CINE Y SERIES |
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Atención: ver antes de morir Escena de Los ojos sin rostro. Champs-Élysées Productions / Lux Film / Versus Entertainment. “Ojos sin rostro”; instrucciones del productor: “Nada sacrílego, teniendo en cuenta el mercado italiano; nada de desnudos con vistas al mercado español; nada de sangre por el francés y claro, nada de animales maltratados para no perder el mercado británico”, a pesar de todo siete personas se desmayaron en la presentación del Festival de Edimburgo. -¿Qué tiene pues de especial una película para encumbrarse en un género que pareciese tratara de evitar? Tanto en Francia su país de origen como en el resto del planeta, se trata de un film incomprendido durante largo tiempo, para muchos desconocido y alejado de los círculos comerciales, pero que a día de hoy se nos presenta como una obra maestra indiscutible cuya influencia se percibe en películas tan distintas como Pícnic en Hanging Rock (1975), Halloween (1978), o La piel que habito (2011). “Mi cara me asusta, mi máscara mucho más” Si nos fijamos en el argumento de la película este es más bien sencillo, Georjes Franju (1912-1987) nos presenta al doctor Génessier (Pierre Brasseur) un reconocido investigador a la vanguardia en el campo de la cirugía. Él y su hija Christiane (Edith Scob) viven en una bella e inquietante mansión a las afueras de París, Christiane tiene la cara desfigurada debido a un accidente de coche del que Génessier se siente culpable, ella vive su día a día portando una enigmática y desasosegadora máscara blanca de aspecto cerúleo que pretende asemejarse a su anterior rostro antes del desgraciado incidente. El apenado doctor intenta reconstruir el rostro de su hija en una operación de cirugía con un descubrimiento innovador: el heteroinjerto, pero para conseguirlo, junto a su devota ayudante Louise (Alida Valli), tiene que sobrepasar los límites de la ética y su propia humanidad, dañando a incautas víctimas necesarias para acabar con la pesadilla que su apenada y solitaria hija está viviendo, así se enfrentará sin demasiados reparos al dilema de dañar a otros y causar un terrible dolor para poder salvar el rostro de su hija y devolver la felicidad a un ser triste y frágil que deambula casi como un fantasma. Así que el buen doctor secuestra a mujeres desprevenidas sobre las que aplica sus crueles intervenciones quirúrgicas en su siniestra mansión. Escena de Los ojos sin rostro. Champs-Élysées Productions / Lux Film / Versus Entertainment. La película se desarrolla casi enteramente en interiores, en una gran mansión en medio de la naturaleza a las afueras de París y en la tan aséptica como fría sala de cirugía que se esconde cual sala de tortura bajo la misma, todo ello al ritmo casi psicótico de una perfecta banda sonora ejecutada (término ideal en esta ocasión) por Maurice Jarre, donde difícilmente podríamos adivinar sus futuras obras vitales en Lawrence de Arabia o Dr.Zhivago, pero que sin duda ensalzan perfectamente este oscuro poema. -Sin duda un argumento bastante trivial a priori ¿no? “Ahora ya sé por qué los escoceses llevan faldas” Georges Franju Para empezar las críticas de una prensa especializada que denostaba cuasi sistemáticamente el cine de terror no le auguraban nada bueno, prestigiosas revistas la calificaron como “nauseabunda” (Sight and Sound) o “asquerosa” (The Spectator), resulta curioso el caso de otro crítico que después de admitir que le gustó la película, a punto estuvo de ser despedido por contradecir la línea oficial (sí amigos, el tema manoseado de “que el dueño manda” no comenzó antes de ayer). En su estreno en el Edinburgh Film Festival siete espectadores se desmayaron, así que el bretón en un ataque entre idiotez y humanidad dijo sarcásticamente «Ahora entiendo porqué los escoceses llevan faldas». Corría el año 1959, casualmente el mismo del estreno de Psicosis (Alfred Hitchcock), no se podía considerar sin embargo a Georges Franju un cineasta de género, pero a día de hoy sin él y su casi desconocida filmografía no existirían algunas de las películas terroríficas y fantásticas con mayor carga de sugestión y poesía del cine, auténtico referente de la elegancia que acaba destrozando nuestra psique sin que nos demos cuenta, sin agredir a nuestros mecanismos defensivos a tiempo de defendernos, manejando con maestría esos resortes de la mente que todos debemos conocer para no caer en las trampas de la manipulación, y que es la razón principal de traeros a colación esta película más allá de sus valores tradicionalmente aceptados desde que en 1986 su revisión en una retrospectiva sobre el director en la propia Cinémathèque Française le diera el presente reconocimiento artístico