TECNOLOGÍA Y CIENCIA |
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Desde que el primer ser humano consiguió cambiar un conejo apedreado por un “te prometo que…” han existido millones de ofrecimientos parecidos para hacernos soñar con enriquecernos rápidamente y de una manera segura, pero les diré un secreto: todo es mentira y las criptomonedas no dejan de ser parte de este “teatro” milenario asociado a la naturaleza humana.
Verán, hace ya muchos años cuando era joven y completamente ignorante, decidí estudiar ciencias empresariales en vez de económicas con la ingenua esperanza de conocer mínimamente los resortes del mundo de los negocios frente al enfoque más institucional de los estudios de la otra disciplina.
Tras finalizar mi formación comprendí que tanto una como la otra eran esencialmente lo mismo: nos ofrecían unas herramientas básicas para realizar cálculos y un conocimiento básico del derecho. Poco más. Ser bueno en un negocio o incluso administrar las cuentas de un país poco tiene que ver con las complejas explicaciones que a veces recibíamos en soporíferas clases de derecho administrativo (aunque confieso que disfrutaba con los enrevesados mecanismos de la mente humana para plasmar en leyes las regulaciones destinadas a gestionar y sacarnos nuestros dineros). En esencia aunque la formación técnica suele contar, todo se limita a comprender la mente humana de un colectivo, saber cómo generar o saciar sus necesidades y por supuesto, suerte muchísima suerte, porque en la vida real los factores para conseguir el éxito en un negocio realmente son impredecibles frente a una cambiante realidad donde muy pocos o nadie tienen las claves de lo que realmente va a ocurrir. Si encontramos algo en la mente de alguien por lo que esté dispuesto a pagar, amar u odiar o sabemos meterlo en su mente, la parte esencial del trabajo está terminada. Luego, si no tenemos el dinero para empezar, llega la parte más difícil para el principiante: introducir esa misma idea en el cerebro de quien nos financiará. Como la mayoría de la gente no es lo suficiente tonta como para jugarse el todo por el todo a una sola carta, nos inventamos un truco psicológico maravilloso y que de paso tenía un montón de ventajas legales: las acciones y las participaciones, que nos permitían repartir riesgos y beneficios (o eso les hacemos creer a los inversores).
Viena, Viernes Negro de 1873. ¿Crees que las crisis económicas asociadas a la globalización son algo nuevo? El desarrollo ha impulsado una interrelación de la economía mundial cada vez más estrecha. Ya a mediados del siglo XIX la producción de las grandes potencias industriales llegaba a todo el mundo, gracias a la revolución tecnológica en el transporte. Tanto Europa y Estados Unidos producían y exportaban mano de obra, manufacturas, capitales y servicios como nunca antes.
Aunque las crisis económicas tienen mucha más historia, esta es un buen ejemplo: entre los años 1873 y 1896. En esta época se quebró el monopolio industrial inglés al aparecer a causa de la competencia de otros países industrializados los cuales competían entre sí en el mercado internacional, en esta competencia se saturó el mercado y rápidamente cayeron los precios de los productos industriales, reduciéndose así, los beneficios. Por otro lado, para la financiación de las obras del ferrocarril estadounidense, se había emitido bonos a las grandes empresas extranjeras constructoras, estas a su vez colocaron estos en mercados extranjeros. -¿Nos suena? ¿A que sí? Luego la economía productiva no generó capital suficiente para remunerar tal volumen de bonos y en el año 1893 al quebrar la empresa de ferrocarril "Resadings", la bolsa de Nueva York se hundió, así que luego como