En muchos lugares existen personas que sin saberlo acabarán siendo diabéticas. Se presenta de niños, de mayores o de ancianos. Cada vez son más casos y por diferentes motivos.
Como ya sabemos, la diabetes aparece cuando hay demasiada azúcar en la sangre. Siempre nos han dicho a quienes nos hemos preocupado por conocerla que existen dos tipos: que quienes padecen el Tipo I, la más peligrosa, porque conlleva que dependas siempre de la insulina, da igual que te la inyectes o que tengas puesta una bomba de insulina, la cuestión es que sin ella no vives.
Las personas con el tipo II no siempre tienen que administrarse insulina, también controlan su glucemia basal con pastillas que les regulan su nivel de azúcar, se ven obligados a realizar además una dieta equilibrada y deberían caminar una hora diaria al menos, es decir, que deben hacer ejercicio. Pero, a no ser que su control glucémico no esté controlado, no se administrarán insulina en ningún caso. Esto sería en resumen la esencia de la enfermedad sin mayores historias. El diabético pasa por muchas fases a lo largo de su vida, estamos hablando de muchas personas que padecen la enfermedad desde muy pequeños, incluso ahora se está descubriendo que existen casos de fetos que sufren la enfermedad a causa de la diabetes gestacional, incluso puede acabar con la vida del bebé. La diabetes gestacional afecta al 5-10% de las mujeres durante el embarazo y no están claras sus causas; será por la mala alimentación de la madre, falta de ejercicio, genético, ¿será algún tipo de estrés que hace que todo se desencadene? Realmente el estrés y la diabetes van muy unidos de la mano. Algunos casos de esta enfermedad se desencadena por un suceso traumático: la muerte de un ser querido, problemas económicos… Supongo que a estas alturas habrás leído muchas noticias médicas en Internet sobre la enfermedad, habrás visto la “Wikipedia” y algún que otro anuncio de algún desalmado intentando venderte una cura milagrosa.
Érase una vez
Un buen día de verano había cumplido tres años, todo el mundo estaba súper contento; yo era una niña completamente normal, sin ningún tipo aparente de problema. Pero un buen día, después de haber tenido dos caídas al suelo de cierta gravedad, a los 20 días exactamente de mi cumpleaños, entré en urgencias con 568 mg/dl de azúcar en sangre. En aquellos primeros días muchos profesionales sanitarios estuvieron pendientes de mí en todo momento, a parte de mis padres evidentemente, que gracias a ellos, hoy en día se valerme por mi misma y ser quién soy. A partir de entonces en cualquier instante comienzas a tener mucha sed, hambre o un cansancio constante y mucho sueño que te aniquila la voluntad. Eso fue la antesala a la nueva vida que me esperaba. Hace 31 años, las cosas no eran como hoy en día, no existían los avances que conocemos en la actualidad. Los aparatos para averiguar la glucemia tardaban un minuto en darte una cifra y la insulina se tenía que cargar en una jeringuilla. Como anécdota curiosa os contaré que muchos años antes de nacer yo, mis abuelos vieron a un chico “pinchándose” insulina y se sorprendieron viendo a una persona tan joven con adicciones no recomendadas socialmente. Quién les iba a decir años después, que verían eso mismo en su propia familia y comprenderían realmente lo que habían presenciado. En los 22 años que viví con mi abuelo, nunca pudo ver cómo me inyectaba la insulina, por alguna razón le suponía un dolor enorme, quizás un extraño sentimiento de culpa. Aprendiendo a ser independiente Desde muy pequeña mis padres siempre quisieron que fuera una persona independiente y a pesar de tener una madre sobre-protectora, me mandaban a los campamentos de verano que realizaba la Asociación Cántabra de Diabéticos. Esas colonias de 15 días, en su momento me parecían el mismo diablo. No paraba de llorar porque tenía que separarme de mis padres, de mi entorno. Resultaban insoportables. Pero hoy en día, siento que, fueron mi salvación. Desde