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Rescatando a Oscar Micheaux y cómo borramos el recuerdo de los luchadores contra el racismo15/9/2018
Within our Gates (1920)
Hoy no solo hablaré sobre Oscar Micheaux y la que se considera la película rodada por un afroamericano más antigua que conservamos, (casualmente rescatada gracias a una copia que apareció en la Filmoteca Española de Madrid en los años noventa, con los intertítulos en español y el título de “La Negra”) sino que también veremos las que se perdieron y la evolución del cine como método de protesta contra las injusticias desde el punto de vista de las reclamaciones de las minorías o como esos relatos pueden quedar desvirtuados o servir a un propósito histórico más allá de su intención inicial.
Verán, si pasean por Hollywood Boulevard, verán una estrella otorgada a este director y escritor tan desconocido por estos lares.
Bueno, no crean que por allí sea más famoso, la propia estrella fue colocada en el año 1987 y si son muy cinéfilos hasta puede que sepan de la existencia de un festival cinematográfico que lleva su nombre, pero por desgracia poco más sepan pese a ser alabado por los historiadores de la cultura afro-americana. - Entonces ¿Cuál es la razón de no conocer a una figura clave de la historia de la cinematografía? Dicen que la mejor manera de predecir el futuro es comprender nuestro pasado y aquí estamos pero que muy de acuerdo, es más, el arte resulta un relato más fiel de la historia que cualquier libro de dicha temática, si sabemos mirar, pero además el siglo XX nos brindó gracias al cine una herramienta excepcionalmente útil para observar la historia reciente desde una perspectiva única en la historia humana.
No negaré que jamás podría haber entendido los anales de la memoria sin el excepcional trabajo de algunos historiadores, pilares fundamentales del registro vital de la esencia humana, pero por alguna razón siempre he podido comprender mejor la aterradora ideología nazi en los documentales de Leni Riefenstahl o presagiar los horrores del estalinismo en una cinta como “El acorazado Potenkin” por mucho que Sergei Eisenstein buscase algo muy diferente.
Within our Gates, traducido como “Dentro de nuestras puertas” o quizás, mejor, “Tras nuestras puertas”, se considera la película más antigua que ha llegado hasta nuestros días, rodada en el año 1915 por un director afroamericano, de color, negro o como quieras decirlo, al fin y al cabo aunque el lenguaje políticamente correcto puede ser una gran arma para luchar contra los prejuicios establecidos en la conciencia colectiva, cada vez lo veo más como una herramienta política para excusar la inacción, pero claro, expresando todo en un lenguaje con el cual parece que lo hacemos todo bien.
Entrada para hombres de color en un cine de Estados Unidos amparándose en las leyes de Jim Crow, otros ejemplos de estas leyes fueron la segregación en las escuelas públicas, transporte público, la segregación de baños y restaurantes, incluso existían fuentes de agua potable para los blancos y para los negros.