una bola de nieve rodando muchos bancos quebraron y la economía de la gran potencia Inglesa ya completamente conectada con las finanzas estadounidenses y con voluminosos prestamos en otros continentes quedo seriamente tocada. Hablamos de hace ya más de cien años. Luego llegaron las hipotecas subprime, los CDOs sintéticos, los SIV o los vehículos estructurados para exprimir al máximo el limón y ya sabemos cómo terminó el asunto. Por supuesto si hemos nacido en un entorno con mucha riqueza las probabilidades de conseguir el éxito en lo que hagamos aumentan por el mero hecho de estar rodeados de un entorno propicio qué favorece la propia supervivencia de los suyos independientemente de la calidad o bondad de sus ideas y demás inventos que acabo de nombrar, pues la historia de los productos financieros que acabo de nombrar son un buen ejemplo de cómo los hijos más ineptos de las clases especialmente opulentas aumentan sus fortunas de la manera más irresponsable posible, en vez de construir… no se, un barco, un avión o la próxima generación de batidoras). Nada de esto se le escapa a nadie y no vengo yo a descubrirles la rueda a estas alturas. La riqueza en esencia se puede alcanzar de tres maneras: Uno: Produciendo algo, bien sea material como una silla, un tomate o inmaterial como un poema o la teoría de la relatividad. Dos: Ofreciendo un servicio, como curar un hueso roto, o vendiendo algo, ya sea material o no: ese poema, silla o tomate. Tres: Especulando y gestionando con el valor de lo que otros hacen, gracias a ese invento llamado dinero se lo pusieron fácil a quienes viven de eso, entre otros, los bancos y las corporaciones financieras que no solo se enriquecen ofreciendo un servicio. (¡Cuidado! La especulación no es intrínsecamente mala, es algo necesario para la formación de precios). En esencia, la suma de lo que nos gusta algo y lo que el mundo de las finanzas decide que le gusta, hace que el valor de esa misma silla, tomate o teoría cuántica valgan más o menos y se ponga así más o menos dinero en su producción o investigación. Supongo que esto es sin más, por muy simplista que sea, la economía de "toda la vida". Por su puesto cada uno de ustedes tendrá una opinión diferente en la clasificación, pero seguro que tras discutir un poco, algo de whisky, cerveza o unos Martinis y tras dilucidar si son más seguidores de nuestro amigo Adam o Karl, llegaremos a un esquema consensuado cuando el nivel etílico sea lo suficientemente elevado y alcancemos la fase del amor fraternal alcohólico. Pero claro, nos estamos olvidando del cuarto punto: Los tulipanes, esencia de la estupidez humana. El deseo de enriquecernos, hacer que el fruto de nuestro trabajo nos dé de comer sin hacer nada y tener una vida mejor gracias a nuestro ingenio ha convivido con la humanidad durante siglos llegando a causar con el paso del tiempo una verdadera aberración en nuestra naturaleza, que ha perdido la perspectiva sobre la verdadera existencia y objeto de la economía y el dinero, que debiera ser facilitar el desarrollo de la sociedad y un método justo del reparto de la riqueza según nuestro esfuerzo, trabajo y méritos o un mecanismo práctico de los estados para poner en práctica la voluntad de justicia y equidad hacia todos sus ciudadanos pagando pensiones, médicos o profesores sin necesidad de recurrir a las gallinas y dos bolsas de patatas como pago. Se me ocurren más razones pero imagino que ya me entienden. En esencia la representación de esta locura en la que hemos transformado la economía no solo está en las cuentas subprime y las eternas crisis económicas que siempre se solventan con alguna guerra, iluminado de turno o bajando el sueldo a los trabajadores y los rescates bancarios.
