CINE Y SERIES |
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Ver antes de morir ![]() La predilección en este lugar digital por el cine de ciencia ficción no se puede esconder y que se cumpla medio siglo del estreno de Planet of the Apes (1968), es la excusa perfecta para iniciar el nuevo año con un título que nos define. Es realmente extraño que un clásico de la ficción científica pueda conservar todo su poder intacto después de 50 años y sobre todo si tenemos en cuenta todas las secuelas que le han sucedido. Pocas veces en la historia del cine, una película esconde una crítica y una reflexión como en esta película, a veces difícil de encontrar a simple vista y otras demasiado clara como para aceptarse. Muchos espectadores se sumergían en la emocionante trama de aventuras o los magistrales trabajos de maquillaje, obviando el incómodo mensaje de Franklin J, Schaffner, exactamente igual que hoy en día (solo que además hoy en día el mensaje pretencioso con el que muchas cintas se publicitan y presumen, se limita a una crítica simplista que consuela la conciencia de quien no quiere reconocer que presencia meros espectáculos de efectos especiales sin trascendencia alguna, incluso en el mejor de los casos). El paso del tiempo, el avance de la técnica y las eternas secuelas, nos permiten observar ahora esta magistral cinta con los ojos que solo el tiempo puede dar, bienvenidos pues a una de esas creaciones humanas que no puedes dejar de ver antes de morirte. ![]() 20th Century Fox “La teoría sobre el tiempo viajando casi a la velocidad de la luz, dice que la tierra ha envejecido casi 700 años desde que nos fuimos, mientras que nosotros no, puede que así sea… pero hay una cosa que seguramente sea cierta: los hombres que nos enviaron llevan mucho tiempo muertos. Ustedes que me están escuchando ahora pertenecerán a una generación diferente, espero que una mejor. Abandono el siglo XX sin arrepentimiento de nada, pero hay una cosa más, por si alguien me está escuchando. No se trata de algo científico, es puramente personal. Visto desde aquí fuera todo parece muy distinto, el tiempo cambia, el espacio es… infinito, acaba con el ego de uno, me siento solo, eso es todo, decidme sin embargo: El hombre, esa maravilla del universo, esa gloriosa paradoja que me ha enviado a las estrellas… ¿Hace todavía la guerra a su hermano? ¿Sigue dejando morir de hambre a los hijos de sus vecinos?” Así comienza una de las cintas más transcendentes de la historia del cine de ciencia ficción, con la que el propio género entró en una nueva etapa donde la reflexión, la crítica social y política conseguía fusionarse perfectamente con el espectáculo y el entretenimiento (no olvidemos que estamos hablando del mismo año en el que Stanley Kubrik estrena 2001: Una Odisea del Espacio). 1968 Sin duda fue un año muy especial en muchos sentidos, uno de esos extraños momentos en la historia humana donde parece que se produce una extraña convergencia que lo puede cambiar todo, no solo para la ciencia ficción en la cinematografía, también es el año del Mayo Francés, de la escalada de la guerra del Vietnam o de la oscura Revolución Cultural China. Dentro de este caldo de cultivo rebelde, donde nacen películas como IF.. de Lindsay Anderson o La noche de los muertos vivientes de George A. Romero, El Planeta de los simios es la primera película junto a 2001: Una Odisea del Espacio que eleva el género de la ciencia ficción a la madurez que siempre se le había negado. El éxito de la película fue rotundo, trasladándose a la televisión, al comic y a una saga de películas que todavía 50 años después no ha finalizado, pero toda esta concepción se la debemos a la obsesiva apuesta del productor Arthur P. Jacobs, al actor Charlton Heston, al director Franklin J. Schaffner o al mismo responsable de la Twenty Century Fox, Richard Zanuck, al fantástico protésico y maquillador John Chambers (oscar honorífico de maquillaje) , al guionista y escritor Rod Serling o a su co-guionista Michael Wilson. ![]() El escritor Pierre