Una mentira amplificada: Realmente no se han firmado “verdaderos acuerdos”
La que ha sido hasta la fecha la Cumbre del Clima más larga que se haya mantenido, ha finalizado con un decepcionante acuerdo de mínimos para reducir las emisiones que no deja de ser un papel absolutamente vacio de palabras escogidas con cuidado para esconder un fiasco sin paliativos.
Para empeorar este análisis, el objetivo de crear un mercado común de carbono ha sido un rotundo desastre con nombres y apellidos de los causantes. Como muchos esperaban, las negociaciones fueron dinamitadas por las grandes economías mundiales, lo que desembocó en un documento final completamente hueco para cumplir el Acuerdo de París y que compromete a los países a evitar que la temperatura media del planeta suba este siglo por encima de 1,5 grados. Es decir: nada de nada. Vía libre para seguir contaminando sin castigo y sin regulación práctica alguna que nos desvíe de un desastre que ya ha comenzado y perfectamente descrito científicamente. Como era de esperar Brasil, China e India fueron parte de los países que más obstaculizaron las negociaciones pidiendo arrastrar los créditos generados en el protocolo de Kioto al Acuerdo de París a partir de 2020. Tras la llegada de Bolsonaro al poder con su tajante negacionismo nada mejor se podía esperar y el penoso acuerdo “Chile-Madrid, tiempo de actuar “ se terminó después de un agrio debate con Brasil, (también con Arabia Saudí) que no aceptaba inicialmente dos de los párrafos incluidos en el acuerdo sobre océanos y uso de tierras.
Incendio provocado en Brasil. Imagen: José Cruz /agencia Brazil
La Alianza por la Acción Climática lanzada por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha crecido unos pocos países más en Madrid, sumando ya la exigua cifra de 73 países comprometidos a aumentar su ambición climática en 2020 y a alcanzar la neutralidad en carbono en 2050. Pero en términos globales es completamente insuficiente porque no se sumaron ninguno de los países más contaminantes del planeta: ni Estados Unidos, ni China, ni Rusia. Tampoco ha superado la cifra de 100 países que Chile se había propuesto alcanzar en Madrid Únicamente se han adherido 400 ciudades de todo el mundo y casi 800 grandes empresas, aunque recordemos que son “medidas de buena voluntad” lo cual es algo parecido a cuando un mercado se autorregula: es decir que probablemente podremos ver en el futuro inmediato los mismos “éxitos” que la “autorregulación” del mercado del tabaco, la publicidad y el juego siendo optimistas) ¡¡¡ NO ES UN ACUERDO !!! Llamar a los documentos firmados “acuerdo” es casi un chiste destinado a calmar a la opinión pública, porque el supuesto acuerdo solo "anima" a los países a presentar sus compromisos renovados al alza en 2020 antes del encuentro de Glasgow y son solo 84 los estados que se han comprometido a presentar planes más drásticos contra las emisiones, entre los que por supuesto, tampoco se incluyen gigantes como EEUU, China, Rusia, India y Brasil, los más decisivos para frenar la aceleración de un desastre medioambiental ya imparable (Ya no es cuestión de si existe o no, sencillamente de fechas y nivel de una crisis global que empeora día a día y ya está entre nosotros según todas las evidencias científicas, por lo que a estas alturas se debiese comenzar a cambiar ya el verbo “evitar“ por “frenar o ralentizar” un desastre ya imparable.) “Si no me das dinero, contamino”, el chantaje suicida de los más pobres Muchos países han encontrado en el desastre climático una vía perfecta y sencilla para chantajear al mundo, tomando al planeta como rehén, las necesidades inmediatas de estos y el deseo de alcanzar una riqueza o prosperidad que muchas veces se les ha arrebatado con descaro, crueldad o violencia ha hecho que las expectativas futuras no supongan nada importante para sus dirigentes, más centrados en los réditos económicos inmediatos: países como China, la India, algunos países africanos y petroleros han reprochado a los países desarrollados que no aporten suficientes ayudas a los que están en vías de desarrollo para que puedan adaptarse a los impactos negativos de la emergencia climática y así reducir las emisiones. China e India han considerado que no tienen por qué ampliar sus planes y convertirlos en más ambiciosos mientras que Estados Unidos ni siquiera ha intervenido en el debate de los futuros compromisos, ya que días antes de iniciarse la Cumbre del Clima de Madrid, EEUU formalizó su renuncia a la firma del Acuerdo de París. Esta declaración, por parte de los dirigentes de EEUU tenía un objetivo claro y su intención de dinamitar cualquier acuerdo, al dejar clara su oposición frontal antes de comenzar ofrecía de ante mano una buena excusa al resto de naciones reticentes para mirar hacia otro lado. Mientras, la UE y otros países como Colombia, Suiza, Buthan o Bangladesh, entre otros, apostaban por una mayor ambición y por revisar al alza los planes para paliar el calentamiento global. Pero su capacidad porcentual para hacer algo en insignificante y además el desgaste económico que supone la toma de acciones les deja a la mayoría de estos países en una situación de debilidad para desarrollarse en el futuro. Esto es una pescadilla que se muerde la cola, pues hará que el resto de naciones insolidarias, tengan cada vez más fuerza frente a estas y por tanto cada vez más capacidad para contaminar.