Por mucho que nos sorprenda siempre es lo mismo y en todas partes, por ejemplo el 14 de septiembre de 2007, el banco Norhern Rock solicitó y recibió ayudas del Banco de Inglaterra, a raíz de sus problemas en los mercados financieros a causa de las hipotecas subprime en los Estados Unidos. Al final el 22 de febrero de 2008, el banco fue nacionalizado ante la incapacidad de responder a sus ahorradores y por el riesgo de quiebra. ¿Imaginan como se contabilizó este rescate? Imagen: Lee Jordan
No nos engañemos, todo eso ha existido siempre ¿Que pensaban ustedes que ocurría en el siglo XIX cuando un empresario tenía que comprar un nuevo telar o había perdido un dineral por arriesgar en unas cortinas absurdas a la moda parisiense? - Acertaron, ¿no era difícil verdad?, antes de suspender sus lujosas vacaciones o reducir gastos dejando de ir al teatro, bajaban el sueldo a los trabajadores o los despedían. La maldad y el egoísmo del homo sapiens siempre han tenido su parcela de representación en la economía, igual que en todas las demás cosas. Y en medio de todo esto, siempre han estado “los tulipanes”, esa promesa de enriquecimiento rápido que casi todos desean. Por supuesto podemos encontrar esa promesa en quiénes fabrican una silla, imprimen un libro, investigan la próxima cura para una enfermedad o nos prometen un nuevo y maravilloso teléfono móvil, pero existe una clara diferencia que voy a intentar explicar de una manera sencilla. ¿Por qué a tanta gente le atrae invertir en esos nuevos tulipanes digitales llamados criptomonedas? ¿Saben en qué se diferencia esta inversión, esta promesa de riqueza rápida y super moderna del resto? Sencillamente no hay nada detrás de las criptomonedas, absolutamente nada, excepto un precipicio seguro al final del recorrido, aunque sencillamente no lo queremos ver pese a que sabemos que está ahí, ya estamos demasiado cansados para pensar y comprender el perjuicio que supone para un mundo donde la riqueza ya no se encuentra en la producción de bienes y servicios que favorezcan el crecimiento y bienestar de una sociedad si no en la especulación por la especulación. Cuando veo a quienes defienden las criptomonedas como un mecanismo de lucha contra el llamado “poder establecido y el control económico” me entra la risa floja. - ¿Realmente saben quien posee la mayor parte de criptomonedas? -¿Les han contado alguna vez en qué país se aloja más del 51% de los pools de minado? - ¿De verdad alguien puede creerse que no es neo liberalismo salvaje y descontrolado? Aunque inicialmente parece ser que se crearon como un mecanismo para evadir los injustos mecanismos de la economía, los desastres inflacionistas y la capacidad de los estados para aprovecharse de nosotros, con el tiempo pocos ejemplos hay en el planeta sobre la nueva dirección de la economía que ese sinsentido de tamaño gigantesco en manos de unos pocos en el que se han transformado las criptomonedas y que desgranaré desde múltiples ángulos si mi idea de analizarlas en profundidad fructifica en los siguientes artículos.
Gráfico donde podemos ver las principales etapas de una Burbuja y que nos permiten comparar el auge de las criptomonedas. Fuente: Dr. Jean-Paul Rodrigue. Dept de Economia y Geografia, Universidad de Hofstra. Traducción: Acacia Inversión
-¡Mucho Ojo!, no estoy diciendo que no invierta en ellas y arriesgue su capital. Siempre defenderé el derecho a que cada uno se enriquezca o se rompa los dientes de la manera legal que le apetezca, me guste o no. Sencillamente es importante que seamos conscientes de lo que significa perder el norte hasta estos niveles de irresponsabilidad. Un pulgón y un virus, el comienzo de todo Al menos cuando en el siglo XVII unos cuantos tipos ávidos de dinero inflaron el precio de los bulbos de los tulipanes y causaron una crisis financiera, no creo que a los aborígenes australianos les afectara más que a un agricultor de la India, es decir: nada, rien, niente, nothing. Supongo que esos bonitos tulipanes, siempre podrían terminar como abono en algún campo o para encender un fuego y cocinar nuestro conejo hábilmente cazado a pedradas o escopetazos. Cuando el periodista escocés Charles Mackay, escribió en 1841 su libro Memorias de extraordinarias ilusiones y de la locura de las multitudes, relatando el boom de los tulipanes, sencillamente estaba publicando un manual de psicología para guiar a los actuales vendedores de humo. Cuando la prosperidad comercial de los Países Bajos, y el gusto refinado por las flores exóticas las transformaron en objeto de ostentación y símbolo de riqueza, propiciaron