Boulle (1912 –1994) junto a la portada original de su novela publicada en 1963 cinco años antes de su adaptación cinematográfica. En la obra original su protagonista realmente llega a otro planeta donde los simios dominan a la raza humana, para tras conseguir regresar a la tierra descubrir que aquí nuestra especie, tras varios siglos, también ha sido dominada por los monos. WP/ planchesetpinceaux La película es el resultado de una máquina perfectamente engrasada y empeñada en llevar al cine una historia como jamás se había hecho antes dando la forma, mensaje y estructura que daría lugar a todo el universo simio. Como gran parte de las grandes películas de ciencia ficción está basada en una novela de similar título del autor francés Pierre Boulle, que atrajo poderosamente al propio Zanuck, que consciente de la dificultad del proyecto se las ingenió para enamorar del proyecto a una gran estrella de la época como era Charlton Heston, que comprendió perfectamente el objetivo y las arriesgadas intenciones del productor. Aún con todo, llevar acabo semejante planteamiento, con un mundo repleto de simios con comportamiento y apariencia casi humana, resultaba algo nunca logrado hasta la fecha y podía terminar en un resultado grotesco y ridículo que hacía replantearse el proyecto a los estudios. Así que se decidió antes de poner definitivamente el dinero para una obra tan ambiciosa, realizar una prueba de maquillaje que pudiera convencer a la poderosa maquinaria de los estudios y si salía bien esa prueba se pondrían lo recursos económicos, así que para ello se contrató al maquillador y protésico John Chambers tras indagar entre los mejores profesionales. Además Franklin J. Schaffner no era el primer director de la lista, otros de la categoría de Blake Edwards o Sidney Polack ya habían rechazado embarcarse en este arriesgado proyecto. ![]() archives-of-the-apes El 8 de Marzo 1966 con solo 5000 dólares de presupuesto, Schaffner consciente de la delicada situación y el talón de Aquiles que suponía la caracterización de los personajes, rodó la escena piloto con la asistencia para el maquillaje de Chambers, consciente de que el resultado representaba un todo o nada. La escena estaba ambientada en una excavación arqueológica y contaba con el veterano actor Edward G. Robinson, maquillado como el simio Ministro de Ciencia y Defensor de la Fe doctor Zalus (papel que finalmente interpretaría Maurice Evans, ya que Robinson temeroso de que pasar horas maquillado de semejante guisa en interminables sesiones, amenazara su salud ya achacosa, desitió). El resultado por suerte fue de una verosimilitud que dejó sorprendidos a los ejecutivos de la Fox, que rápidamente extendieron un cheque de 50.000 dólares para que el protésico y maquillador desarrollara los efectos simiescos de la película. John Chambers, no era un maquillador cualquiera, su conocimiento avanzado de la fisionomía facial, el maquillaje más complejo y las avanzadas técnicas protésicas no procedía del mundo del espectáculo, si no del escenario más terrible posible: La guerra. ![]() CBS Television Durante la II Guerra Mundial y tras finalizar, tuvo que enfrentarse como protésico a las terribles heridas y amputaciones que soldados y civiles habían sufrido durante la contienda. El reto era titánico, mucho más importante para él, que lo que podía suponer una película, por lo que desarrolló a lo largo de los años toda una serie de técnicas que intentaban suplir los límites de la cirugía llegando a diseñar un nuevo látex traspirable y dúctil que aplicaría en el film. Este nuevo látex suponía un punto de inflexión muy importante frente a todo lo creado hasta la época ya que permitía a los actores gesticular y hablar, pudiendo transmitir las emociones de una manera sorprendente y sin el menor atisbo de una máscara grotesca que alarmara o defraudara al espectador. El realismo y humanidad en la expresión superaba a años luz todo lo visto hasta el momento. Suspendía completamente la sensación de incredulidad sumergiendo al espectador en