saber lavarme la ropa con 7 años, valerme por mí misma en muchas tareas y cómo administrarme la insulina sin ayuda de una persona mayor. Siempre los monitores estaban pendientes de nosotros. Nos hacían desayunar todos los días, algo evidente, para después llevarnos a hacer ejercicio como si fuéramos soldados, era como en las películas. Tanto les gustaba esa rutina que nos enviaban al Patronato Militar de Santoña, para que aprendiéramos lo que era “superarse”. Pero para mí, entonces, aquellas rutinas eran horribles. En aquel campamento de verano cumplí los 9 años y fue un día que jamás podré olvidar. Tanto por lo bueno; soplé las velas en una “naranja” como lo malo: pasé mí primer cumpleaños sin que mis padres estuvieran conmigo. Cada experiencia de aquellos años entre diabéticos me enseñó que todos éramos iguales, nos pinchábamos a las mismas horas, comíamos a las mismas horas, caminábamos y jugábamos juntos. En pocas palabras: nos enseñaban a ser personas normales y, realmente lo éramos. Recuerdo que en una de esas colonias en Loredo, representantes de la empresa “Valor”, nos regaló muestras de chocolate sin azúcar, -¡genial!. Luego pasaron los días y los días… pero nadie nos daba el chocolate, así que como pasaba sospechosamente tantas veces, sin saber realmente quién tenía la culpa de aquello, aunque debía ser que no le debíamos caer muy bien al médico de las colonias, (evidentemente éramos unos chavales no muy buenos precisamente). Así que decidimos hacer un “Robin Hood” y coger lo que nos pertenecía. Todavía me río de aquello, ¡como disfrutamos de aquel chocolate!. Es curioso, porque hoy en día sería lo último que comería. Adolescencia al ataque. Pasó el tiempo y llegó ese momento en el que tenemos todas las hormonas revueltas, la autoestima por los suelos y creyendo que todo es malo y oscuro. Con ese panorama la diabetes se volvió el enemigo a batir, no entendía el porqué de que tuviera aquella enfermedad, mientras los de alrededor no tenían nada. ¿Qué había hecho yo para merecer eso?, simplemente nada. Aquella diferencia hoy en día no significa gran cosa. Eres igual de independiente que los demás. Creo que siempre fui egoísta por echar la culpa a mi madre de la diabetes, cuando ella ha sido una de las personas que quizás más haya sufrido por ello.´ La diabetes y la rebeldía, siempre fueron un puntos negros en mi existencia, que sin querer se fue un día sin más, no es que desaparecieran, sencillamente se normalizaron en mi vida. A pesar, de tener un control, también es verdad que no somos conscientes en ocasiones de lo afortunados que somos. Dos personas allegadas a mí, también padecen la enfermedad agravado por sufrir también hipotiroidismo, cosa que en la primera le lleva a engordar o a veces incluso, adelgazar como si nada. Y la segunda, que padece lo contrario: hipertiroidismo, circunstancia que le llevó a adelgazar tantos kilos, como subirlo al poco tiempo a causa de la medicación. No sé cómo explicarlo, no quiero que parezca lo que llamamos el “consuelo de los tontos” cuando digo que siempre existe alguien que está peor que nosotros. Sencillamente, la salud es un privilegio efímero que no solemos apreciar. Es la realidad nada es blanco o negro y vivimos en una escala de grises que no solemos diferenciar. Todo en la vida es una pelea constante En 31 años he visto dos presidentes en la Asociación de Diabéticos de Cantabria, (tierra de la que soy natal) y las dos buenísimas personas, que han tenido que luchar en muchas ocasiones, por todos sin esperar nada a cambio. El actual presidente, a pesar que hace años que no lo veo, sé que está haciendo muchas cosas por los diabéticos de Cantabria, ha conseguido que se ponga la monitorización a todos los pacientes con diabetes Tipo I, tanto niños como adultos. Y por mucho que otros se pongan medallas, no nos engañemos es él y sus colaboradores quién consiguen las cosas. El siempre está luchando por todos y haciendo que la Comunidad Autónoma sea pionera en