que se utilizaran como el chivo expiatorio de la especulación que siempre ronda en la cabeza de unos cuantos, como podría ser en tiempos más cercanos un sello, un videojuego o las acciones de un fabricante de teléfonos móviles con marca, simbolito de bellota o manzana dibujada en la carcasa, me es indiferente, elijan ustedes. Volvamos al siglo XVII, durante este período se intentó controlar el proceso por el cual los tulipanes normalmente monocromos adquirían hermosas tonalidades multicolor, hoy en día sabemos con el avance de la ciencia que la causa era externa y por tanto incontrolable para la tecnología de la época, concretamente un pulgón que los infectaba con un virus. Los horticultores a causa de este fantástico misterio biológico no fueron capaces de controlar el proceso de manera que este resultado aleatorio pero bello e inusual fue elevando progresivamente el precio de cada bulbo. Las distintas variedades eran bautizadas en honor de los personajes con más prestigio o bombo de la época, a veces incluso con el objeto de hacerles la pelota y aumentar precisamente ese prestigio. Así que en los años veinte del siglo XVII el precio del tulipán comenzó a dispararse. Un bulbo podía alcanzar el precio del salario de 10 o 15 años de un trabajador bien pagado de la época, incluso se llegó a intercambiar una lujosa mansión a cambio de un solo bulbo con notario de por medio. Supongo que les suena completamente absurdo cuando se lo cuento y casi que les hace reír ¿no? ¿Y si les digo que dentro de 300 años alguien leerá...? Un Bitcoin podía alcanzar el precio del salario de un trabajador bien pagado de la época, por no mencionar 10 o 15 años de salario en muchos lugares del planeta. Aunque al paso que vamos no tengo muy claro que dentro de 300 años quede un solo ser humano en el planeta, al ritmo que acabamos con los recursos, por ejemplo, digamos… gastando Megavatios y más Megavatios en minar esas criptomonedas, es decir acabando con recursos REALES para generar riqueza de la nada, porque en esencia eso es “minar”, sencillamente intentar sacar algo de donde no existe otra cosa, un vacío absoluto al final de un acantilado de deseos. - Así que: ¡sorpresa! eso NO existe.
“Doble retrato de un matrimonio con tulipán, bulbo y semillas (1609)”,Autor: Michiel Janszoon van Mierevelt. El retrato muestra claramente el fenómeno del tulipán como símbolo de prestigio, estatus y elegancia en el siglo XVII ¿Qué podía fallar? WahooArt.com
Podría darles una larga y aburrida exposición de la inseguridad financiera y de las pocas garantías legales que supone para alguien realizar una inversión a largo plazo en criptomonedas y el poco sentido que tiene, pero dado que la actual economía es sencillamente una ruleta rusa donde las decisiones de cualquier irresponsable en la cima depredadora hacen que cualquier inversión sea una auténtica locura sin sentido no intentaré disuadirles. Sería tan hipócrita como convencerles para que inviertan en patatas, a sabiendas que por muy segura que sea la inversión, un psicópata con traje de Armani puede decidir hundir el precio para favorecer el del arroz o realizando una apuesta a la baja y así enriquecerse unos cuantos miles de millones más que ni sus nietos tendrán tiempo para gastar. La gran diferencia con estos modernos tulipanes radica en que detrás no estamos generando ABSOLUTAMENTE NADA, pero le estamos otorgando un valor ofreciendo a cambio dinero, trabajo y objetos reales, cuando existen muchas probabilidades de que todo pueda desmoronarse en cualquier momento, tan solo con la voluntad de unos pocos. El problema más gordo radica en que nuestro planeta es finito en recursos, por tanto los bienes físicos y servicios que podemos tener, como el servicio sanitario o de transportes, una hamburguesa o una casa. Se pueden generar minándolos con miles de Gigavatios dentro de un ordenador o producirlos con unos cuantos millones de cálculos en el centro computacional de una universidad, pero para poseer estas criptomonedas se exige que todo comience con valores reales que luego pasan al mundo virtual, así que volvemos al problema de siempre: inflación y pérdida de valor real. Cuando a un cuadro le otorgamos un valor descomunal y un rico lo compra, sencillamente trasladamos el resultado de la economía real a un objeto que se transforma en un gigantesco billete, pero precioso y bello, eso sí (a veces ni eso). Probablemente a su comprador eso le importe un comino y únicamente adquiera el cuadro para evadir al fisco como un Paul Getty cualquiera. Por suerte, un cuadro, un diamante o un poema original