Estas leyes, por mucho que cueste imaginar, continuaron hasta bien pasado el ecuador del siglo XX, la segregación escolar apoyada por el Estado fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema en el año 1954, pero la mayoría del resto de las leyes se anularon por la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de derecho de voto de 1965. El origen del término "Leyes de Jim Crow" corresponde al espectáculo musical caricaturesco "Jump Jim Crow" (1832) interpretado por el actor blanco Thomas Dartmouth Rice, pintando su cara de negro, donde se satirizaban las políticas populistas del entonces presidente Andrew Jackson. El éxito del personaje de Rice, "Jim Crow" lo transformó en una expresión peyorativa que significaba afroestadounidense y con el tiempo las leyes de segregación racial comenzaron a ser conocidas como las leyes de Jim Crow. Imagen: Marion Post Wolcott – Librería del Congreso de los Estados Unidos. Verán, la cinta pese al largo tiempo transcurrido resulta un relato descarnado y milimétricamente preciso de la situación racial de los EEUU durante principios del siglo XX a millones de años luz del resto de obras que nos han llegado producidas por el “hombre blanco” o los grandes estudios en aquella época. Solo habría que pensar en D.W. Griffith y la descarada glorificación del Ku Klux Klan que realiza en el “El nacimiento de una nación” (1915) tan solo cinco años antes sin que apenas a nadie se le cayeran los anillos. Por cierto, esta película casualmente si ha llegado a nuestros días sin problemas, en perfecto estado y todos la conocemos perfectamente, digamos que sería otro claro ejemplo de cómo más allá del mero contenido, el continente y su devenir puede llegar a decir mucho más de lo que imaginamos. Continuando con nuestra cinta, el director, Oscar Micheaux, ofrece uno de los primeros y mejores trabajos del género que hoy podríamos considerar de “denuncia”, mostrándonos los años de Jim Crow (un término común para definir la leyes estatales y locales en los Estados Unidos, que propugnaban la segregación racial en todas las instalaciones públicas bajo el lema «separados pero iguales» y que se aplicaban a los afroestadounidenses u otros grupos étnicos), también denunció el renacimiento del Ku Klux Klan en pleno siglo XX y por otro lado el surgir del concepto del “Nuevo Negro” o las grandes migraciones de hombres de color a finales del XIX y principios del XX en busca de un futuro mejor en el norte de Estados Unidos.
El nacimiento de una nación (1915), basada en la anterior obra “The Clansman”, recorre la vida de dos familias amigas que representan el norte y el sur de los Estados Unidos durante la Guerra de Secesión. Se muestra una visión idealizada del origen del Ku Klux Klan, donde representan una visión completamente racista de la reconstrucción del Sur. La cinta es, tanto por su técnica, como por su polémico planteamiento donde se promueve la supremacía de la raza blanca o el supuesto heroísmo de los miembros del Klan, una de las películas más famosas de la época del cine mudo
La enorme popularidad del film provocó una tremenda polémica entre partidarios y detractores, que a su vez contribuyó a incrementar la popularidad de la propia cinta o de la misma Wthin your gates. De hecho, la propia película es citada como una de los elementos que probablemente incitaron al resurgimiento del propio movimiento racista en los años 20. Durante este período grupos de jóvenes blancos amparándose en los mismos argumentos que muestra la cinta atacaron a las comunidades negras por todo el país, llegando a provocar disturbios racistas en Boston, Philadelphia y varias de las grandes ciudades donde la tensión racial era mayor y fue prohibida. Griffith hizo frente a la controversia, argumentando el derecho a la libertad de expresión (incluso editó un panfleto al respecto) y reforzó sus argumentos con la producción de su siguiente película: Intolerancia (Intolerance, 1916) donde realiza un alegato en contra de la persecución ideológica que golpea duramente incluso el fanatismo y la obcecación. Claro está, tanto esta obra, como otras películas de temática similar fueron producidas fuera de la incipiente industria de Hollywood, que por supuesto, centrada en el beneficio económico y consciente de los problemas que le podría generar en la mayoría de la población blanca tratar los temas raciales desde un prisma de igualdad, no quería saber nada de estos proyectos en aquellos primeros años. Within our Gates no fue la única ni mucho menos, se realizaron diversas cintas, directamente con el objetivo de alcanzar una audiencia de color, presentando principalmente actores negros y su problemática social, transformándose con el tiempo en referencias destacadas a través de las cuales las representaciones de afroamericanos en la cultura fue puesta de relieve. Qué es y qué no, cine racial Llegados a este punto quisiera realizar un pequeño inciso: estas películas pese a su público objetivo, poco o nada tienen que ver en ningún caso con el término “Blaxploitation”, un movimiento cinematográfico con intereses prácticamente comerciales que tuvo lugar en los Estados Unidos principalmente durante la década de 1970, también con la comunidad afroamericana como protagonista principal, pero que consistió más en el desarrollo estético de cierta subcultura de la moda o la música de conocidos artistas de la época. Para empeorar las cosas el “Blaxplotation” bebía de las características generales de varios subgéneros exploitation, como el "Sexploitation" o el "Shock exploitation” por lo que con honrosas excepciones sus títulos son perfectamente descartables hoy en día con la excepción de sus bandas sonoras, en algunos casos soberbias piezas de funk. De hecho, el término también identifica el género musical que constituían las bandas sonoras de dichas películas, buenos ejemplos serían las célebres: Shaft (1971) compuesta por Isaac Hayes, Superfly (1972) de Curtis Mayfield o Black Caesar (1973) por James Brown.