del que actualmente goza en círculos especializados, pero que no es ni mucho menos el objeto de este texto, ni la razón por la que debéis ver esta película antes de morir, aunque sin duda serían estos otros méritos ya destacados razón suficiente probablemente para figurar en esta sección. Cartel de Los ojos sin rostro. Champs-Élysées Productions / Lux Film / Versus Entertainment. Metáforas perfectas hiladas de los mecanismos de la justificación humana para generar sufrimiento, desazonadora poesía del terror oculto en un delicado sosiego, la fragilidad, el silencio y la ingenuidad, todo entra en un cóctel de fácil administración del que hoy beben los actuales creadores y comunicadores. Es sobradamente conocida la cita de Pauline Kael, un afamado crítico que la mencionó como “quizás la película de terror más elegante que se haya hecho jamás” y bueno, con permiso de ilustres como Hitchcock, Peter Weir (Pícnic en Hanging Rock, 1975) o Darren Aronofsky (Cisne negro, 2010), quizás tenga razón, de hecho su vida alcanzó una paradójica dosis de injusticia poética que a lo mejor le impidió ver la propia manipulación a la que fue sometido por los servicios secretos de Marruecos y su país al ser inteligentemente engañado para tender una trampa al opositor Mehdi Ben Barka, activista por la independencia y posterior disidente del régimen marroquí, torturado y hecho desaparecer cuando acudía a una entrevista con el director para la realización de un documental, (perfecto guión póstumo a mi entender para una película que reflejara su propia perspectiva vital y que desde luego no hace honor en la desigual cinta de Serge Le Péron, J’ai vu Tuer Ben Barka, 2005 ). Por alguna perversa razón siempre he mezclado ambos hechos, soy incapaz de separar en ellos ciertas similitudes extrañas que navegan por mi mente, provocándome escalofríos cuando por algún motivo regresan a mi yo consciente. Cartel de la película de Serge Le Péron realizada en el año 2005 y que trata la oscura desaparición Mehdi Ben Barka. Baditri Vida, cine y documentación Este director de películas y documentales sin el cual es imposible explicar la revitalización del cortometraje francés que preludió la “Nouvelle Vague” y la explosión artística que lo acompañó, nació en Fougères, en la región francesa de Bretaña, el 12 de abril de 1912, el joven Franju ejerció unos cuantos trabajos de diversa índole antes de incorporarse al servició militar que cumplió en Argelia, aquello marcó su joven vida y nunca le abandonó, a partir de 1932 ya terminadas sus obligaciones en la milicia, encaminó rápidamente su vida en la dirección de sus inquietudes artísticas, estudió escenografía en París y trabajó para los music-halls Folies-Bergère y Casino de París, con su amigo Henri Langlois realizó su primer cortometraje en 16mm Le Métro (1934) (Curiosamente de los catorce cortometrajes que realizó, doce de ellos pertenecen a la no-ficción, habiendo sido siempre muy apreciados por la crítica y la cinefilia de turno, no así como su cine de ficción). Henrí Langlois, amor por la preservación Junto a su gran amigo fundó la revista cinematográfica “CINEMAtographe” -eh, Wikipedia! Tú, sí tú… y ya de paso demás eruditos cinéfilos, escuchad: Os agradezco que recordéis a George que junto Henri Langlois y Jean Mitry fundaron la Cinémathèque Française unos años más tarde, pero aunque “CINEMAtographe” duró solo dos números, colaboraron firmas como Prévert, Autant-Lara o Cavalcani, que no todo es copiaros los unos a los otros, por favor… En fin, la Cinémathèque el gran museo y archivo del cine francés por excelencia, fue inicialmente concebido como su nombre indica como una “cinemateca” con una sala de proyección para poder disfrutar de sus contenidos, fue sin duda un gran proyecto al que su amigo Langlois y su afán protector y restaurador dio una pátina especial que perdura hasta nuestros días que permitió por ejemplo salvar muchas cintas durante la ocupación nazi, así como la preservación de cámaras, proyectores de cine o toda una serie de elementos relacionados con la historia del cine. Su actividad y prestigio llega hasta el día de hoy, jugando por sí sola un papel lo suficientemente relevante como para enmarcar su nombre de manera preferente en la historia del cine y la cultura europea. Su carrera no paró de crecer, en 1938 alrededor de un año antes de la segunda guerra mundial y la invasión nazi fue nombrado secretario ejecutivo de la Fédération Internationale des Archives du film y tras finalizar la contienda fue secretario del Institut de Cinématographie Scientifique. Ya con Le sang des bêtes rodado en 1948, inició una serie de documentales que le consagrarían como uno de los artistas del séptimo arte más sensibles y subversivos, lo