firmado por García Lorca poseen propiedades reales y valiosas para nuestra sociedad y no me refiero a su valoración artística que es tan subjetiva y arbitraria como la belleza de un bulbo de tulipán, por mucho que mi espíritu le otorgue algo más. Me refiero a algo más sencillo y lógico, llamémoslo “pragmático”, en esencia son componentes tangibles del desarrollo humano, incluso cuando hablamos de una canción o un poema son el resultado de un esfuerzo intelectual o físico, son el resultado de investigación, producción o transformación de materias primas alrededor de un resultado final, en torno al cual, giran salarios, hallazgos científicos, avances sociales positivos, personas interactuando y haciendo crecer una sociedad, etc. y podría seguir así durante horas.
Evolución del valor de la criptomoneda Ethereum desde septiembre de 2015 a Junio de 2017. En teoría, ya debería haberse derrumbado pese a seguir una aceleración que supera de lejos el modelo estándar, pero no, ahí sigue, por tanto ¿Son válidos los modelos económicos tradicionales en las criptomonedas? Fuente: Strata Analytics, investing.com
Por supuesto no todo siempre es bueno, acabamos con los recursos, el medioambiente o producimos productos o servicios completamente inútiles, pero en conjunto, todo lo que hacemos o creamos, unido a lo que aprendemos cuando nos equivocamos es todo aquello que hace crecer y progresar a una sociedad. Si las creaciones van en el camino correcto facilitan el bienestar. Independientemente de si el camino es correcto o no, los humanos decidimos poner precio a nuestras creaciones y trabajo y bien es cierto que lo hacemos de una manera absurda en muchos casos, como en el caso de los tulipanes multicolores. Por suerte hasta la llegada de la era digital estábamos limitados por el hecho de que todo constructo que generábamos en esencia, eran promesas basadas en trabajos, servicios, o bienes reales, creaciones necesitadas de un proceso positivo (tanto en una oferta real como en una estafa) en teoría necesario para el ser humano y que por tanto limitaba sus características. Por supuesto que los anteriores mecanismos de inversión también favorecían procesos de inflación o trasvases injustos de capital ajenos a la lógica de lo que realmente vale un bien o servicio, pero con el avance de la informática, el desarrollo de las herramientas que favorecieron la especulación se dispararon, ya que facilitaban poder generar en “segundos” gigantescos “paquetes” de “valores basura” fáciles de endosar y ocultar en una contabilidad digital moderna, diseñada y legislada deliberadamente de manera que sea tan compleja que no signifique absolutamente nada real, hasta que ya es demasiado tarde para evitar el desastre. Verán, todas las crisis financieras y las grandes estafas, normalmente de carácter piramidal, tienen características comunes: Los bancos invierten en activos de alto riesgo por su alta rentabilidad, los estafadores sencillamente se inventan el activo y pagan beneficios durante un tiempo con la llegada de nuevos incautos. Unos y otros saben perfectamente que el sistema funciona muy bien hasta que alguien dice que son tóxicos y pierden su valor y liquidez. Por supuesto quienes los diseñan, normalmente se blindan muy bien contra la previsible debacle, escondiendo a tiempo los beneficios de sus atropellos. Antes o después, el desencadenante llega cuando se sospecha que algo no funciona, entonces las autoridades actúan o la gente pide recuperar el dinero en masa ante la pérdida de confianza y el efecto contagio se acelera. 2007 La última oferta hasta el momento de Tulipanes “físicos” En la crisis de 2007 por ejemplo, sucedió así. Empezó con las hipotecas subprime, se extendió a otros productos y los bancos se quedaron sin capital para absorber las pérdidas. En una economía global, el incendió se extendió por casi todo el planeta como un reguero de pólvora. El primer aviso del fuego lo dio el banco más grande de Europa, el HSBC, casualmente uno de los más agresivos en el mercado inmobiliario de EE.UU. A comienzos de 2007 por febrero, ya avisó que las pérdidas en las carteras de deuda hipotecaria iban a ser mayores de lo pronosticado. Ya no se podía esconder durante mucho tiempo los desmanes de la codicia a la hora de conceder créditos y los desahucios comenzaron a dispararse. Claro está, la entidad no pudo anticipar cuántos propietarios serían incapaces de pagar sus créditos (o al menos eso nos cuentan, porque cuando se concedían los créditos sabían perfectamente los pocos medios futuros que muchas personas tendrían para pagarlos).
