Wiene , El Golem (1920) de Paul Wegener, Nosferatu (1922) de F. W. Murnau o la icónica distopía que ofrece Metrópolis (1927) de Fritz Lang. Sin embargo, esta película prohibida y muy poco conocida en aquella misma época, tal vez si hubiera nacido en Alemania en vez de en tierras danesas posiblemente hubiese seguido una diferente trayectoria para esta particular obra, extraña e inclasificable para su época a la que su creador y equipo dedicó tres años para poder terminar de filmar, dado el tremendo trabajo documental que implicaba, pues ofrece una vasta información sobre la brujería y los métodos de la Inquisición en la zona de Centroeuropa durante la Edad Media, así como una preocupación por el detalle en la puesta en escena o los elaborados maquillajes y efectos especiales que no tenían nada que envidiar a cualquier película de la época, lo cierto es que se considera a esta co-producción sueco-danesa una de las cintas más caras del cine realizado en aquellas tierras de todos los tiempos, con un coste aproximado de unos dos millones de coronas. Aunque fue estrenada en 1922 con tremendo éxito en Dinamarca y Suecia, desafortunadamente el mensaje no era asumible en otros países europeos o Estados Unidos, donde el film se prohibió por ser tremendamente explícito al tratar, temas tabúes y polémicos como la superstición ligada al catolicismo o el comportamiento de la Santa Inquisición. Visualmente, Häxan es de una auténtica belleza turbadora, con una fotografía espectacular, onírica y terrorífica en la que colabora una escenografía y ambientación en la que se cuida el más mínimo detalle para crear una sensación de realismo y al mismo tiempo de alucinación y pesadilla. A pesar de que no puede ser considerada una película de terror, contiene toda una serie de elementos que la sitúan en los orígenes del género, al que contribuyó en gran medida a dar forma, inspirando a muchos otros cineastas especialmente en su vertiente iconográfica del satanismo, donde los diablos, aquelarres y brujas de Christensen son paradigmáticos. Igualmente podemos destacar una larga serie de escenas memorables dentro del género, como la que recrea un Sabbath en el que todas las brujas besan el trasero del diablo en señal de respeto o las numerosas escenas con oscuras alusiones sexuales o descripciones de interrogatorios y torturas que recorren la película y que han sido mil veces repetidas tanto en el cine como en otros planos artísticos. Resultan especialmente reseñables, los momentos donde “rompe” la cuarta pared, como por ejemplo, para mostrarnos un instrumento de tortura llamado “el retuerce pulgares” el cual aplica a una de sus actrices tras la “insistencia” de esta por probarlo, tras ver la escena el narrador comenta en un guiño directo al espectador: “No revelaré las terribles confesiones que saque por la fuerza a la joven en menos de un minuto” ¿Documental, película de terror o primer “Mondo” de la historia? No vamos a negarlo, para la época, la película incluye, secuencias dramatizadas que llegan a exagerar la temática para volverla por momentos morbosamente satírica y ficticia. La representación gráfica de la tortura, la desnudez y la perversión sexual expuestas en este filme son razones por las que algunos se inclinen a nombrarla como una película de terror con cierta burla descarada a las creencias religiosas frente a quienes la defienden como un buen documental que hace uso de información rigurosa, concisa y verídica. Con el paso de los años han surgido nuevas y a veces excéntricas calificaciones para esta película como el primer falso documental de la historia, probablemente con la intención de despreciarlo. Este subgénero del horror comenzó a gestarse gracias a las películas baratas y sensacionalistas nacidas en Italia que hacían uso de metraje “real” llamados “Mondos” y rodados entre los años 60 y finales de los 80 mostrando información morbosa y violenta a modo de documental como ejecuciones o accidentes hasta exagerarlo y deformar el mensaje. El primer exponente de esta corriente fue “Mondo Cane” (1963) de Gualtiero Jacopetti y Paolo Cavara. quienes gracias a los resultados en taquilla y los bajos costes de producción inspirarán infinidad de películas a seguir con esta morbosa tendencia de dudosa ética con el único fin de obtener beneficios económicos de manera rápida y a toda costa, siendo el principal exponente la famosa película Holocausto Caníbal (1979) de Ruggero Deodato y que actualmente ha derivado en todo un género de pura ficción llamado “found footage”. Aunque podríamos considerarlo siendo rigurosos y honestos poco más que una coincidencia tangencial buscada con calzador y la aplicación de esta etiqueta a la película poco menos que inapropiado. Estamos hablando de una cinta excepcional que posee elementos distinguibles de las vanguardias artísticas de aquel momento, tales como el tratamiento