La actriz Pam Grier, (Pamela Suzette Grier – n. 1949), aunque inició su andadura con un pequeño papel en Beyond the Valley of the Dolls (1970), dirigida por Russ Meyer, gracias al éxito cosechado continuaría su andadura hasta terminar siendo la musa absoluta del blaxpoitation. Años después fue rescatada por Quentin Tarantino (reconocido amante del género) para ser la protagonista de la célebre Jackie Brown donde rinde homenaje al género.
El origen del Blaxplotation es el resultado del crecimiento progresivo tanto del público como de los artistas negros en los Estados Unidos desde la década de los años cincuenta, en aquella época las películas rodadas por hombres de color estaban relegadas a espacios limitados conocidos como Race Movies. A partir de la citada década, en paralelo con la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos o el aumento del poder adquisitivo de los afroamericanos, la industria cinematográfica comienza a incluir algunos actores negros con papeles de relevancia y alejados de los clichés clásicos dentro de sus filmes. Uno de los ejemplos más célebres de esta primera época de asimilación sería el actor de origen bahameño Sidney Poitier (1927), donde ofrecería en algunas de sus cintas grandes interpretaciones en las que se pondría de relieve sin ambigüedades los problemas raciales de Estados Unidos como En el calor de la noche (1967) o Adivina quién viene a cenar esta noche (1967) A partir de los movimientos sociales de los afroamericanos en la década de 1960, como el Black Power o los Black Panthers se va forjando una sub cultura propia que se convertiría en gran medida inspiradora del blaxploitation. Algunos intelectuales de color en aquella época criticaron abierta y duramente los métodos y discursos violentos de estos grupos, ironizando sobre ellos, crítica que paradójicamente también es visible en las cintas de blaxploitation de manera que por primera vez la propia cultura afroamericana reflexionaba sobre sí misma. Desde ese punto de vista, el carácter documental de estas obras resulta muy interesante. Podemos considerar que el pistoletazo de salida se produce en 1970 cuando se adapta la novela ”Cottom Comes” de Chester Himes por parte de Ossie Davis. Una obra que lógicamente se ambienta en el Harlem de la época, acompañada de una gran banda sonora de funk-soul. Tan solo año después el éxito de Las noches rojas de Harlem (Gordon Parks, 1971) confirma el éxito del subgénero, marcando las directrices del género en torno al cine negro, comportamientos violentos, falta de respeto a la ley y todos los tópicos estéticos del género, como el pelo a lo afro por doquier, pantalones acampanados y toda la colorida estética de la moda de los setenta. The Starr / TIFF Mismo comportamiento frente a humanos y celuloide Por su puesto, aquellas obras tuvieron el destino y tratamiento que muchas veces recibieron las minorías, siendo pues un buen ejemplo de la mentalidad de una época, sin necesidad de visionarlas, la propia manera con la que fueron tratadas nos da una idea clara del comportamiento de la sociedad dominante y su falta de respeto hacia ellos. Si nos centramos en la trama de Within Our Gates, esta gira alrededor de una maestra de escuela a principios de siglo llamada Sylvia Landry, que preocupada por el futuro de sus alumnos viaja hacia el norte de Estados Unidos para buscar fondos con los cuales sustentar una escuela rural en el sur profundo, donde los niños negros más pobres sufren las consecuencias de la desigualdad y siglos de esclavitud. Durante la cinta se enamorará de un médico afroamericano profundamente preocupado por las cuestiones sociales. Durante su relación se nos revelará el pasado de su familia, donde sabremos de algunas de las vergüenzas que cubren el pasado de los Estados Unidos como los linchamientos de sus padres o la historia detrás de su propia ascendencia. A lo largo de esta trama en la película podremos ver todo tipo de actitudes raciales contemporáneas, incluso desde la actitud del propio negro que colabora y acepta esta situación al que no le importa traicionar a los suyos para ganarse el agradecimiento de los blancos, al negro ilustrado urbanita. En el otro lado veremos toda clase de auténticos racistas o individuos que se dejan llevar por el comportamiento social dominante pero no es un retrato estereotipado y también encontraremos incluso algunos personajes con principios más moderados o nobles.