avances para los diabéticos. Desde la asociación se está intentando que los niños - futuros adultos-, se unan y entre todos formen una familia. Como lo éramos y seguimos siendo los de mi generación. Personas tan importantes en mi vida como Paula, Cristina, Iván, Reyes, María, Soraya, Jaime, Silvia, Sandra, Javi, Marcos, Sonia... probablemente me olvide de personas, pero siguen siendo parte de mi historia. Todas estas personas anónimas son parte de una generación que creció entre pocos avances, pero aún y así, hoy en día cada uno de ellos son personas independientes, libres y que pueden llevar una vida normal con su amiga común, la diabetes. Hace dos años, un 2 de noviembre, recibí una llamada de la madrina de mi hijo, pero iba conduciendo y no podía coger el teléfono. Habló con mi marido y lo único que escuché fue: “Jaime”. Mi primera reacción fue como si se me paralizase el corazón y casi pierdo el control del volante del coche. Cuando escuché su nombre, miré mi marido un segundo y le pregunté: -¿Se ha muerto verdad?. No sabía ni cómo, ni porqué, pero lo supe. Llevaba quince días ingresado y nadie se había enterado. Hacía unos días le había mandado un whatsapp, pero ni me había percatado de que no había contestado. Después supe que no era la primera vez que le pasaba. Simplemente un bajón, un chillido y un adiós eterno. Mi amigo dejo de existir, para convertirse en el ángel de todos. Siempre estaba sonriendo. Era feliz, había encontrado su media naranja, pero se lo quisieron llevar, las personas buenas nunca lo olvidarán. Lo que la diabetes unió nadie lo podrá separar. Aunque normalmente está enfermedad, llevándola bien, no te daña mucho hoy en día, la realidad es, como me dijo una persona en su momento: “Es una enfermedad que te mata lentamente, da igual como lo lleves, da igual como lo hagas”. Jaime era deportista, pero también sintió al final las consecuencias de los bajones de azúcar.
Es una cruel realidad, quizás, hoy en día con los nuevos logros probablemente seguiría vivo. Un espacio corto de tiempo puede marcar una gran diferencia. A lo largo de los años, ha sido una auténtica lucha en diferentes situaciones. Nos lo ponen difícil para poder presentarnos a puesto de bomberos, militares, guardias… y hasta hace nada a unas oposiciones. Gracias al esfuerzo de muchas personas, se está cambiando y haciendo que podamos avanzar, pero lo que siempre me he preguntado es: ¿Cómo es posible que no tengamos una cura, para una enfermedad que cada vez padecen más personas? ¿Porqué los señores que mandan no les interesa que los diabéticos se curen, porqué tiene que ser una madre que luche para que un laboratorio pueda seguir investigando la enfermedad de su hijo? Si no se nos considera enfermos, entonces ¿Por qué nos tenemos que inyectar cuatro veces al día? ¿Porqué sino mi amiga lleva una bomba de insulina de por vida? Es absurdo pensar que algo real y a diario no suceda. Me pregunto si la realidad de porqué los diabéticos no tenemos cura sea muy fácil. Se ha puesto alguien a plantearse cuánto dinero gana una farmacéutica cada vez que un diabético utiliza una tira reactiva o cada vez que nos administran insulina. Son preguntas al aire que me gustaría que tuvieran una respuesta realista y argumentada. No estamos enfermos, perfecto. Hemos conseguido hacer cosas increíbles y diferentes, pero: ¿Porqué cada vez que me dan un disgusto, cada vez que tengo un proceso de estrés más alto de lo que ya sufro de normal, me baja el azúcar? ¿Porqué sino estoy enferma me repercute a la hora de realizar un examen? Siempre había querido estudiar en la universidad, siempre he luchado por alcanzar mis metas, ha tenido mucha ayuda, también es la realidad y lo he conseguido. María y Pedro Siempre me acuerdo de dos amigos que hace años fueron a una actividad con más diabéticos: María y Pedro, dos grandes personas, el era diabético, ella no. Aquel año empezaban la universidad, la carrera de medicina. ¡Qué gran admiración sentía por ellos! A