del claroscuro y los enfoques aberrantes de las películas del Expresionismo Alemán o los argumentos, donde los monstruos son claras metáforas de la maldad humana o la manipulación de la misma, esta vez referida hacia los conflictos que derivaron de la superstición y fanatismo de la sociedad, la iglesia o el uso que de ello hizo el poder para su propio beneficio. Malleus Maleficarum Christensen se inspiró y documento para Häxan gracias a uno de los tratados más importante que se haya publicado acerca de la persecución de brujas: El “Malleus Maleficarum” (del latín: Martillo de las Brujas) escrito por el inquisidor Heinrich Kramer y el monje dominico alemán Jakob Sprenger, es un exhaustivo libro sobre el mundo de la brujería y su captura que tras ser publicado en Alemania en 1487 acabó difundiéndose por toda Europa influenciando los juicios contra las brujas en el continente durante los siguientes 200 años. El libro es un perfecto ejemplo de la histeria y la justificación sin sentido de la caza de brujas, que alcanzó su máxima expresión entre mediados del siglo XVI al XVII. Los juristas y autoridades eclesiásticas de la época se remitían constantemente a la autoridad del Malleus Maleficarum como fuente indispensable para el conocimiento y tratamiento de la brujería, de hecho parece ser que los presuntos autores aseguraron en el libro que les habían sido otorgados poderes especiales para procesar brujas en Alemania. 7 capítulos para recorrer el universo del diablo En una escena de la segunda parte el propio director, Benjamin Christensen, interpreta a Satanás tentando a una mujer para salir y aterrorizar a un grupo de monjes Desde un punto de vista narrativo, la película se compone de cuatro partes divididas en 7 capítulos, donde van narrando desde el origen de la historia, la creencia en el demonio, desde la antigua Persia hasta los planteamientos y reflexiones más racionales del presente (año 1922) en el último capítulo. Las primeras imágenes de la película, muestran a través de grabados algunas de sus primeras encarnaciones, donde muestra como la figura del diablo ha servido durante siglos para dar sentido tanto a lo inexplicable como a aquello que no queríamos asumir, reflejando nuestros propios miedos inconscientes. Empleando la representación de Satán como la más común de las cortinas de humo, la tapadera más sencilla y a la vez elaborada para cometer los crímenes más horribles. Con un estilo que resulta cercano al de un ensayo, hablando directamente al espectador mediante los abundantes intertítulos, ubicándonos en el medievo, donde Lucifer es un ser real, poniendo el foco en la brujería como representación del poder infernal en la tierra y la perfecta excusa para imponer el poder. En el segundo acto, Häxan nos muestra la percepción de la brujería durante la Edad Media: Una mujer entra en una miserable y sobrecogedora casa de noche, allí una vieja remueve un caldero humeante. La mujer viene en busca de una poción de amor que desate el deseo de un clérigo orondo que solo tiene ojos para un buen banquete. Tras ofrecer una potente pócima, la mujer se marcha satisfecha, sabedora de tener al religioso es sus manos. Así pues, en la ignorancia medieval, las artes mágicas quedan reflejadas como poco más que el camino para alcanzar todas aquellas fantasías y deseos que la época reprimía. Aunque también se asociaba a todo aquello que no se podía comprender y que la religión había tachado como inaceptable o herejía, incapaz de ofrecer una respuesta. Christensen lo etiqueta como supersticiones y ofrece un ejemplo bastante claro en el siguiente retablo: dos jóvenes médicos son sorprendidos por una mujer en el momento en que van a practicar la autopsia a un cadáver para poder comprender el mecanismo de las enfermedades y poder luchar contra ellas. La mujer al sorprenderlos huye aterrorizada, gritando sobre los actos que van a cometer, pensando que estaba en presencia de dos brujas. Así de sencillo: El avance científico detenido por el temor a ofender a Dios. En resumen, en esta primera parte analiza el fenómeno de la brujería como un acontecimiento histórico en el que “Häxan” adopta una perspectiva “positivista” donde cabe presumir que la creencia en la brujería hunde sus raíces en populares creencias religiosas, míticas e irracionales, necesarias para explicar fenómenos cuando no se disponía de la ciencia moderna: las enfermedades, las desgracias, las malas cosechas, etc. Pero sorprendentemente Christensen no está completamente comprometido con esta perspectiva. No sostiene que una creencia absurda de este tipo es superada por el paulatino desarrollo de la razón y el documental no se relame en esa autosatisfacción de la racionalidad moderna y la ciencia como solución a nuestros problemas sin más. La cinta dedica un largo tramo de su trabajo a mostrarnos el funcionamiento de la Inquisición: En la siguiente narración la mujer de un moribundo acusa a una anciana de ser la causante, brujería de por medio, de la repentina enfermedad de su marido. La anciana es detenida sin más pruebas y sufre terribles torturas a manos de varios hombres por el simple hecho de ser vieja y mujer. Atormentada, al final por la tortura, confiesa con tal de parar el dolor, incriminando a la propia viuda que entrará así en el absurdo mecanismo persecutorio de La Inquisición y sufrirá el mismo destino por atreverse a desafiar la autoridad masculina. Su juventud y belleza en un principio, le granjean la simpatía de un inquisidor novato, pero ni siquiera eso salva a la viuda de ser torturada y ejecutada tras el suplicio en nombre de leyes tan arbitrarias y la crueldad de sus carceleros que no dudan incluso en considerar que el joven monje está siendo hechizado por la joven dama por defenderla u obligarle a confesar, so pena del sacrificio de su propio bebé. Entre las masas ignorantes, dominadas por la superstición, el diferente se volvió peligroso: una mancha en la piel, una cojera, rebeldía de cualquier tipo, un don cualquiera les transformaba en sospechosos y podían provocar una denuncia indemostrable. Sin la necesidad de pruebas reales, la acusación de brujería se convirtió en método para eliminar enemigos personales, personas odiadas o enemigos políticos que pudieran suponer un peligro al poder dominante. En la paranoia general, la persona acusada estaba prácticamente perdida desde ese instante. En la cámara de tormento no había escapatoria: negar la acusación se consideraba siempre mentira en boca del diablo y acarreaba más dolor y confirmación de la acusación, si se sucumbía bajo las tortura y se confesaba, aun en falso, el guion también estaba escrito de antemano. De esta manera, sin necesidad de decirlo claramente, Christensen construye la idea de que religión y superstición se fueron convirtiendo más o menos en lo mismo, si la Santa Inquisición existía para defender a la cristiandad de los subterfugios del maligno, entonces el Diablo existía necesariamente para justificar la propia Inquisición e, incluso, la propia religión y como camino para eliminar a quien se pronunciara en contra de su voluntad, especialmente, la voluntad femenina…. “…es interesante la lectura fílmica que se lleva a cabo en Häxan. Este posicionamiento en los mencionados ritos heréticos tornó a la mujer en un ser maligno cuya naturaleza la hacía más propensa a realizar pactos de carácter diabólico. Este pensamiento, lejos de poseer un carácter espiritual (aunque revestido del mismo), surgió durante el periodo subsiguiente a la catástrofe demográfica producida por la peste negra (entre 1347 y 1352), momento en que el control de la mujer sobre la reproducción suponía una amenaza a la estabilidad social y económica. De este modo “la política sexual de la caza de brujas se puede observar desde la perspectiva de la relación entre la bruja y el Diablo, que constituye una de las novedades introducidas por los juicios de los siglos XVI y XVII. La Gran Caza de Brujas marcó un cambio en la imagen del Diablo comparadas con aquella que podía encontrarse en la vida de santos medievales o en los libros de los magos del Renacimiento.” Valeria Pedrosa Arana. La bruja o la visión dionisíaca femenina en la obra de Lars Von Trier. Nadie es perfecto Esto nos lleva al último punto de la tesis que lanza Benjamin Christensen en su documental: aquello que la Iglesia considera “brujería” es lo que la moderna medicina llamaría hoy (en 1922) “histeria”. Esta tesis desafortunadamente complica la perspectiva del documental, porque el concepto de la histeria, tanto antes como hoy, es en buena medida social, es decir NO EXISTE como tal. Aunque no señala ninguna desgracia en Häxan, alude a la Gran Guerra de principios de siglo cuando justifica los actos de una mujer tildada como “histérica” y muestra en su conducta paralelismos con las víctimas acusadas de brujería por la Inquisición. La cinta muestra pues, no tanto una época histórica ya superada por la ciencia y el conocimiento, sino los malestares todavía latentes de nuestro mundo moderno, recordándonos que todavía padecemos de ese ”mal” de la brujería en forma de histeria. Aquí hay que destacar un particular recurso del documental: las escenificaciones de aquelarres o de procesos inquisitoriales para poder contrastarlas con pacientes modernos de histeria. Las dramatizaciones no son puramente un ejercicio de estilo, sino que se emplea como un recurso didáctico y documental. Así Christensen da por finiquitada la brujería con la llegada de la ciencia moderna y lo que antes se entendía como hechicería solo era, en muchos casos, un desorden mental que no se podía diagnosticar. La citada escena sobre una mujer que no puede controlar sus impulsos cleptómanos y que, sin embargo, recibe un tratamiento