CINE Y SERIES |
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Hace ya casi 20 años que se estrenó esta mítica y polémica película bélica, pero aunque resulte obvio, el tiempo nos da la perspectiva necesaria para ver con claridad, y aunque esta cinta viaja a través del tiempo sin inmutarse como si hubiese sido estrenada ayer y su visionado en una gran pantalla puede seguir encogiéndonos el corazón, la respuesta a la mayor pregunta que nos plantea puede que comience ahora a revelarse frente a nosotros como un puñetazo en la cara. A lo largo de los años, se han escrito miles de líneas sobre esta película y su influencia en la historia del cine es innegable, pero los actuales acontecimientos marcan una inesperada reflexión que nos obliga a ver esta película desde otra perspectiva, en una Europa que se desmiembra como un puzle en el que nadie aprecia el alto coste que llevó montarlo con unas piezas que nunca encajaron del todo y un planeta que sistemáticamente olvida, o más bien es forzado a olvidar las lecciones aprendidas. Al final de la película, ya en la actualidad, un anciano contempla una manta de cruces arropando el Cementerio Estadounidense de Normandía en Colleville-sur-Mer, Francia y le pregunta a su esposa: ”¿He sido un buen hombre?”. La pregunta posee una insoportable ambigüedad, y nos cuestiona si todo valía la pena, si estaba justificado, porque todos sabemos, nos guste o no, que la respuesta no depende de él, está aquí flotando entre nuestros actos como individuos y sociedad. Un director en busca de respeto Desde su comienzo, Steven Spielberg mostró sus increíbles dotes para el rodaje entendiendo perfectamente el uso del suspense y los efectos especiales, que le catapultaron en una serie casi continuada de éxitos comerciales hacia el Olimpo de Hollywood, pese a ello siempre buscó el respeto intentando realizar ambiciosos trabajos de madurez como El color púrpura (1985) o El imperio del Sol 1987, pero hasta La lista de Schindler (1993) no alcanzó ese reconocimiento unánime que tanto anhelaba. Desde entonces ha intentado con pulso firme mantener esa trayectoria tan solo alterada levemente con productos de entretenimiento tan dignos como Parque Jurásico (1993) Salvar al soldado Ryan, supone un giro en el lenguaje del director, donde una intensidad dura y violenta lo salpica todo, Spielberg ya había tratado con la violencia, pero tan solo de una manera puntual en escenas de dramatismo extremo o como mecanismo pirotécnico y lúdico en sus taquilleros divertimentos. Aquí, las reglas cambian, la escena inicial de unos 27 minutos de duración, sencillamente es implacable y la visión de la guerra ya nunca será igual, la brutalidad con que se describe el desembarco de Normandía concretamente el asalto aliado de la «playa de Omaha» el 6 de junio de 1944 es desgarrador, el caos y la muerte ofrecida entre litros de sangre y proyectiles que desmiembran de una forma brutal, nos hacen olvidar de un puñetazo las plácidas y asépticas muertes mostradas durante décadas en el cine como marco dominante de una realidad inventada. La obsesión y esfuerzo del director por mostrar un combate realista es aterrador, las balas no distinguen héroes ni destinos, justo al principio de la cinta, nada más abrirse las puertas de las lanchas del desembarco, son recibidos por un feroz fuego que masacra y desmiembra a los soldados que ni siquiera llegan a poner pie en tierra, el caos reina mientras todo el mundo intenta ponerse a cubierto a toda velocidad y los cascos son atravesados con facilidad por la lluvia de balas. El atronador sonido de las balas y las explosiones lo llenan todo, tan solo interrumpido ocasionalmente por los gritos de dolor y las órdenes desesperadas, ninguna orquesta con grandiosas fanfarrias arropa a estos hombres en busca de la gloria, todos los músicos han salido corriendo despavoridos, saben perfectamente que el enemigo no hará prisioneros. Incluso el color no cuadra con lo que estamos acostumbrados a ver en el cine bélico, no es un bonito cuadro de colores brillantes y chillones sino más bien nos lo expone todo como un noticiero de los años 40, casi en ausencia de color, sucio y viejo. Janusz Kaminski su director de fotografía, merece una mención especial, quitó el revestimiento protector de las lentes de las cámaras para acercarse lo máximo posible al aspecto de filmación que podría haber tenido en la Segunda Guerra Mundial. Explicó que «sin la capa protectora, la luz penetra y comienza a rebotar, lo que la hace más difusa y más suave sin perder el foco», además acentuó el efecto global pasando el negativo por el bleach bypass, (podríamos traducirlo como “meterlo en lejía”) un proceso que reduce el brillo y la saturación del color, también cambió la sincronización del obturador de 90 o 45 grados para las escenas de batalla,(cuando lo habitual son 180 grados), consiguiendo unos efectos de movimiento en los actores y una nitidez en las escenas de acción que otorgan al conjunto una técnica cruda y sucia al resultado que perdura hasta nuestros días en la filmación de las escenas de acción. Épica versus muerte Nunca he comprendido la calificación de este filme como “épico”, es difícil ver en toda la película una sola escena que dulcifique las barbaridades que sabemos que ocurrieron, el miedo y el tormento persiguen la cinta, y pese a que nos agarra en la butaca con un espectáculo pirotécnico que hace pasar sus 170 minutos en un suspiro, difícilmente nos quedan ganas de alistarnos para ir a una guerra o realmente llegamos a apreciar un verdadero sentido a tantas muertes, incluso con el honesto objetivo de aquellos hombres dispuestos a salvar a aquel soldado, único hermano vivo de cuatro, los cuales sucesivamente han ido falleciendo en esa guerra… es hora de entrar en la trama: El guionista Robert Rodat se inspiró en una historia real, cuando vio un monumento dedicado a los hermanos Niland, ocho hermanos que murieron en la Guerra de Secesión, así que se informó e imaginó una historia similar en la Segunda Guerra Mundial, el guión una vez fue redactado se lo llevó al productor Mark Gordon, quien a través de Tom Hanks llegó a manos de Steven Spielberg, enamorado de este periodo histórico, el cual decidió dirigirlo. La idea de la película se basa libremente en el caso real y comienza cuando en el Departamento de Guerra de los Estados Unidos, el general George Marshall es informado de que tres de los cuatro hermanos de la familia Ryan han muerto en combate en un corto periodo de tiempo y que su madre recibirá los tres telegramas de pésame en el mismo día, a su vez también tiene noticia de que el cuarto hermano, soldado James Francis Ryan de la compañía Baker, 506.