cual siempre me ha hecho mucha gracia, si indagamos en la vida del creador que no dudó en etiquetarlos como “films culturales de propaganda” ya que el origen común de estas películas fueron encargos subvencionados a través de distintas instituciones oficiales, sí amigos, lo que hoy tan rápidamente llamaríamos “con dinerillo de todos”. Escena de Le sang dês vetes (1948) / The Criterion Collection En el documental en sí, de una duración de 20 minutos contrastan tranquilas escenas donde contemplamos los suburbios franceses frente a brutales imágenes de la actividad de un matadero que siguen impactando con tan solo recitar el argumento, evidentemente su carrera artística no iba a transcurrir en lo trillado. Quim Casas, dijo en el festival de San Sebastián (2012) a colación de un homenaje celebrado en su honor: “Cualquiera que haya visto su cortometraje sabe que ahí nace el terror moderno, dotado de un “lirismo atroz”. “Todo cine es documental” Aunque de diferente origen, estos ensayos cinematográficos realizados sin los problemas y cortapisas exigidos para alcanzar la aceptación económica, proponen un documental de “meditación” como dice Noël Burch y del que se alimentarán a partir de los años 50 Alain Resnais o Pierre Kast ofreciéndonos una serie de conflictos a nivel argumental que surgirán de los propios temas tratados, ofreciéndonos diversas opciones y contra-opciones para resolverlos. (Si no habéis entendido nada tranquilos yo tampoco, y eso que ya ha pasado medio siglo.) Tras haber leído e indagado puedo concluir que no puedo explicarlo más allá de los infinitos ensayos realizados al respecto, incapaces de resumir sus novedosos aportes por encima de su capacidad de transcender el tema a tratar y sumergirnos en una reflexión que alcanza el nivel poético, quizás esa incapacidad para simplificarlo sea en sí su belleza, capaz de invitarnos eternamente a la reflexión. Prosigamos… ya consagrado, se pasó al largometraje en 1958 con La cabeza contra la pared, una mezcla de conflicto generacional a dos bandas, el protagonista y su padre, un psiquiatra tradicional y su contraposición al colega más joven, abordando un estudio sobre la marginación. Este largometraje, no debemos interpretarlo como una ruptura y aquí está la gracia, ambos roles, cineasta de ficción y documentalista aparecen interconectados por muchos elementos temáticos, iconográficos o estilísticos. Así que tanto esta película como la que aquí tratamos, filmada al año siguiente no son más que el resultado armónico de una lenta evolución. El propio Franju expresó en múltiples ocasiones una de sus principales reflexiones sobre el séptimo arte: “Todo el cine es documental” Escena de Los ojos sin rostro. Champs-Élysées Productions / Lux Film / Versus Entertainment. Llegamos así por fin a 1959 y a la obra en cuestión, que como el espíritu documentador de su director defiende se inicia con la exposición al espectador del procedimiento en una conferencia del doctor donde se aborda el trasplante de tejidos, tras lo que poco a poco nos iremos sumergiendo en la oscura y terrible vida del malvado doctor y su hija, un personaje que se mueve como un gato, sigiloso y triste, caminando casi de puntillas con unos gestos que no parecen humanos pero a su vez muy delicados, frágiles y extraños. Su mirada tras la perturbadora máscara es misteriosa, atenta y a la vez triste, siempre a la espera de alguna señal de esperanza que ponga fin al sufrimiento. Su silencio, su forma de estar, su imagen casi de esfinge nos ayuda a ver un alma que escapa por esos fantásticos ojos, casi de felino y que dota a las imágenes de una poesía inabarcable que además se refuerza inconscientemente en sus movimientos y una ropa singular portada por un delicado ser de otro mundo atrapado en una trampa terrible. Que neguemos la naturaleza básica de Les yeux sans visage como una película de terror al uso de los años 50 no quiere decir que carezca de tensión y suspense que desde luego tiene, es más, alguna alcanzó el grado de “espeluznante y desagradable” en extremo para la época, con su magistral tratamiento de las escenas de terror propiamente dichas en una época donde los “filtros” se imponían, pero lo cierto es que a los críticos se les nubló completamente el sentido frente a la verdadera naturaleza de la película, puesto que Los ojos sin rostro era sin duda mucho más que una película de terror para divertimento de jovenzuelos ávidos de emociones fuertes, así que centrarse en sus elementos más truculentos ignorando todo lo demás no era sino un gran despropósito. Hasta el propio Jean-Luc Godard le atacó desde su altar acusándole de alejarse voluntariamente del esperanzador camino que todos auguraban en él. (Una vez más la genialidad mal entendida