esa civilización no humana ante la que nos postrábamos. ![]() archives-of-the-apes Por último hay que mencionar que Chambers no solo recibió un Oscar por este soberbio trabajo, si no que sentó las bases de todo un proceso moderno de maquillaje protésico en el cine que se extiende hasta hoy en día, gracias a innumerables y excelentes trabajos, donde si algo destacaba era su capacidad de fusionar la carne real con la falsa, para desarrollar nuevas y sorprendentes identidades que destacaban por no abandonar su punto de partida con alma (Como ejemplo mencionaré el sutil trabajo de Chambers en el memorable Spook de Star Trek). Desde luego fue un dinero bien gastado en el gran maquillador, los monos que Taylor (Charlton Heston) y sus dos compañeros astronautas encuentran cuando su nave se estrella en un desolado planeta son aterradores, sobre todo cuando Taylor y nosotros mismos, los espectadores, nos damos cuenta de que esas espléndidas criaturas gobiernan el planeta y los humanos son animales mudos en este extraño paisaje. Para alcanzar este universo y hacerlo creíble, el rodaje obligó a fabricar un “angar” de rodaje en las desérticas tierras de Arizona donde un auténtico ejército de 80 maquilladores trabajaba sin cesar para dar vida a aquella población de simios. El reparto juega sus roles perfectamente, Heston corriendo de un lado a otro con poco más que un taparrabos, mostrándose viril y brusco, mientras que Roddy McDowall y Kim Hunter, como los monos “amigos y razonables” consiguen escapar de las garras de su complejo maquillaje para deleitarnos con una interpretación sentida y creíble. ![]() Cindybruchman La cinta se corona en todo momento de memorables escenas, que no nos dan ni un respiro: el primer vislumbre de Taylor en el nuevo planeta, su brutal captura o por supuesto el inolvidable final. “¡Quítame tus hediondas garras de encima, mono asqueroso!” La música no podía quedarse atrás, a petición del propio Schaffner fue encargada a Jerry Goldsmith, con quien trabajó en siete películas. En esta cinta compuso una banda sonora especialmente talentosa a través del uso de disonancias y reverberaciones además de un uso principal de los instrumentos de percusión que daban una sensación de continuo movimiento e inestabilidad. El resultado fue tan sorprendente y tan bueno que tras el rodaje se empleó en representaciones artísticas y teatrales, continuándose la experimentación sobre las bases que el compositor desarrolló, abriendo nuevos caminos en el desarrollo y creación musical. El mismísimo autor del libro no creía que su obra llegara nunca al cine, la consideraba imposible de adaptar (para variar no era la primera vez con Boulle, lo mismo había sucedido ya unos años antes con El puente sobre el rio Kwai [1952] y David Lean). Jacobs compró los derechos del libro por unos 350.000 dólares pero llevarlo a la pantalla sin una adaptación magistral sencillamente era imposible, así que encargó a Rod Serling y a Michael Wilson que transformaran el texto para eludir la densa narrativa de Boulle y agilizarlo (como ya ocurriera con El puente sobre el rio Kwai varios años atrás) dándole un tono dinámico y además como ya hacía para la célebre obra televisiva The twilight zone introduciendo la crítica social, contra el militarismo, el racismo, la presunción de la superioridad del ser humano respecto al resto de los seres vivos ofreciendo a los espectadores toda una serie de herramientas y argumentos que invitaran a la reflexión. ![]() 20th Century Fox Los diálogos en manos de los guionistas resultaron inteligentes, vivos y sobre todo muy irónicos y cínicos, construyendo una estructura argumental ligeramente diferente a la original de la novela, pero con unos diálogos brillantes que sin duda superaban al original, ofreciéndonos agilidad, entretenimiento y reflexión al mismo tiempo, una de las tareas más difíciles de conseguir en el séptimo arte. Yo también busco la verdad, no puedo pensar que en algún lugar del Universo tiene que haber algo mejor que el hombre. ¡Tiene que haberlo! El