En el siguiente gráfico se puede comparar la evolución del valor del Bitcoin con el modelo estándar y de nuevo falla, estamos a finales de 2018 y no parece que exista un colapso inminente. Fuente: Thomson Reuters Datastream
Pero con el dinero caliente, las personas compraban despreocupadas sin que nadie les advirtiera del futuro peligro, ellos no tenían culpa, al fin y al cabo todo el mundo les decía que lo importante para el desarrollo de la sociedad y su bienestar era que consumieran felices y al máximo, cosa que hicieron, los medios de comunicación con que se informaban tan solo les mostraban un horizonte maravilloso basado en trabajar y consumir, ningún programa de televisión, los políticos, las agencias gubernamentales o los diarios les avisaban de los evidentes desmanes que se producían a diario en la banca, resultado: Las compras dispararon el precio de las casas y otros bienes a precios más absurdos que el bulbo de un tulipán, ni más ni menos. Entonces los tipos de interés estaban en el 5,25% y las hipotecas subprime se ofrecieron a clientes que no cumplían los requisitos más estrictos, quienes las vendían cobraban su comisión y les importaba más bien nada las consecuencias. El HSBC sabía que aquello era un montón de basura radioactiva, así que mezcló esa deuda con otra entre los años 2005 y 2006, en pleno auge inmobiliario. Pero es el problema de las cosas radioactivas, si las mezclas con lo que sea no solucionas nada, solo lo contaminas con un veneno silencioso y mortal. Así que un mes después de reconocer la fatal contaminación la firma New Century Financial, especializada en ese mercado, cayó en bancarrota y los barriles de pólvora comenzaron a explotar uno detrás de otro. La historia ya nos la sabemos de memoria: cuando la pólvora enfurecida comenzó a explotar los primeros fondos estructurados con hipotecas subprime reventaron en Bear Stearns cinco meses después. El fuego se propagó rápidamente a las grandes firmas financieras como Merrill Lynch, JPMorgan Chase, Citigroup y Goldman Sachs mientras los abogados de las entidades hacían horas extras para proteger a los máximos responsables y las autoridades financieras de medio planeta metían la cabeza en un agujero como avestruces a sabiendas de quien los había puesto en sus cargos. Poco después el banco francés BNP Paribas anunciaba el cese de las actividades en tres fondos especializados en deuda hipotecaria porque eran insolventes. Alguno de ellos había vendido participaciones en España... boom, boom y más “boom”. El incendio era global en una economía interdependiente y digital. Unas pocas grandes empresas cayeron, unas cuantas medianas y un montón de trabajadores y pequeños negocios sufrieron de verdad las llamas. Surgieron protestas, revueltas, algunos nuevos grupos políticos y nadie fue realmente a la cárcel, solo unos cuantos chivos expiatorios adecuadamente recompensados.
