Opiniones inútiles y completamente prescindibles
Dicen que el trabajo intelectual más antiguo del ser humano era predecir el comportamiento de la tribu vecina cuando descubrieran que les habían robado las cuatro liebres que habían cazado.
Puede que sea una broma de antropólogos o de publicistas, pero entraña uno de los trabajos más complejos del ser humano: predecir su comportamiento, tomar nuestras decisiones en relación a este y conducirlo hacía nuestros intereses particulares.
Predecir la voluntad en cualquier circunstancia puede ser más importante que controlarla. El “control total” no deja de ser una utopía tiránica que tan solo se puede mantener como una “ilusión” basada en el terror durante un periodo de tiempo muy corto, hasta la llegada del inevitable conflicto que destape los mecanismos de represión, mentiras o terror que la sustentaban. La complejidad de la mente humana hace imposible predecir con exactitud qué medidas permitirán aglutinar la voluntad de un gran número de seres humanos durante mucho tiempo, aunque ya sabemos que es suficiente con predecir sus intenciones o sus gustos para acercarnos a ellos y alcanzar el efímero poder. La civilización alcanzó en algunos lugares la democracia para poder mantener ese equilibrio entre los deseos de unos pocos y la voluntad de muchos. Disculpad si mi visión de cualquier término os incomoda, pensad mejor que es la opinión de un extraterrestre que nos observa desde la inmensidad del “nada justo” espacio exterior. Supongo que para este marciano lo más importante de la tribu dispuesta a robar el sustento de la vecina, eran las consecuencias de tal robo. ¿Conduciría al enfrentamiento, a la guerra? ¿Tenían la fuerza para reprimir el ataque o por lo contrario no se atreverían? ¿Compensaba no salir a buscarte el alimento tu solito? Así que no es de extrañar que este extraterrestre considerase lógico que aquel mono erguido pensase en evaluar la mente de sus vecinos antes de iniciar un conflicto. Se ve a la legua que muy bien no realizaban los cálculos, por que las matanzas eran continuas, para regocijo del marciano, eso sí. Pues un trabajo en el observatorio de 8 horas al día mirando monos, cuanto menos era un aburrimiento impresionante (saco malas notas en la carrera y con la crisis hubo que aceptar lo que fuese) Veo tus miedos, luego puedo controlarte Supongo que el tiempo pasaba muy lentamente y de manera muy aburrida para aquel marciano viendo como aquellos monos cada vez más imberbes se la jugaban para sobrevivir a mamporazo limpio. Hasta que en algún momento observó que los “jefes” de las tribus de bípedos saltarines además de afilar piedras comenzaron a organizarse peligrosamente bien para ser tan solo primates de lenguaje básico. Y aquel marciano comenzó a entretenerse, ya nos miraba por el telescopio con la bolsa de palomitas y luego se hacía unas risas con nuestras historias y los amigos del bar al salir del trabajo. Con el paso de los milenios el asunto cambió radicalmente, para alcanzar el poder ya no se necesitaba musculatura o habilidad para partirle el cuello al contrincante, un mono había descubierto una técnica mejor: descubrir los miedos de la tribu. El tatataranieto de aquel marciano llegado ese punto, se lo pasaba en grande con nuestro “Juego de Tronos”. Ahora todos querían aquel puesto y no todos tenían un tío en la junta de administración del observatorio astronómico que les garantizase ese chollazo de puesto. Algunos de los monos sin pelo, habían descubierto el mayor de los miedos de su especie: la muerte y comenzaron a buscar los mecanismos para vivir sin pegar ni chapa gracias a este fantástico descubrimiento. Para conseguir comida y otros beneficios, solamente hacía falta una cosa: prometer algo para después de morir por un constipado o ser despedazados por un oso. Había que garantizar que un dios los llevaría al paraíso eterno (porque ya puestos a prometer, mejor a lo grande) o una línea directa con los hacedores que les ofreciese su protección y tardar un poco más en volver al polvo. Nadie volvía a reclamar, era un negocio perfecto. Si luego no te gustaba lo que habías comprado era demasiado tarde para alertar al resto de clientes. -¿Qué podía salir mal? La competencia Si algo proliferaba en el observatorio astronómico marciano eran las apuestas ilegales para ver que oferta gustaba más a la clientela de esos tipos feos que no conocían la maquinilla de afeitar. Todos buscaban el dios o los dioses que ofreciesen promesas más interesantes y los jefes de las tribus obviamente se querían hacer muy amigos de estos vendedores, tenerlos de su parte permitía un control pacífico de la manada. Si además el jefe del grupo era voluntad del mismo dios que te prometía un rebaño de cabras y verdes prados en su paraíso, mejor que mejor. Ahora llegaba el problema: ¿Cómo elegir el mejor negocio? Era un problema para el jefe de aquellos energúmenos que se alimentaban de lo que pillaban y la solución era difícil: si se equivocaba de religión, de promesas para organizar la caza del mamut o de tribu vecina a la que echarle las culpas, de todo se le acabaría el negocio de vivir a lo grande también. Supongo que así nació la demoscopia. Mientras, el marciano gordo y con el colesterol por las nubes de tanta palomita con mantequilla se partía de la risa al comprobar cómo los más absurdos dirigentes llegaban al poder y nuestra civilización crecía guerra tras guerra. Finalmente falleció de un infarto, siendo sustituido por un hipster que solo bebía zumos vegetales verdes sin azúcares añadidos. Encuesta electoral: el camino más obsoleto para decir lo que quieres que los demás piensen En la punta