Una de las escenas más duras Within our Gates. Es cierto que la cinta no sobresale por su nivel interpretativo, puesta en escena o fotografía, Micheaux estaba muy limitado con el presupuesto , ni siquiera repetía las tomas en muchas ocasiones, ya que autofinanciaba sus películas y debía gestionar al máximo los recursos, lo que le llevó incluso a tener que pedir prestado el vestuario.
Lo mismo ocurre habitualmente con muchos de sus actores, procedentes del campo amateur, aún así, la película resulta impactante en las escenas más dramáticas como en las que se muestra un linchamiento de los negros o la citada escena, donde un blanco intenta violar a una mujer negra. Dicha escena fue rodada directamente como una respuesta a la película de Griffith donde se acusaba sin tapujos a los hombres negros de representar un peligro para las mujeres blancas, invirtiendo la realidad histórica, donde la representación de Micheaux había sido sin duda la más habitual en el mundo real y además con una abismal diferencia, siendo esto un dato histórico irrefutable. La película tiene una compleja trama, aún más para la época y el propio cine mudo, donde el simplismo narrativo era en muchos casos la tónica común y sin embargo la cinta de Micheaux ofrece un retrato profundo, claro pero doloroso de la ideología basada en la supremacía blanca, donde se destaca como el racismo es alimentado por la ignorancia y obstaculiza la unidad nacional, algo que más o menos no se resolvió hasta bien entrados los años 60 con la lucha por los derechos civiles y que todavía hoy en día desgarra el país en muchas zonas, alimentado por diversos intereses y que por desgracia crece de nuevo poco a poco. Hacía tan solo cinco años Griffith en El nacimiento de una Nación, plantea que la revelación de las verdadera naturaleza de los negros a la sociedad estadounidense (por su puesto negativa y cruel) restablecería la unidad racial y la fraternidad entre los blancos del norte y del sur descompuesta tras la Guerra de Secesión, Micheaux contesta que “si los blancos del norte pudieran ver a través de la niebla del fanatismo del sur blanco, reconocerían que los negros son ciudadanos dignos tanto de derechos como de respeto”. El director aboga por la igualdad de su raza a través de la dignidad y los valores de la solidaridad y el respeto que profesan al igual que cualquier ser humano sin distinción y que únicamente son los prejuicios racistas que alcanzan la sociedad actual y la impregnan, quienes dificultan la convivencia. Indica claramente a estos prejuicios procedentes de la era esclavista sureña, donde actúan como justificación para sus innumerables abusos contra los hombres de color, impidiendo a la totalidad de la sociedad blanca estadounidense ver con racionalidad y respeto al conjunto de su población. Un director negro en un mundo blanco Oscar Micheaux sabía perfectamente de lo que hablaba, nacido en 1884, en Ohio, quinto hijo de trece, Micheaux de origen esclavo, trabajó en su niñez y juventud como limpiabotas, portero en el ferrocarril y peón en una granja de Dakota del Sur antes de iniciarse en el séptimo arte, era una vida dura y sin demasiado futuro.