Instalaciones para “minado” de criptomonedas basadas en miles de unidades de proceso interconectadas en gigantescas instalaciones habilitadas con este único propósito. Los orígenes idílicos para transformar la economía han desaparecido, los antiguos mineros (usuarios que inicialmente usaban la potencia de sus computadoras para minar Bitcoins y desarrollar esta tecnología basada en el “Blockchain”) han dado paso a poderosas empresas que acaparan toda la capacidad de minado, transformando las posibilidades de los usuarios en irrelevantes frente a estos “profesionales” cuyo poder para desestabilizar o ejercer un control total sobre el mercado de las criptomonedas ya ha quedado demostrado. marketwtach
Diez años después, el descontrol financiero campa a sus anchas de nuevo, los gobiernos no han endurecido las regulaciones financieras, los nuevos partidos carecen de capacidad, apoyo de suficiente población o voluntad real (según a quien preguntemos, una vez más elijan ustedes, yo en política no me meto) para imponer leyes y regulaciones más estrictas. La sociedad como siempre desconoce el problema en su mayoría y se pelea entre sí con disputas menores, exactamente igual que siempre (Ahora parece ser que hasta el cambio climático es una invención y las vacunas peligrosas - ¿Qué quieren que les cuente?). Pues nada, volvemos a tener unos locos e ignorantes jugando con cerillas junto al almacén de los barriles de pólvora, poniendo de nuevo en peligro toda la economía, solo que ahora tenemos un nuevo barril con una pólvora muy moderna y sofisticada para entretener al personal y hacerle soñar con una justicia económica a través de Internet: las criptomonedas. - No seamos ingenuos, esto lo sabemos todos, el mundo siempre ha funcionado así, no seamos hipócritas casi todo el mundo lo acepta ¿Ve usted alguna Revolución Francesa en la calle? Las cifras dicen que ni está ni se le espera y francamente, cada vez que veo una supuesta revolución por la televisión o acaba en baño de sangre, miseria o más de lo mismo, pero con otra cara. Así que no me pregunten una solución, no la tengo, como cualquier analista de la economía solo sirvo para explicar cosas que ya han pasado y normalmente aún así me equivoco. Pensemos en el problema durante un momento pero desde un punto de vista más sencillo, con dos elementos más cotidianos, fuera de los conceptos abstractos de la economía: un teléfono de alta gama, de esos que se venden en cantidades absurdas, vuelven loca de deseo a la gente y que vienen a valer unos 1000 €. Por otro lado un sencillo torno, una máquina bastante fácil de usar, con la que podemos coger una barra de hierro o madera y darle infinitas formas para construir piezas, su precio aproximado para fabricar piezas de hasta un metro de largo puede oscilar entre esos 1000 y 6000 € según sus características. Por las características de un teléfono de gama alta, quién compra uno de estos aparatos normalmente en tan solo dos años habrá vuelto a realizar una inversión similar, pues la propia naturaleza de la compra significará que si no cambia al nuevo en dos años será infeliz con sus características, rendimiento o el prestigio social que le otorga. En tan solo 10 años habrá comprado unos 5 teléfonos y se habrá gastado en ellos, junto al servicio de telefonía e Internet una cifra no inferior a 6000 €. Sin embargo probablemente el primer teléfono de esa marca que comprara hace 10 años, actualmente no valga nada y cuando digo “nada”, quiero decir absolutamente nada, probablemente ni siquiera funcione dada la imposibilidad de intercambiar las baterías y sus diseños obsolescentes para abaratar costes e incitar al cambio de modelo.
