Ayer 17 de agosto del 2017 era una tranquila y cálida tarde estival donde todos hacíamos nuestra vida cotidiana ensimismados en nuestros problemas cotidianos, veíamos la televisión despreocupadamente, escuchábamos la radio mientras caminábamos, hacíamos cualquier tarea rutinaria o mirábamos compulsivamente nuestras redes sociales cuando poco antes de las seis de la tarde todo se detenía en seco, los medios de comunicación se colapsaban con una terrible noticia: En Barcelona, una furgoneta había atropellado a la multitud que transitaba por la Rambla de Barcelona provocando más de una decena de fallecidos y causando casi cien heridos. El vehículo había iniciado su recorrido en la confluencia de la Rambla con Plaça Catalunya y había recorrido 600 metros hasta el mosaico de Joan Miró (Carrer Hospital), atropellando a todas las personas que se encontraba, haciendo eses para causar el mayor daño posible. Al principio todo era confusión, luego comenzó a llover la información: detenidos relacionados con el atentado, alguien lograba huir tras el atropello, uno de ellos había sido identificado y la imagen distribuida por las redes sociales, habían alquilado dos furgonetas… las imágenes grabadas con los móviles se habían distribuido a toda velocidad por las redes sociales y los comunicados oficiales se sucedían uno tras otro, informando sobre el traslado de los heridos, los sospechosos, las condenas de los distintos dirigentes de estado... las imágenes dramáticas se sucedían… pero todavía el drama del terrorismo no había terminado. Unas nueve horas después los Mossos de Escuadra abatían a cinco terroristas en Cambrils tras ser interceptados en un control y acuchillar a varios ciudadanos, la explosión en una casa de Alcanar (Tarragona) donde los terroristas estaban manipulando bombonas de gas podría haber sido el desencadenante… ayer los terroristas una vez más habían ganado una batalla, una de las más difíciles: la propagandística. La guerra de la difusión y la propaganda Con apenas medios, los terroristas habían provocado una masacre en un lugar muy simbólico y las imágenes habían dado la vuelta al mundo aterrorizando al planeta con nuestra inestimable ayuda y entorpeciendo de paso la investigación policial. Twitter @guardiacivil Tan solo unos minutos después de los atentados las redes sociales bullían con las escabrosas escenas del atentando distribuidas a la máxima velocidad, pero esto era realmente lo peor que podía ocurrir, los terroristas completaban así todos sus objetivos. Es lógico que tras un hecho tan traumático como este, cuando una persona está cerca de un suceso de este tipo, el instinto le lleva a compartir todo tipo de material que haya grabado tras los momentos del atentado, sumida en la confusión, la rabia o incluso por un execrable deseo de notoriedad. De igual manera los ciudadanos de las zonas colindantes también acostumbran a compartir las imágenes que les llegan, las motivaciones son dadas las circunstancias lógicas, pero en realidad es la peor de las ideas Para empezar en estas situaciones las personas toman imágenes donde se observan agentes de la ley en plena acción o realizando actividades de investigación, así que para empezar se dificulta tremendamente su trabajo ya que al grabar a los agentes tomando posiciones en el escenario se facilita a los terroristas una impagable información táctica que puede ayudar a facilitar su escape o incluso facilitas información para emboscar a los propios agentes. Una información que desde luego es lo último que en una situación así debería tener acceso un terrorista. Para empeorar la situación los agentes se alertan por la presencia de las cámaras con lo que estos deben esforzarse en poner recursos valiosísimos en evitar que las personas en el lugar de los hechos tomen y luego distribuyan imágenes que no se deben difundir. Xavier Aldekoa En el caso por ejemplo de los servicios de emergencia, la cuestión adquiere tintes dramáticos adicionales, aunque normalmente son profesionales bien preparados y cualificados con experiencia, deben enfrentarse a situaciones complejas y muy difíciles incluso con su experiencia, con heridos de extrema gravedad muchas veces, las decisiones que deben tomar en cuestión de segundos pueden llegar a suponer la diferencia entre la vida y la muerte para la víctima, verse rodeados de cámaras entorpeciendo su labor y