El director, productor y escritor Oscar Devereaux Micheaux (1884 - 1951). Shorock
Ante tal perspectiva en el año 1904 cogió sus escasos ahorros y se marchó a Dakota del Sur, allí hizo ya historia siendo el único negro que compró unas tierras que habían sido parte de la Reserva India Rosebud y que nadie quería a muy bajo precio en una subasta al remate En los siguientes nueve años se dedicó a los negocios y mejorar su formación, por un lado, con su buen criterio empresarial expandió sus terrenos mientras escribía una novela semi-autobiográfica: "The Conquest: The Story of a Negro Pioneer" editada en el año 1913. Pero una cosa era escribir un libro y otra venderlo siendo de color en aquellos primeros años del siglo XX, sin el apoyo de ninguna editorial dispuesta a comprometerse con la promoción de un relato donde ya hacía gala del orgullo por su raza, Micheaux estaba contra las cuerdas. Así que si la montaña no iba a Mahoma, Mahoma iría a la montaña, metió sus libros en una maleta y se fue casa por casa vendiendo su novela a los granjeros de Dakota del Sur. Hubo fortuna con su decidida acción y con el paso del tiempo la novela se popularizó, así que decidió continuar escribiendo con The Homesteader (1917). Una vez más, sus nuevas y refrescantes palabras para aquella población oprimida obtuvieron popularidad esperada entre el público negro. La fama de sus textos llegó hasta una joven productora de cine Lincoln Film Corporation, en Nebraska, con quienes compartían un interés común y le ofrecieron comprarle los derechos para llevarla al cine. Micheaux en un principio era desconfiado, a pesar de que la productora Lincoln Film se considera hoy en día la primera productora de cine de y para afroamericanos, pidió ciertas condiciones muy concretas para adaptar su obra, pero la productora se negó a producir la película según sus condiciones. - Si la primera vez funcionó ¿Por qué no ahora? Micheaux era un tipo muy decidido y resolvió el problema de nuevo cogiendo el toro por los cuernos, formando su propia productora, la Micheaux Book and Film Company. Tomar esta decisión era algo muy serio, el coste de los equipos de cinematografía a principios del siglo XX eran exorbitados para el común de los mortales, igual que los procedimientos de rodaje, pero Micheaux se las ingenió para traer todo el material y personal necesario hasta Winner, Dakota del Sur.
Un soldado vigila una esquina del vecindario de Douglas en Chicago a bayoneta calada junto a cinco policías durante los disturbios raciales que tuvieron lugar del 27 Julio al 3 de agosto de 1919. - Chicago Daily News
El segundo evento que propició el rodaje de Within our Gates es menos conocido que la cinta de Griffith pero probablemente más próximo a las razones de Micheaux. Sucedió en la mañana del 27 de Julio de 1919 en la playa de Chicago. A comienzos del nuevo siglo XX, en lo que se llamó La Gran Migración, Chicago aumentó notablemente su población, en gran parte por hombres de color procedentes del Sur. La nueva población de color tuvo múltiples altercados con la población inmigrante blanca formada principalmente por población procedente de países deprimidos de la Vieja Europa como italianos, irlandeses o polacos. Todos ellos competían por los puestos de trabajo y alojamiento que les permitiera subsistir, muchas veces en condiciones de auténtica miseria y esclavitud. El 27 de Julio, por un descuido Eugene Williams, un bañista negro agarrado a una tabla de madera acabó arrastrado por la corriente a una playa habitualmente visitada por blancos. Al ver la llegada del hombre de color, los bañistas desde la orilla comenzaron a lanzarle piedras, este recibió una pedrada en la cabeza, se soltó de la tabla y falleció ahogado. Pero lo peor estaba por venir, cuando la policía, mayoritariamente de origen irlandés, apareció en la playa, en vez de comenzar las pesquisas para arrestar al causante del asesinato intentó arrestar a otro hombre de color. Aquella actitud racista y tremendamente injusta provocó rápidamente la protestas por parte de los afroamericanos de chicago demasiado acostumbrados ya a esta clase de actitudes lo que hizo estallar la olla a presión que era la ciudad obteniendo una respuesta de extrema violencia por parte de los blancos que incluso realizaron grupos de linchamiento en aquellas fatídicas jornadas. Esta actitud provocó una vertiginosa escalada de la violencia que termino en auténtica batalla campal por toda la ciudad que ocasionó al cabo de 4 días la llegada de la Guardia Nacional para frenar la situación. Murieron 38 personas, 23 afroamericanos y 15 blancos, unas 600 resultaron heridas y alrededor de 1000 quedaron sin hogar como consecuencia de la destrucción de sus hogares a lo que habría de sumarse innumerables escenas de vandalismo, robos y pillaje aprovechando el escenario de violencia.