transformada en tontería perfectamente expresada) Escena de Los ojos sin rostro. Champs-Élysées Productions / Lux Film / Versus Entertainment. “Los que gritan no son los personajes sino las imágenes” Roger Ebert Estaba claro ya que frente al típico cine de serie B de la época, repleto de tópicos y sustos insustanciales representados en escenarios de cartón piedra, el film se nos presenta como una alteración en el continuo espacio-tiempo donde las leyes escritas no se cumplen, donde la estética y el planteamiento parecen haberse trasladado a otra dimensión nueva y a su vez más terrorífica, demasiado extraña para poderla comprender a simple vista. El propio Franju, en una entrevista a Ciné Parade, donde comenta la famosa cita con la que comienza este documento, definió la película más como una película de “angustia” donde el terror es algo “más subyacente más interno y penetrante. Es terror en dosis homeopáticas”. Sin duda el creador comienza un nuevo camino, sin sangre, sin espectros ni demonios, no hay posesiones que exorcizar, el mal es humano y en el sufrimiento ajeno no se muestra atisbos de culpa, el imperturbable doctor Génessier busca un objetivo y esa fría crueldad con la que lo ejecuta produce un terror difícil de vencer con la razón, aquí no vale el consuelo que nos ofrecen los monstruos de fantasía, tan fáciles de derrotar con tan solo esperar que se enciendan las luces de la sala. Aquí los personajes son seres reales que podríamos cruzarnos por la calle sin percibir la menor sospecha de anormalidad o peligro, podemos incluso admirarlos o respetarlos pero en el anonimato actúan como si esa crueldad que ejercen fuera un bien necesario que tiene que hacerse de forma inevitable. Escena de Los ojos sin rostro. Champs-Élysées Productions / Lux Film / Versus Entertainment. En la cinta Eugen Schüfftan logra con su fotografía un perfecto equilibrio entre lo lírico y lo siniestro, una estética evocadora, con un tono extrañamente tenebroso deudor del expresionismo alemán, al igual que en Metrópolis donde realizó los efectos especiales, dota a la película de una quirúrgica y profesional precisión visual donde junta en un elaborado blanco y negro el alma del cine policíaco de la época con la impactante imagen del cine fantástico clásico. La justificación del mal, el verdadero terror Como he comentado al principio, nunca he podido evitar relacionar esta gran película, donde el mal es retratado como un medio necesario y aséptico, con el terrible suceso donde el cineasta participó como involuntario actor-marioneta de esos doctores capaces de cualquier cosa para lograr sus fines. Para acabar este siniestro relato debo hablaros un poco de Mehdi Ben Barka, Nació en Rabat en 1920, político marroquí, activista por la independencia pagó con la cárcel su nacionalismo, su intensa actividad pronto le transformó en un importante líder preocupándose especialmente por los más desfavorecidos, su progresión hacia ideas de izquierdas y sus desavenencias con la monarquía Marroquí le llevaron finalmente a exiliarse a París tras el fracaso y encarcelación de los dirigentes al formar un nuevo partido el UNFP, donde reivindicaba elecciones libres, alfabetización o el final de la exclusión social de las mujeres. Desde allí continuó su actividad política creciendo poco a poco sus desacuerdos con el nuevo monarca Marroquí Hasan II , tras el fallecimiento de Mohammed V los enemigos iban creciendo, llegando incluso a sufrir un atentado contra su vida. Con el tiempo su relación con el estado de Marruecos empeoró con el aumento de la represión y el totalitarismo, hasta que finalmente fue secuestrado el 29 de octubre de 1965 en París, torturado y asesinado. Los hechos reales acaecidos están sin duda a la altura de la película, donde un individuo oscuro, frío y corrupto Georges Figon, establece contacto con El Mehdi Ben Barka como productor de un documental que dirigirá Georges Franju, artista que admiraba El Mehdi por su comprometida obra, el embaucador le garantiza además un guión de la gran escritora Marguerite Duras, la cinta tratará sobre la descolonización, titulado Basta!, tema que ambos artistas conocen de cerca, así que se siente seducido por la idea y acepta colaborar como asesor histórico de buena fe guiado por sus ideales de igual manera que Georges y Marguerite, pero todo es un plan urdido por Figon y un hombre no identificado que se hace llamar así mismo Larbi Chtouki y se presenta como agente de las instituciones marroquíes. El objetivo era atraer a Ben Barka al punto en el que debía ser secuestrado, la Brasserie Lipp en París, cuando se dirigiera a citarse con el cineasta. Escena de Los ojos sin rostro. Champs-Élysées Productions / Lux Film / Versus Entertainment.
