Opinión NeCLO: Fátima Salazar
Hubo que esperar hasta el año 1975 para que el 8 marzo fuese declarado por la ONU el Día Internacional de la Mujer, pero a todos los miembros no les pareció una buena idea (algo que no ha cambiado mucho con el paso de los años).
Dos años más tarde, no contentos con la relevancia del día decidieron repartirla entre el Día Internacional de la Mujer y la Paz Internacional, quizás porque así la cosa quedaba en un tono más suavizado y menos beligerante, era perfecto asociar la paz y la mujer, de ahí a asociarla con la sumisión y predispuesta a no plantar cara al opresor solo hay un paso.
¿Qué esperaban que pusiera? ¿Qué esto va sobre ruedas? Pues no Para colmo, en Estados Unidos se celebra oficialmente solo desde el año 1994, a pesar de ser aquel país el origen de la conmemoración. No tengo claro si la historia es sobradamente conocida o sobradamente olvidada de tanto repetirla por todas partes como si fuera un simple suceso histórico más para rellenar malos artículos de periódicos y telediarios por estos días: Hablamos del 8 de marzo de 1857, claro está, cuando miles de trabajadoras textiles decidieron salir a las calles de Nueva York protestando por las miserables condiciones laborales, el fin del trabajo infantil o un horario menos agotador bajo la consigna “Pan y rosas”. Quizás todas estas reseñas parecen olvidar el absoluto desprecio que estas mujeres se granjeaban por parte de la sociedad masculina de la época, el injustificable acoso policial o judicial y no digamos ya del estamento religioso. A partir de estas primeras manifestaciones (porque no fue la primera, que quede bien claro) distintos movimientos y movilizaciones, como la huelga de las camiseras de 1909 y los actos organizados por destacadas mujeres socialistas como Corinne Brown y Gertrude Breslau-Hunt. se incrementaron a partir de ese episodio, culminando el 25 de marzo de 1911 con uno de los capítulos más cruento de la lucha por los derechos de la mujer en occidente, cuando se incendió la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York donde fallecieron 23 hombres y 123 mujeres, la mayoría jóvenes de entre 14 y 23 años.
Imagen de los cuerpos de trabajadoras que saltaron de las ventanas para escapar del incendio en Triangle Shirtwaist el 25 de marzo de 1911.
Y subrayo occidente, porque amigos míos, en una gran parte del planeta , sin embargo, la mayoría de las mujeres siguen luchando por salir de la pura esclavitud, tener los mismos derechos que un hombre al menos ante un papel o poder disponer libremente de su cuerpo. El avance de la industrialización y la necesidad de mano de obra barata, las comunicaciones, los libros o los periódicos servían como herramientas que ayudaban a la mujer a tomar conciencia de que podían y debían luchar por no ser meras sirvientas de los hombres, esclavas con privilegios al fin y al cabo. El espíritu renacentista y el avance de la ciencia había dado paso a estados más o menos laicos o constituciones y leyes que estructuraban sociedades más justas en occidente. Ahora con este cóctel bien agitado el hombre lo tenía más difícil para poder convencernos de que éramos seres inferiores y limitados que necesitaban ser tutelados. ¿Realmente estamos avanzando? El citado desastre industrial en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist, el más mortífero que se recuerda en la historia de la ciudad y que supuso la introducción de nuevas normas de seguridad y salud laboral en EEUU, se debió al parecer por una colilla mal apagada tirada en un cubo de retales sin vaciar en dos meses y que originó del incendio. Desgraciadamente las trabajadoras y sus compañeros no pudieron escapar, quedaron confinados en una mortal trampa porque los dueños de la fábrica habían ordenado cerrar todas las puertas de las salidas, una práctica habitual entonces para evitar robos. ¿Saben lo curioso de todo esto? La práctica se sigue realizando en muchos lugares del tercer mundo y muchas aún más vergonzosas, donde mujeres y niños siguen trabajando en condiciones de insalubridad, expuestos a productos tóxicos y en régimen de esclavitud. Consumimos millones de toneladas de ropa barata y otros productos obsolescentes y de mala calidad que tiramos constantemente a la basura fabricados por mujeres de todo el planeta en condiciones miserables. Pero por alguna razón nuestras relaciones diplomáticas con muchos de esos países son excelentes y nadie parece recordarlo cuando entramos a comprar en una de esas tiendas, bien sea de bonitos carteles de neón o un “todo a cien”. Por cierto sigue esperando la equiparación salarial entre hombres y mujeres en mi país siglo y medio después.