él su, diabetes nunca le ha frenado para conseguir lo que ha querido, ella, una gran doctora que años después me salvó la vida. Estaba allí atendiéndome después de haber tenido un accidente de coche y supo qué hacer. Los conocía hacía muchos años y ellos sin ser conscientes, habían conseguido sus sueños, esa admiración sigue con los años. Ellos lo habían conseguido y eran un punto de referencia para mí. Examen Un examen de la universidad, los nervios a flor de piel. A pesar, de que te lo sabes, esos nervios del momento no te los quita nadie. El caso es que llega la hora de que salga el examen de la impresora y empiezo a notar un sudor frio por la frente, no me encuentro bien. Así que me dirijo al que estaba dando los exámenes, pero me dice que vaya al presidente del tribunal. ¡Imagínate!, no ves tierra. Por vergüenza te callas y empiezas a no ver bien, a pesar de que estás en un examen no puedes no tienes más opción que acudir al bolso a coger azucarillos, con tan mala suerte que después de tres azucarillos sigues sin mejorar y el examen lo ves como en una película 3D en la distancia, como si estuvieras en el espacio. Bueno, no se lo recomiendo a nadie, no es una anécdota para repetir. Al final, terminas resignado, porque, a pesar de que podías haber sacado casi un 9 o 10, te quedas en 6 por no expresarte y decir me pasa esto. La vergüenza, la diabetes o la dislexia (que también padezco) no son una excusa para permanecer callado. Autonomía en una sociedad acomodada y sobre protectora Hace un par de años, conocí una familia cuyo afán principal era que la pequeña obtuviera una “discapacidad” por ser diabética, argumentaban que con 10 años que no sabía cuántas dosis se tenía que administrar. Aquello, sinceramente me pareció una burla a mi persona e inteligencia. ¿Cómo era posible, que yo con cuatro años fuera capaz de administrarme sola la insulina con ayuda de mis progenitores y está niña con diez años no supiera? Este suceso me llevo a plantearme que hemos creado una sociedad demasiado cómoda. La niña sabía perfectamente contar y por lo tanto era técnicamente imposible equivocarse. Los actuales bolis de insulina no presentan ninguna confusión. Lo cargas y los inyectas. En mi infancia, me levantaba, miraba la glucemia, me pinchaba, esperabas media hora, desayunaba y me iba al colegio con mi fruta de media mañana. No hacía falta que mis padres tuvieran que estar detrás de mi constantemente. Era consciente de lo que debía hacer y cómo comportarme. Los bajones de azúcar, evidentemente los puedes controlar, a no ser que te venga de repente. Podemos estar horas contando anécdotas sobre lo que es el azúcar y como nos afecta a los diabéticos en nuestra vida diaria, pero una cosa está clara: Ninguno es igual al otro. La vida de uno nunca será igual a la de otro. Metas No somos personas que servimos solo para contar lo que nos pasa, somos médicos, somos aventureros, somos profesores, somos abogados, somos opositores, somos forenses, somos todos y todas capaces de conseguir nuestras metas. Las únicas personas que nos limitan son aquellas que no saben lo que valemos. No se debe limitar que crezcan las preguntas acerca de por qué los diabéticos, no pueden curarse hoy en día, puede que la ciencia y la industria hagan todo lo que pueden y simplemente soy excesivamente escéptica a causa de la codicia humana que observo. Pero al igual que querían los padres de entonces, los de hoy en día no van a parar de buscar soluciones, pedir ayuda y mayores avances para que sus hijos encuentren una vida feliz, no solo lícito si no lo correcto. A Jaime.
Autora: Noelia Vega Escudero
Temas relacionados: Economía Social, Sociedad, Medicina, Educación Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
15 Comentarios
Aureliano Ruiz
18/5/2019 23:39:46
Muchas gracias Noelia, nuestro trabajo es por el bien de las personas con diabetes, efectivamente, en Cantabria estamos muy bien en diabetes, lo hemos luchado mucho, Un Beso de parte de todos.