Imagen tomada durante los disturbios de Chicago de 1919, donde se puede ver a un hombre de color apedreado hasta la muerte por un grupo de blancos. New York Public library - Schomburg Center for Research in Black Culture
De igual manera que la película de Griffith, la cinta de Micheaux levantó similar polémica durante su época y muchas escenas fueron censuradas en varias ciudades para evitar disturbios raciales, como por ejemplo el intento de violación de una mujer negra por un hombre blanco. Sin embargo, tan solo 7 meses después de los disturbios de Chicago, el 20 de Febrero de 1920 la película se estrenó sin cortes en la misma ciudad que la inspiró aún con las heridas abiertas, resultando un éxito tremendo. Por suerte aunque despertó una tremenda controversia y sucedieron algunos disturbios, no se repitieron los acontecimientos del anterior verano. Gracias a esta arriesgada apuesta nació, The Homesteader (1918), el primer largometraje de la historia del cine filmado por y para gente de color. Contra todo pronóstico la suerte le volvió a sonreír y en medio de aquel páramo de producciones sinceras enfocadas a su raza, la cinta le procuró unos cinco mil dólares de ganancia, cifra realmente impresionante si tenemos en cuenta lo que supondría al cambio hoy en día. Sin embargo pese al éxito, popularidad y relevancia de la cinta en la historia del cine, no han llegado copias hasta nuestros días, lo cual deja muy claro el interés de los conservadores e historiadores a lo largo de los años por esta cinta esencial en la historia del Séptimo Arte. Muchas veces la ausencia de algo puede casi revelar tanta información (si se me permite símil fotográfico) como su presencia y sin duda este es uno de los mejores ejemplos. Pensemos cuántas veces en la historia la verdad ha sido manipulada con un mecanismo tan sencillo como este. La información en su esencia material es muy frágil y su preservación no deja de ser poco más que otro filtro a la memoria impuesto por quien ostenta el control del poder en un momento dado. Tras este éxito inicial, Micheaux comprendió el poder de este nuevo arte / medio de comunicación, en tan sólo unos meses y con apenas unos cines su película había sido mucho más leída que sus dos obras, alcanzado mucha más popularidad y además el mismo discurso había alcanzado a una importante porción analfabeta de hombres de color, un hecho muy destacable dada la elevada analfabetización de principios del siglo XX en Estados Unidos, lo que significaba que este nuevo medio le permitía poder acceder precisamente a ese segmento de la población más deprimido y necesitado de saber que tenía derecho a la dignidad y libertad arrebata. Ante la evidencia Micheaux se consagró con todas sus energías a proseguir con la realización de películas donde poder denunciar con eficacia las injusticias que también había conocido y concienciar a su raza en favor de la igualdad y la dignidad. Así llegó su segunda película, Within Our Gates (1920), por desgracia la primera que ha llegado hasta nuestros días. La cinta propagó su fama involuntariamente al alentar la discusión a causa de los serios disturbios raciales en 20 estados un año antes. Incluso antes del código Hays, en el momento de su estreno en Chicago, la película ya sufrió la censura por sus escenas donde se mostraban linchamientos y violaciones contra personas de color. Pero el éxito continuó, junto con sus dos siguientes películas, también estrenadas en 1920, Micheaux consiguió recaudar unos 40 mil dólares de la época, una cifra impresionante para una productora de sus dimensiones y limitaciones en la distribución. Alentado por el éxito, durante los siguientes años siguió filmando y produciendo sus propias películas, peleando por distribuirlas a cualquier costa en un mercado reacio a esta temática, por lo que Micheaux, incansable, siguió difundiéndolas incluso puerta por puerta y poco a poco fue creciendo su popularidad. Fue tal la popularidad y la atracción del dinero (no olvidemos la máxima americana respecto a los negocios por encima de todo) llegaron a existir unas 150 empresas interesadas en participar en este cine racial. El fin: Cine sonoro y depresión Con la llegada del sonoro, el poder ya omnipresente y centralizador de Hollywood en toda la industria cinematográfica americana provocó un cambio de dirección en el discurso hacia la imagen paternalista del negro comediante y bufón que se difundió desde el comienzo de este. Y cuando decimos comienzos, directamente ya podemos apuntar al primer film sonoro: El Cantor de Jazz (1927) de Alan Crosland donde el conflicto racial y las contradicciones de la sociedad americana quedan en evidencia.