º Regimiento de Infantería de Paracaidistas, 101.ª División Aerotransportada, ha desaparecido en algún lugar de Normandía, tras lo cual ordena que el soldado Ryan sea encontrado y enviado a casa inmediatamente en cumplimiento de la política de único superviviente del ejército estadounidense. Tres días después del Día D, en Francia, el capitán John H. Miller (Tom Hanks) recibe la orden de localizar a Ryan, reúne a seis hombres de su compañía y sin apenas información sobre el paradero de Ryan, Miller y sus hombres intentarán localizarlo para llevarlo de vuelta a casa, narrándonos a continuación todas las peripecias y enfrentamientos que tal misión provocará. Durante el resto de la cinta, se sucederán los escarceos y combates con el enemigo, cuestionándose en todo momento la actitud de los distintos miembros del equipo y la propia misión, incluida la actitud de salvar la vida por parte del capitán Miller a un prisionero alemán. Aunque para variar Spielberg, no resiste la tentación de caer en un sentimentalismo descarado en algunos momentos, acompañado del eficiente John Williams y fomentar el consabido conflicto entre el bien del mal, aquí los combatientes son presentados como seres humanos en ambos lados, empujados a una carnicería que no desean. Para muchos, el paso del tiempo ha dejado intacta una escena muy alejada de la pirotecnia que abre y cierra la película, pero infinitamente más terrorífica y que describe perfectamente las mejores intenciones de Spielberg: La lucha a cuchillo, sobre la que no puedo evitar mencionar la conocida entrevista de Samuel Blumenfeld en que Quentin Tarantino nos alecciona de forma impecable: “…. La secuencia de lucha a cuchillo entre un soldado americano y uno alemán hacia el final de la película es tan notable como el desembarco. Odio las películas bélicas que muestran a un soldado matando a sus oponentes sin sudar, como si fuera insignificante. Si yo estuviera luchando por mi pellejo, creo que sería un poco más difícil. Es complicado matar a alguien, se necesita sudar y, aun así, no tienes garantías de conseguirlo. Spielberg realizó admirablemente esta escena con esa dimensión.” ¿Realmente podemos aprender algo? En la segunda guerra mundial, millones de personas fallecieron a consecuencia de las profundas divisiones, diferencias sociales y políticas apadrinadas por los estragos de la anterior guerra, al igual que por la ambición expansionista de distintos gobiernos y sus doctrinas, no solo aquí, sino en todo el planeta, aleccionando a seres humanos normales para introducirse en la mayor carnicería que ha contemplado la tierra. Tras finalizar el conflicto, la política intentó de manera infructuosa detener la locura belicista con la creación de organismos como la ONU, o la fragmentación y el enfrentamiento entre europeos con la Comunidad Europea, pero los intereses particulares de unos pocos, tanto de poder como económicos, han llevado a la desafección justificada de una sociedad completamente desilusionada con todas estas instituciones y quienes las regentan. Europa se desintegra, las potencias se rearman, y las encarnizadas guerras continúan por todo el planeta, llevándonos poco a poco hacia escenarios donde nuestro propio egoísmo unido al ajeno, puede acabar llevándonos a sucesivos conflictos donde todas las vidas, sufrimiento y muertes de las anteriores no sirva para NADA. El escritor y periodista del Washington Post y el Chicago Tribune, Joshua Klein escribió: “La dicotomía familiar entre el bueno y el malo convierte el mensaje antibelicista en algo más desafiante. La guerra es un infierno concede Spielberg, excepto cuando vas ganando, porque con la victoria tienes derecho a dictar las normas morales. Salvar al soldado Ryan sostiene la oscuridad suficiente entre las brumas de la guerra para desestimar las acusaciones patriotismo ciego.”
Así que antes de considerar el enfrentamiento y dejar en manos de unos pocos nuestro destino, deseosos de empujarnos al odio una vez más, aconsejo echar una ojeada a esta película y pensar dos veces si realmente queremos solucionar de nuevo las cosas a tiros. Selección Laureada por los Redactores ¿Te gusta escribir? Francisco Rodriguez - Madrid Temas relacionados: ¿Te gusta escribir?, Películas Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
4 Comentarios
Themasterof88
25/1/2017 11:15:17
Película fantástica, me postro a sus pies señor Spielberg, todo lo que hace este hombre es espectacular
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Sontzo
26/1/2017 09:41:06
Totalmente de acuerdo, pasada de película, realismo puro y duro. Una de las películas que hay que ver antes de morir, sin duda.
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Bluhell
2/2/2017 10:34:25
Se echa de menos películas con esa calidad en este tipo de cine,estoy harto de ver al cachas de turno corriendo entre bombas sin despeinarse ni sudar una gota.
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Matemo
7/2/2017 18:53:37
Buaahhhh, que de tiempo de esta película, sin duda un antes y un después, habrá que volver a verla.
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