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Noelia
19/5/2019 02:43:23
Gracias siempre por ayudar.
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Julieta Varas
18/5/2019 23:57:00
Tienes toda la razón Noelia, lo de esos padres es fastidiar al niño, lo que tienen que intentar es que se valga por si mismo, no tratarlo como un idiota para sacarse cuatro euros. Muy buena reflexión, tenemos muchos avances para valernos por nosotros mismos, hay que aprovecharlos y no ir de víctimas. Hay que pedir que investiguen eso también. Gracias por vernos así a los diabéticos
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Noelia
19/5/2019 02:45:14
Gracias por tus palabras, siempre he pensado lo mismo, valemos para todo, aunque muchos no lo crean.
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Uno de pueblo
19/5/2019 00:05:41
Noe,sabes que andara haciendo....dibujar que le encantaba y lo hacia de vicio.yo aun tengo un goku en casa echo exclusivo para mi .el bores jejejeje inigualable
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Noelia
19/5/2019 02:47:52
siempre estará con nosotros
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Pita León S.
19/5/2019 13:04:05
Precioso relato Noelia. No veo a las farmacéuticas como hermanitas de la caridad, veo de lejos el negocio millonario de la diabetes, pero también por eso mismo seguro que buscan un tratamiento más efectivo, quien lo consiga ganará más dinero que con la Viagra, mira lo que tú misma piensas, hace 30 años no existían esos lápices inyectables y ver los índices se te hacía eterno,porque minuto a minuto todos los días era casi una esclavitud comparado con ahora. yo creo que en 10 años nuestra enfermedad será algo curable si pagas un tratamiento carísimo, las farmacéuticas están tranquilas ,por que clientes no le faltaran con la de nuevos casos que salen todos los días y con la de.obesidad infantil que hay ahora los vamos a hacer más ricos que al Donald Trump. Un beso
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Noelia
19/5/2019 15:16:42
Esos aparatos eran super pesadps, era muy pequeña cuando aquella época, pero no se olvidará nunca.
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Trini "barquillas"
19/5/2019 17:19:53
Hola Noelia, al acabar de leer me he dado cuenta que eres la misma chica que descubrió de mayor que ¡eras dislexica!, hija mía, no quisiera estar en la piel de tu madre, porque tiene que ser una angustia que no quiero imaginar. Me maravilla esa manera de contarlo tan cruda y vital, pero me lleva a la duda: -¿Son relatos donde nos cuentas lo que sufren estas personas para que lo entendamos desde tu experiencia? ¿o es tu vida real? porque si lo es, no imagino como puedes manejar todo y seguir adelante con ganas de hacer tantas cosas, es admirable. Gracias
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Noelia
19/5/2019 17:46:13
Hola, buenas tardes. Es mi vida.
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Trini "Barquillas"
19/5/2019 22:34:13
Gracias, que combinación tan dura de superar, pero aplaudo su actitud para hacer frente a la adversidad y seguro que pueda alcanzar un equilibrio y la paz con sus padres.
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Noelia
19/5/2019 23:36:20
La edad y la madurez te va calmando. Como dice mi padre el proverbio Chino. Cuando eres pequeño tus padres son tus héroes, cuando llegas a la adolescencia piensas que tus padres son más tontos que tú, y cuando llegas a la vejez te das cuenta que eras más tonto que ellos y, vuelves a esa admiración que nunca se debió de ir.
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Amaro Siverio
9/6/2019 01:07:11
Maravilloso artículo. Te felicito amiga guerrera. Ánimo y siempre persigue la meta que tanto te define, conocer para poder ayudar a los demás. Un abrazo inmenso Noelia.
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Noelia
9/6/2019 23:18:23
Gracias a ti , por tu apoyo y admiración.
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Inma
11/6/2019 00:57:38
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