Portada de “El cantor de Jazz” primera película sonora del año 1927, aunque técnicamente solo parcialmente rodada con sonido y diálogos sincronizados, utilizando el sistema sonoro "Vitaphone" (basado en grabar el sonido sobre un disco de cera).
La cinta viene a cuento de la aparición del blackface, es decir, un intérprete blanco con la cara pintada de negro y los labios pintados en blanco o sin pintar. Hoy en día es la imagen más recordada de esta película, donde un blanco interpretaba música de raíces negras. Durante el siglo XIX y comienzos del XX, existió una clara hipocresía en las actitudes racistas ya que existía un público blanco que disfrutaba del jazz y otros estilos con raíces negras que, sin embargo, no podía soportar la idea de ver a un hombre de color real actuando sobre el escenario, a causa de esta actitud hipócrita comenzaron a surgir cantantes blancos que maquillaban su rostro de negro para interpretar estos estilos de origen negro para un público blanco reacio a asistir actuaciones de hombres de color. Imagen: Wikimedia
Al Jolson y May McAvoy en el cantor de Jazz.. Jolson, era por entonces toda una celebridad en Broadway. George Jessel, estrella principal de la obra original de 1925 en la que se basó el largometraje, no alcanzó un acuerdo económico con la productora Warner cuando adquirió los derechos para llevarla a la pantalla, así que finalmente, fue Jolson quien interpretó al joven judío “Jack Robin” que se pinta el rostro para actuar como un cantante de color. Imagen: Lewis Wayne Gallery
Sin embargo, fue la Gran Depresión quien acabó de un plumazo con prácticamente todas las productoras independientes de cine racial, aún así Micheaux aguanto durante un tiempo el envite, adaptándose al cine sonoro. Tan solo cuatro años después de la llegada del cine sonoro, rodo en este nuevo formato: THE EXILE (1931) una versión de su primera novela (tengamos en cuenta que fue una adaptación compleja y escalonada ya que la adaptación de los locales, estudios y laboratorios no fue de un día para otro, requiriendo de fuertes inversiones). Durante la depresión el realizador continuó rodando, comenzó a emplear otras líneas narrativas a la moda de los tiempos, principalmente el musical y los relatos de “gangsters” tan a la moda de aquellos días. Pero poco a poco la audiencia fue descendiendo, se ha discutido bastante sobre esto, posiblemente la reiteración argumental que el Micheaux hacía continuamente en sus películas o la nueva dirección hacía las películas de evasión impulsadas por las grandes productoras con apabullantes comedías musicales y aventuras de evasión o de cine negro acabaron por decantar a un público necesitado de evadirse de la realidad y reconozcámoslo, un Star System, y una calidad de factura en las producciones de Hollywood con la que la batalla estaba perdida en muchos frentes. Si a esto añadimos el sistema de distribución por el cual las grandes productoras secuestraban la cartelera en muchos cines a través de un sistema de venta por lotes y mecanismos de presión varios, el camino para Micheaux se volvía realmente abrupto. Acabada la década abandonó la producción tras el lanzamiento de The Notorious Elinor Lee (1940) y regresó a su pasión inicial, la literatura, publicando varias novelas: "The Wind from Nowhere" (1941), "The Case of Mrs. Wingate" (1944), "The Story of Dorothy Stanfield" (1946) y "Masquerade, a Historical Novel" (1947). La traición se repite hasta el final Sin embargo, tres años antes de su fallecimiento este creador incansable todavía realizó un hito más en la historia de la cinematografía antes de ser relegado injustamente al olvido durante décadas, en el año 1948 volvió por última vez a las cámaras para autofinanciar una vez más y dirigir The Betrayal (La Traición - 1948) adaptación de su propia novela El viento de ninguna parte (1943).