personaje de la obra, Ulises Mérou se transformó en la cinta en el egocéntrico, machista, hedonista, prepotente y cáustico coronel Taylor, interpretado perfectamente Charlton Heston, reflejando al héroe americano que creyéndose superior no podrá imponerse a la civilización de simios, así que no le quedará más remedio que escapar, para finalmente encontrarse con una verdad desoladora y consecuencia de ese mismo carácter. Para un espectador americano medio de la época, el protagonista Taylor/Heston representaba una copia de sí mismo y lo que era aún peor de parte de la élite americana y su forma de pensar en aquellos momentos de conflicto bélico, así que la desasosegadora reflexión estaba servida en bandeja. La elección de Heston fue de todo menos casual en la mente del productor Arthur P. Jacobs, el actor representaba un icono de la supuesta superioridad del hombre blanco desde El Cid Campeador hasta 55 días en Pekin, Charlton Heston había representado en el zenit de su carrera el supuesto poder aplastante de una civilización, de un imperio sobre las demás, tanto religiosamente, como tecnológicamente o hasta en el plano moral. ![]() Son jueces... pero no quieren ver, ni oír, ni… Ahora se entiende mejor ¿No? 20th Century Fox Lo sorprendente es que en esta película, sigue interpretando el mismo rol, pero su supuesta superioridad de nada le sirve, sencillamente tiene que huir, como una metáfora sobre la finitud de las civilizaciones, condenadas a caer, empeñadas en mirarse el ombligo, sin entender que nada es definitivo, que la destrucción alcanza a todo aquel que la persigue y enarbola para sus fines. En fin, que la película vista 50 años después y los siniestros derroteros que están tomando nuestra civilización, incapaz de reconocer los avisos, es sin duda un buen ejemplo de esa clase de cine que nos enseña y nos muestra el camino a través de la reflexión más sutil, mientras disfrutamos de un espectáculo soberbio. Por último recordar un detalle un poco menos conocido que debería enorgullecernos, tan dados como somos a criticar todo lo patrio. Si bien los creadores se esforzaron sobremanera en procurar que la civilización simiesca fuera completamente diferente a la nuestra, por otro lado intentaron que las referencias al mundo antiguo y medieval quedaran claras (reduciendo el nivel social y tecnológico que se muestra, en contraposición con la obra original de Boulle). Para conseguir ese universo especial, distante y a su vez referenciado en nuestro pasado, recurrieron en materia de decorados a la arquitectura orgánica de Antonio Gaudí, dotando a las construcciones de un aspecto tosco pero característico de la arquitectura del maestro que si observamos con detenimiento a modo de juego, resulta más que sorprendente la similitud de su obra con muchos decorados. En cuestión de vestimenta ocurre algo semejante, al emplear de manera inteligente el vestuario con estilos mayas y una marcada distinción de las castas de simios a través de los diseños a modo de mundo feudal. ![]() Hay finales imposibles de olvidar, pero aquí tenemos además un buen aviso a navegantes. 20th Century Fox Todos los elementos de la película en definitiva fueron creados como una crítica mordaz de la sociedad contemporánea disfrazada de espectacular película de ciencia ficción, como tantas otras veces nos ha regalado el género, criticando la religión, las élites, la concepción de superioridad o la intransigencia de quien ostenta el poder. La diferencia en este caso fue que pese al delicado momento cuando fue rodada, supo transmitirnos su crítica a través de inteligentes metáforas que ayudaban a la reflexión mientras disfrutábamos de una trepidante y entretenida película que hacía volar nuestra imaginación, elevando el género de la ciencia ficción junto a 2001: Una Odisea del Espacio al lugar que merecía, pero a Kubrick mejor lo dejamos ya para otro día, que seguro que no es cuestión de seguir leyendo y será mejor que os pongáis a buscar la película.
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