de lanza de las herramientas humanas para tales fines que garanticen la “elección correcta”, ha estado durante décadas la demoscopia, versión moderna de un término que nos acompaña desde el comienzo de la civilización y que no es como diría una vulgar Wikipedia “la parte de la sociología que estudia las orientaciones y la opinión pública sobre alguna cuestión, principalmente a través de sondeos de opinión”. Hoy en día yo la definiría como “la parte de la sociología que estudia como manipular la opinión pública sobre alguna cuestión, principalmente a través de sondeos de opinión cocinados al mejor postor”. Pero claro, de tanto intentar agradar al cliente ya nadie confía en la magia del sondeo y es muy difícil hacerse amigo del caballo ganador. Hemos llegado a una nueva era de incertidumbre donde las elecciones son infernales campos de batalla para las empresas de sondeo. Los hábitos democráticos han cambiado con las crisis, el desmantelamiento del estado del bienestar y unas redes digitales de comunicación masiva que pueden cambiar los resultados de las encuestas más fiables en diez minutos. Vivimos en un escenario nuevo e impredecible a priori, donde un puñado de votos podría abrir alternativas tanto por la izquierda como por la derecha. Sabemos por lo menos, que por mucho que las encuestas “se cocinan” a favor de quienes las contratan, algunas cosas son ciertas con total seguridad: el PSOE es favorito después de muchos años o que la derecha radical podría tener una opción real de entrar con fuerza en el Parlamento. Las incógnitas de los nuevos comicios dependen del voto del 2% o 3% de los españoles, incapaces, por ejemplo, de predecir con rotundidad si el tercer puesto será para Ciudadanos, Vox o Unidas Podemos. Si observamos las elecciones que hemos tenido en España durante los últimos 40 años y nos fijamos en cuánto se desviaron los sondeos, el error medio era de dos puntos por partido y para empeorar la situación, al menos con un partido se desviaron más de tres puntos en la mayoría de los casos. Son errores perfectamente asumidos, pero con una tendencia continuada a errar los pronósticos cada vez superior, donde a medida se desmembraba el sistema bipartidista, las desviaciones de acentuaban de manera alarmante. Hablamos de medias, algo que tiende a “maquillar” supuestos errores garrafales, los cuales también han sido cada vez más abruptos, como negar en su momento la ascensión de Podemos o su posterior estancamiento, sencillamente la demoscopia se transformado en la negación de la realidad. Las encuestas, la “cocina” posterior y todas las preguntas a pie de urna (que por cierto, este año desaparecen), por la naturaleza de estas, no suponían mayor problema en países bipartidistas tradicionales, democracias más avanzadas y plurales o en “anarquías” democráticas como Italia. En las zonas donde reinaba el “Status Quo” desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en el reparto del pollo, limitaban la elección a un grupo de opciones sujetas a pequeñas variaciones en la visión del “objetivo global” sobre quien se quedaría el muslo y la pechuga. Cuando “rompemos la baraja” y destrozamos el estado del bienestar, los dos pollos completos se quedan en una sola case e intentamos falsearlo con mil programas televisivos, eventos deportivos y un trillón de opiniones en las redes sociales con las que solo conseguimos fragmentar la opinión hasta el punto donde nos encontramos. Ya no hablamos de 2 o 3 puntos de error y poco importan ya los tradicionales sondeos a pie de urna que intentaban anticipar los resultados de las votaciones. La noche electoral del 28-A cuenta no obstante, con dos encuestas realizadas durante las últimas semanas para perfilar el resultado electoral de estos comicios: una encargada conjuntamente por RTVE y la Federación de Emisoras Autonómicas (Forta) y la otra por la COPE. Si los resultados se conocerán a las 20:00 horas de este domingo tras el cierre de los colegios electorales, ¿Para qué se ha gastado alguien el dinero en realizarlos? Supongo que necesitarán información para ajustar mejor la apuesta por el caballo ganador en futuros comicios pero al final lo que importa de este giro a la hora de “adivinar” los resultados se debe al pozo de confusión e incertidumbre en el que no queremos reconocer que ahora navegamos. Pero ahora, nuestro amigo el marciano del observatorio sabe algo a ciencia cierta: hemos acabado con ese delicado equilibrio basado en la lógica del bienestar común, volvemos a las teorías de la manipulación informativa (más viejas que los ordenadores y el pollo asado) estamos repitiendo nuestra historia de monos peludos, condenados por no conocerla. No hablo de España, lo que aquí sucede se repite en casi todas las democracias del planeta, (por llamarlas a estas alturas de alguna manera que no ofenda a nadie) y en lugares que nunca han visto una urna, sencillamente digo que ”a río revuelto, ganancia de pescadores”. En pocas horas sabremos el resultado y ojalá me equivoque, pero sabes perfectamente quien es el “pescador” y si no lo sabes me temo que no lo entenderás por mucho que te lo explique (o eres uno,- ¿Qué haces aquí?). Espero que el próximo extraterrestre que le toque vigilarnos lo haga con una limonada y una menestra de fruta para pasar el rato, me temo que se va a aburrir mucho viendo repetir la historia una vez más y me preocupa su salud. Mani G. (ManiPinkless) Temas relacionados: ManiPinkless, Medios De Comunicación, Política, Redes Sociales, Economía Social, Política Y Ciencias Sociales Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
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