Una de las pocas imágenes que han sobrevivido de la película The Betrayal (1948) – CC / Astor Pictures / Oscar Micheaux
La película fue la primera cinta orientada a un público de color estrenada en un cine de Broadway en la ciudad de Nueva York, fuera de los habituales circuitos de las Race Movies. Desafortunadamente con sus 183 minutos de duración (la versión original duraba 195 minutos), BETRAYAL fue un fracaso comercial. La película sufrió un triste e injusto camino, acusada de deficiencias técnicas, actorales y de dirección, incluso los propios medios afroamericanos fueron injustamente hostiles. Desalentado, The Betrayal fue la última película dirigida por Micheaux, que falleció tan solo tres años más tarde en 1951 a causa de una dolencia cardíaca. Lo más hiriente de esta historia radica en que hoy en día tampoco se conoce ninguna versión de The Betrayal, considerándose también una película perdida, quedando únicamente algunas imágenes y el guión que se puede encontrar en los Archivos del Estado de Nueva York. La realidad de una época, como ya he dicho muchas veces, a diferencia de sus documentos “oficiales o de investigación”, siempre está presente en sus creaciones artísticas independientemente de lo que inicialmente deseara expresar el autor, la perspectiva del tiempo es la mejor herramienta con que contamos para saber la verdad de un momento dado, luego solo tenemos que comparar esa obra, las condiciones en que fue realizada, el estado con el que ha llegado a nuestros días, el interés con que fue contemplada entonces u ahora, etcétera y más etcétera y sabremos exactamente hacía donde vamos. La tecnología de las redes nos permite acceder a muchísimas obras artísticas que si bien no había restricciones como tales para su acceso en el pasado, en la práctica resultaba casi imposible si no habías nacido con unos recursos económicos enormes, así que a la práctica su existencia para ti era desconocida o de tener conocimiento poder contemplarla poco menos que un sueño. Con mucho esfuerzo y dinero podías poco a poco ir conociéndolas, pero con la explosión digital, todo ese contenido ha quedado a unos milisegundos de ti y a unos precios ridículos y eso, en caso de que te cueste algo, por mucho que siempre existe quien va a intentar no solo poner puertas al campo si no cobrarte entrada. Por desgracia aunque todo está ahí, preferimos ver perritos saltando al ritmo de reggaeton o la última odisea zombi, así que por eso he decidido hablar de uno de esas primeras obras audiovisuales que nos enseñan a ver la historia con otros ojos, escondida entre millones de gigabytes y con la que podremos comprender mejor el racismo y cómo ha evolucionado el conflicto racial hasta hoy en día. Micheaux falleció sin el reconocimiento que merecía y fue olvidado durante décadas, pese a que llegó a producir más de 40 películas, con un mérito increíble, pues todas se realizaron con una gran falta de medios pero con una decidida intención de denunciar las condiciones de desigualdad social y legal de las minorías, ofreciendo algo de luz en los temas que las productoras blancas no trataban. Por suerte poco a poco fue recibiendo el justo lugar que merecía en el Olimpo de los grandes cineastas, aunque realmente… -¿Usted le conocía? Te puede interesar:
Manuel Castelló (Kasmangou)
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1 Comentario
Tito
5/7/2020 07:09:08
Revelador artículo de una historia oculta
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