La pretensión de los artículos sobre las criptomonedas que comienzan con esta primera comparación con las burbujas económicas no pretender desalentar o favorecer ningún tipo de modelo económico o criptomoneda, tan solo reflexionar sobre la complejidad tecnológica y económica que representan las criptomonedas o los riesgos que suponen para los no iniciados que ven en ellas un camino sencillo de enriquecimiento. proeconomia
Sin embargo, probablemente dentro de 10 años ese torno, con un uso y mantenimiento responsable, invirtiendo unos cientos de euros, siga funcionando y produciendo piezas , quizás le hayamos ido cambiando piezas y añadido mejoras cómo elementos para la mecanización con asistencia digital para ganar tiempo. No tendrá probablemente una tecnología avanzada con microchips de última generación a no ser que sea un torno CNC, pero cumplirá su función desde el primer momento hasta el presente, tan solo se verá afectado el precio de la pieza por la velocidad con la que la máquina pueda fabricarla y por el coste del operario o su habilidad. Pero si vamos a comprar otro torno “exactamente igual” su valor vendrá a ser el mismo y el nuestro mantendrá un valor alto si lo deseamos revender. Si hemos sido cuidadosos en su mantenimiento y tenemos un mínimo de conocimiento del mercado industrial, no debería resultar difícil encontrar un comprador dispuesto a pagar un precio interesante. Muchos veremos injusto que se valore más el teléfono que el torno pero al fin y al cabo, son elementos tangibles y con una utilidad diferente, cada cual valora aspectos diferentes y la investigación o el marketing implicado en que “deseemos y disfrutemos” ese teléfono tiene un valor y nos lo cobran como quieren, si lo pagamos es que han hecho un buen trabajo. Luego, si los directivos de la empresa no son unos miserables, repartirán parte de las ganancias de la venta con el personal y los accionistas, permitiendo que la vida siga (más o menos) y lo mismo podríamos aplicar a la empresa que fabrica un torno o también a quienes lo compran y luego emplean para crear piezas y vivir de sus productos. Cuando hablamos de criptomonedas sin embargo el esquema natural del desarrollo se rompe en mil pedazos, sencillamente nos referimos a piezas de código con un valor asignado arbitrariamente y que al comprarlas con el fruto de nuestro trabajo o nuestros bienes esperamos multiplicar el beneficio sin hacer absolutamente nada más allá de comprarlos y esperar que suban. Hasta aquí la cosa sería aceptable, si no fuera porque su valor sigue las pautas de cualquier burbuja financiera… y todas acaban explotando. Mientras los fabricantes de tornos, teléfonos móviles, cultivadores de patatas o escritores esperan su inversión, usted si invierte en criptomonedas ha depositado su confianza en algo que no existe y que para nada beneficia al progreso humano, a su conocimiento, al arte o a la prevención de desigualdades, sencillamente está colaborando en el próximo descalabro y cuanto más suba su criptomoneda más le garantizo que se aproximará al próximo precipicio. Este artículo tan solo es el comienzo de explicarles mi visión de las criptomonedas, en especial Bitcoin y Ethereum aunque si les interesa en los siguientes artículos espero analizar estas y otras, junto a la historia en paralelo del dinero y la economía, pues aunque no lo crean después de lo leído, estas son una estupenda crítica y respuesta a los desastres que la avaricia han causado en la economía, aunque corremos el riesgo de que en vez de eso se transformen en otra debacle si no comprendemos perfectamente de qué hablamos y ponemos límites razonables a esa locura digital y peligrosa que han desencadenado partiendo de un planteamiento bondadoso, justo e idealista. Desde aquí podrá acceder a la segunda parte: “Criptomonedas 2da parte: Historia del dinero, historia de la confianza” y ver un recorrido histórico más profundo sobre el vínculo histórico del dinero con el poder a lo largo de la historia y como obligó por ejemplo a desarrollar nuevos “instrumentos de financiación.” Y desde este otro enlace podrá acceder a la tercera parte: “Criptomonedas 3ra parte: Pros y Contras esenciales” donde nos adentramos ya de una manera más específica en conocer los aspectos principales. Te puede interesar:
Autor: Salvador Alonso
Temas relacionados: Economía Social, Internet, Política Y Ciencias Sociales, Sociedad. Tecnología. Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
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