Que fácil olvidamos la libertad y derecho al voto
En Europa, en el año 1910 durante la 2ª Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague (Dinamarca) con mujeres al mando como Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo se decidió proclamar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Eso sí, no fijaron una fecha concreta, pero sí el mes: marzo. Tras esta cumbre de Copenhague y con el auge en parte del socialismo y las nuevas ideas progresistas, el mes de marzo del año siguiente se celebró por primera vez el Día de la Mujer en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza donde se organizaron mítines en los que las mujeres reclamaron el derecho a votar, ocupar cargos públicos, educación y no ser discriminadas laboralmente. Poco a poco, con mucho sufrimiento, represión, historias dramáticas de lucha, mujeres encarceladas y hasta asesinadas que han sido casi olvidadas por completo en los libros de historia se fue ampliando progresivamente a más países. Rusia adoptó el Día de la Mujer tras la Revolución Comunista de 1917, luego China por ejemplo en 1922 y nosotros claro, para variar, tuvimos que esperar hasta 1936 pero las alegrías duraron lo justo como ya saben y reivindicar la igualdad por estas tierras era ganas de acabar machacada y en la cárcel durante cuarenta años. No todo fue tan bonito durante el siglo XX Tras la segunda guerra mundial principalmente en Canadá, Estados Unidos y gran parte de Europa principalmente, la mujer fue consiguiendo espacios de igualdad con sangre, sudor y lágrimas. En algunos países de carácter comunista que predicaron la igualdad durante sus revoluciones y no solo con las mujeres, también transexuales, gays, etc… todo pareció olvidarse rápidamente y gobiernos casi exclusivamente masculinos se perpetuaban con las mismas ideas machistas de siempre. Hoy en día, como siempre ha sido, en grandes extensiones del planeta cuestiones de voto e igualdad siguen muy mal para las mujeres pero no parece importarle a casi nadie. ¿Qué voy a decirles? En los últimos años he contemplado con horror como países donde las mujeres son tratadas como meros objetos patrocinaban a los grandes equipos deportivos locales y lucían sus nombres en el pecho, mientras los políticos locales daban la bienvenida con grandes fastos a los petrodólares fueran de donde fueran. Una nueva generación de mujeres está creciendo habiendo olvidado todo el sufrimiento que nos ha permitido llegar hasta aquí y nadie se escandaliza porque sigan ocurriendo millones de mutilaciones genitales femeninas en el mundo, eso no es motivo para una guerra o una invasión. Que más de 120 millones de mujeres en el mundo vivan habiendo sufrido una ablación no es motivo para una crisis diplomática, que en Centro América una niña violada de 12 años muera al dar a luz, por denegársele el derecho al aborto, tampoco y probablemente escribir estas líneas me valga el adjetivo de “feminazi” en mi propio país y una condena de cárcel o muerte en unos cuantos donde tenemos unas excelentes relaciones diplomáticas.
Casi todos se han esforzado en que el feminismo se haya transformado en una palabra que ha perdido su sentido, una vergonzosa arma que vincula la defensa de la libertad y la igualdad a etiquetas políticas que no suscribo.
Soy feminista, no soy socialista, comunista, de podemos o del Atlético de Villabajo, pero estoy segura que enseguida algún orangután se encargará de decirlo. Si voy a la huelga obviamente seré una roja peligrosa, una anti sistema o una depravada para unos y si no voy poco menos que una facha o una maruja descerebrada para otros. Mientras tanto los antiguos defensores de la esclavitud femenina proclaman que hemos alcanzado la igualdad y que empleamos las leyes para maltratar a los oprimidos machos ibéricos. Porque etiquetar es algo maravilloso para todos, un instrumento perfecto para dividir a las mujeres mientras inauditas sentencias como la de “La manada” se suceden y las mujeres asesinadas a manos de sus parejas tiñen de rojo los telediarios entre partido del siglo y concurso para saltar a la fama. Las organizaciones políticas que se supone defienden mi libertad son feudos masculinos en la práctica donde actuamos normalmente de floreros bien colocados justo por debajo de la tarima que adornan perfectamente al “líder supremo”, mientras que al otro lado veo con horror como los machos alfa se suceden. Así que lo siento, no creo que mañana tengamos mucho que celebrar y sí mucho que pelear, pero va a servir de poco mientras nos sigamos insultando unas a otras por si estamos apuntadas o no a tal o cual partido, una u otra creencia y nos veamos más guapas, feas o putas que la amiga. Que salgamos a la calle solo un día al año para que unos cuantos políticos se hagan el retrato publicitario de turno y los monos afeitados me insulten por no querer vivir fregándoles el suelo no va a cambiar nada, si el resto del año no comprendo que cada día estamos perdiendo la lucha y actúo en consecuencia de más bien poco va a servir. Autor: Fátima Salazar C Temas relacionados: Economía Social, Sociedad, Política Y Ciencias Sociales, Fátima Salazar C. Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
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