comprensivo por parte del dueño de la tienda al que iba a robar, nos habla de la comprensión del ser humano en el nuevo siglo. Pero la escena se torna agridulce al final de la película cuando vemos escenas donde se mezclan las antiguas actividades de brujería solapadas con los modernos lectores de cartas y bolas de cristal o la ciencia soluciona el supuesto problema de la mujer, siendo internada en una moderna institución mental donde es sometida a una ducha templada, donde la racionalidad ha reemplazado a la religión, convirtiendo lo brutal en refinado, pero no en auténtica comprensión del sufrimiento de las mujeres, Christensen apunta: ”Seguimos arrojándolas lejos, tratando de sacarles el demonio del cuerpo a garrotazos. La gran diferencia es que ahora el garrote está recubierto de terciopelo y acompañado por doctas palabras y sonrisas distantes. Por suerte conviene tener en cuenta que tanto la ciencia como la manera en que percibimos la religión han cambiado enormemente. El concepto de histeria femenina ha desaparecido, dando paso a una comprensión más compleja de la mente humana y el mundo actual ofrece cada vez más posibilidades a las mujeres de asumir otros roles más complejos y satisfactorios que los de víctima o bruja, difícil de asumir en 1922 aunque Cristensen en su última escena realiza con certeza una amarga crítica de esta represión que esta siempre latente y dispuesta a alzarse de nuevo entre nuestra moderna ignorancia. Versiones La brujería a través de los tiempos ha sufrido diversos cortes y versiones a lo largo de su historia por las razones que ya hemos explicado, que provocó desde su prohibición directa en Estados Unidos como diversas versiones censuradas en Europa tras el lanzamiento inicial, dos décadas más tarde, curiosamente en 1941, tras la invasión de Dinamarca por parte de Alemania, en abril de 1940, la película fue relanzada en su país. La invasión de Dinamarca se realizó sin apenas resistencia, como recompensa Alemania respetó su autonomía, lo que unido a la visión de los nazis de la religión, las injerencias y reticencias de esta frente a su política, permitió que se relanzara una edición en este país con una introducción más extensa por parte del director y los textos modificados, debido a las constantes alusiones que hay en la cinta de Alemania, entre otras razones, aunque el mensaje contra la ignorancia, la manera con la que podemos ser manipulados mientras aplaudimos el linchamiento del diferente se conservaban en esencia intactos, por lo que resulta realmente sorprendente que pasara la censura germana. Luego llego el vacio, la película quedo perdida y en el olvido, sin ni siquiera ser estudiada en las academias cinematográficas hasta que por fortuna fue redescubierta en el año 1968, estrenándose una versión más corta de 77 minutos, rebautizada con el nombre que actualmente solemos citarla: Witchcraft Through the Ages –La brujería a través de los tiempos-. Esta vez la película contaba con una banda sonora de Jazz vanguardista y ecléctico a cargo de Daniel Humair que incluía para su ejecución grandes músicos como Jean-Luc Ponty en el violín y Daniel Humair en la percusión. Aunque la guinda fue el nuevo narrador, el mismísimo William S. Burroughs escritor y crítico social, una de las principales figuras de la Generación Beat, movimiento de rechazo a los valores estadounidenses clásicos y a favor del uso de drogas o la libertad sexual, era el perfecto maestro de ceremonias, que ofrecía un nuevo texto más dramático y vertiginoso en esta versión recortada. Finalmente tenemos la versión más conocida por parte de The Criterion Collection lanzada en el año 2001. Ésta ofrecía el film completamente restaurado procedente de la versión original en conjunto con la versión acortada con la narración de Burroughs y la nueva banda sonora, además de algunas notas de producción y comentarios extras. Por suerte y de momento la película es fácilmente localizable en Internet, tanto en Archive.org como en YouTube, así que os dejamos el enlace, por si os animáis a dar una ojeada a este mundo de locura e ignorancia (esperemos que nuevas leyes de copyright en un futuro no nos “secuestren” la cinta…) Ficha técnica Título original:
Häxan Año: 1922 Duración: 105 min. País: Dinamarca Dirección: Benjamin Christensen Guion: Benjamin Christensen Música: Launy Grøndahl, Emil Reesen Fotografía: Johan Ankerstjerne (B&W) Reparto: Elisabeth Christensen, Astrid Holm, Karen Winther, Maren Pedersen, Ella La Cour, Emmy Schönfeld, Kate Fabian, Oscar Stribolt, Benjamin Christensen Productora: Coproducción Dinamarca-Suecia; Aljosha Production Company / Svensk Filmindustri Género: Documental. Terror . Brujería. Edad Media Mani G. (ManiPinkless) Temas relacionados: Películas, ManiPinkless Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
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