Este oscuro hecho es conocido como el affaire Ben Barka (el asunto Ben Barka) y en la investigación judicial posterior se estableció que fue trasladado a un chalet de un pueblo cercano donde fue torturado hasta la muerte por agentes secretos franceses, dirigidos aparentemente por el entonces ministro del interior del reino alauí, Mohammed Ufqir, quien habría participado en persona en el asunto. Pese al juicio celebrado en 1967 no se lograron averiguar los detalles del cruento asesinato, sobre todo la implicación de los gobiernos francés y marroquí o de sus respectivos servicios secretos. A principios del siglo XXI, nueva información surgió a la luz, que asegura que el cuerpo de Ben Barka fue trasladado al centro de detención clandestino de Dar al-Muqri, en Rabat, donde fue disuelto en una gran caldera de ácido fabricada para la ocasión o escuchas telefónicas de los servicios secretos franceses que demostrarían que el gobierno de la época al menos conocía los planes de secuestro. Por supuesto dichos estados han negado siempre cualquier implicación oficial, aunque Marruecos desde la muerte de Mohammed Ufqir en 1972, admitió la participación del general en el secuestro como un acto individual a causa de su odio hacia Ben Barka y por supuesto no como una conspiración de estado. Siempre me ha resultado aterrador el grado de crueldad que puede desarrollar el ser humano para obtener sus fines, elaborando los planes más terribles, nunca he dejado de pensar en la cruel ironía del destino que supuso para este gran cineasta ser embaucado por seres tan monstruosos. Manuel Castelló (Kasmangou) Temas relacionados: Atención: Ver antes de morir, Películas Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
9 Comentarios
Tomás Cimadevilla
16/4/2017 22:43:15
Magnífico artículo, enhorabuena
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Jesus Vera
16/8/2020 16:52:50
¡¡¡Excelente artículo, Manuel!!! Descubrí hace poco a este curioso director francés y sus películas. Estaba buscando cine experimental catalán de los 60 y lo impreciso de mis pesquisas me llevó a a toparme con el corto 'La Sangre de Las Bestias', cuyo título me sedujo. Nada más terminar éste decidí desviar la investigación hacia 'Franju', que hasta hace unos días tan sólo era para mí una conocida marca de jamones y embutidos de Valencia de Alcántara (Cáceres)... Después de ver 'Judex' y 'Los Ojos Sin Rostro' supe que acababa de descubrir a un artista genial. He leído con gran atención tu estupendísimo artículo, súper-bien escrito, documentado y apasionado por momentos, en que no ocultas tu admiración por el personaje. ¡¡¡Gracias!!!
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1/4/2021 13:28:58
In Fact this is an interesting story which is you have written only on horror topic that is why the small students are afraid of reading it.
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20/12/2021 07:27:36
I'm so glad I did it. I've finished my PhD Data Collection Help and I've read the whole article "Eyes Without Face" . Or is it a movie poster 1912 then 1987 I can write a nice little brother on it but was still so busy at work
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elsaj
4/7/2024 11:49:45
Great job on this post! The way you presented the information was clear and concise, making it easy to understand and apply.
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2/8/2024 14:22:15
Astounding post! Genuinely remarkable, offering a novel perspective that's both enlightening and stimulating.
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