El beneficio prima: Fracaso en la creación de un mercado de carbono común
Para debatir la cuestión del mercado común del carbono se reunieron los máximos representantes de la UE, China, India, Australia, Brasil, Arabia Saudí y Japón. Era un mal comienzo deliberado que excluía al resto de países, enojados con esta manera de comportarse y que provocó el malestar de la ministra chilena, Carolina Schmidt, molesta ante semejante manera de gestionar unas negociaciones supuestamente globales que solo tenían de ello el título de la cumbre. De nuevo, los dos frentes volvían marcarse: la UE pidiendo una legislación estricta que garantizase que no se permitan proyectos poco claros o con una contabilidad de las emisiones difícil de contabilizar, en frente, como siempre: China, India, Australia, Brasil y EEUU, que atesoran muchos derechos de emisión acumulados desde el Protocolo de Kioto y que desean mantenerlos cuando entre en vigor el Acuerdo de París.
Los representantes de los países reticentes se iban a mantener en sus posiciones sin mover un ápice, algo que -estaba claro- tenían muy presente antes de llegar, para ellos a todas luces, esta cumbre tan solo era un trámite de cara a los medios de comunicación y la opinión pública, pues volvían a estar en juego importantes implicaciones económicas para los estados y las empresas a los que tenían que responder tras su vuelta.
El principal escollo de las negociaciones tenía que ver con la creación de herramientas que den sentido al Artículo 6 del Acuerdo de París y que han bloqueado constante Australia, Estados Unidos, India y Brasil, que proponían un planteamiento débil y flojo de esta herramienta de control de emisiones, frente la postura de la Unión Europea que solicitaba que fuese una herramienta útil y estricta.
Plan de Acción de Género: Oposición frontal del Grupo Africano
La cita de Madrid se presentaba crucial para rediseñar el Plan de Acción de Género (PAG) que se aprobó por primera vez en la COP23 de 2017. Durante toda la cumbre, este punto ha contado con un bloqueo absoluto por parte del Grupo Africano. Sin embargo, el diálogo ha permitido que el plenario apruebe este viernes el documento, incluyendo todas las demandas de la sociedad civil. Esta es, quizá, una de las pocas noticias positivas del encuentro de Madrid, en tanto que se permitirá que la perspectiva de género se integre dentro de las políticas climáticas globales.
La presión social del último año y las advertencias de la comunidad científica llevaron a algunos países a anunciar en el inicio de la cumbre, que tratarían de aumentar su “ambición” climática y sus compromisos para reducir sus emisiones durante la COP25 para allanar el camino de cara a 2020, año en el que los países deberían presentar de manera oficial sus compromisos para la descarbonización de la economía.
Pero la realidad ha sido muy diferente: un salvaje bloqueo salvaje de las negociaciones por parte de algunos países y argumentaciones infinitas de carácter técnico para generar un permanente bloqueo de cualquier negociación. Muchas delegaciones acogiéndose a la literalidad del Acuerdo de París, reclamando que se posponga a 2023 la actualización de las Contribuciones Determinadas Nacionalmente (NDC), es decir las hojas de ruta que cada estado maneja para conseguir descender sus emisiones de gases de efecto invernadero. Al final todo han sido promesas vacías y decepcionantes, un gasto desenfrenado en publicidad de grandes empresas contaminantes –sobre todo energéticas- para prestigiarse como promotores del evento y para colmo de la hipocresía una campaña de desprestigio, de ataque feroz y cruel a algunos defensores medioambientales, centrada principalmente en dañar a la joven activista Greta Thunberg –sencillamente vergonzoso-. Otra oportunidad perdida, en una guerra cada vez más desesperada, donde solo han ganado los servicios de relaciones públicas de algunos países y empresas, que han conseguido amplificar la falsa creencia de una preocupación completamente inexistente por un problema del que nadie puede esconderse, ni ellos. Autor: Fátima Salazar C Temas relacionados: Economía Social, Sociedad, Política Y Ciencias Sociales, Fátima Salazar C. , Sostenibilidad Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
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