afectando a su templanza no es precisamente una buena idea. Desde el punto de vista personal, podemos estar revelando la identidad de los heridos o fallecidos a través de las redes sociales, en estas imágenes y videos podemos ver rostros y ropa identificable por los allegados, que podrían recibir así la noticia de la desgracia de sus seres queridos en el peor de los escenarios posibles, pudiendo afectar terriblemente en el aspecto psicológico la difusión pública de las imágenes y multiplicando con creces el sufrimiento al que se vean sometidos tanto por la noticia inesperada y pública como por la crudeza de las imágenes. También herimos la sensibilidad de muchas personas que se ven afectadas por las crudas imágenes, que nada aportan realmente excepto a amplificar los deseos de dañarnos psicológicamente que persiguen los terroristas. El resultado de estas imágenes por tanto solo beneficia a las intenciones de los terroristas ya que consiguen aumentar el estado de nerviosismo y alarma, que es exactamente uno de los objetivos que persiguen. Muchas veces quien las distribuye busca un efecto contrario al que realmente persigue, contribuyendo a la sensación de terror y caos, elevando innecesariamente el nivel de pánico. Muchas veces personas o entidades malintencionadas filtran imágenes falsas o de otros sucesos aprovechando las circunstancias por diversas razones, desde un vano y mezquino afán de notoriedad a la obtención de publicidad u otros fines de carácter político radical. Twitter @policia Lo cierto es que pese a los llamamientos tanto de las fuerzas de seguridad como de muchos medios e incluso periodistas estás imágenes escabrosas se han distribuido a gran velocidad. Echando gasolina al fuego Las organizaciones terroristas son completamente conscientes de la importancia de los medios de comunicación en la difusión de su actividad. Hace tiempo que los terroristas tienen clara la necesidad de que todo resultado de sus acciones aparezca rápidamente en la primera página de todos los periódicos, como cabecera de todos los telediarios y principal noticia distribuida en las redes sociales. Atendiendo a las conocidas palabras de Clausevitz donde la política es la continuación de la guerra por otros medios, el terrorismo es la continuación de la propaganda política hasta el punto de haberse transformado actualmente en la más poderosa de las propagandas. La diferencia básica entre un criminal común y uno terrorista es sencilla: los delincuentes comunes huyen de la publicidad, mientras que para un terrorista la distribución de sus actos en los medios es un fin esencial para cumplir con sus expectativas, la atribución del crimen es primordial, así que nuestras cámaras actúan como crueles notarios que dan fe de su poder y maldad. Los grupos terroristas no consiguen sus objetivos y reivindicaciones dando entrevistas, puesto que la indiferencia sería el mejor de los resultados ante las argumentaciones extremistas. El atentado de la las Torres Gemelas supuso un cambio radical en la manera que el terrorismo actuaba y desde entonces la toma de conciencia del uso de los medios de comunicación como medio amplificador se ha disparado exponencialmente Lared.cl La fórmula es sencilla: cuanta más crueldad mejor, cuanto más simbólico sea el lugar mejor, cuanta más crudeza se distribuya en las imágenes mejor y cuanta más gente las vea, sea como sean las escenas, aun mejor. El objetivo de esto es claro, hacernos sentirnos inseguros, temerles y sentir miedo por nuestro estilo de vida. Ese terror hace que su efecto se multiplique con creces. Los grupos terroristas por muchos medios que dispongan, jamás pueden alcanzar a enfrentarse meramente en condiciones a un adversario convencional como puede ser las fuerzas de orden público o un ejército regular con unas mínimas posibilidades de éxito y lo saben, pero han encontrado en Internet un aliado poderoso gracias a nuestro desconocimiento real de los mecanismos que emplean tanto para utilizar las redes como arma como para entender los mecanismos psicológicos y sociológicos que provocamos involuntariamente al distribuir estas imágenes. El terrorismo actual sin duda está pensado para llamar nuestra atención y dirigirla hacía ellos, es por tanto que los delitos que cometen se transforman automáticamente en amenazas, en exigencias que distribuyen un mensaje a través de un terrorífico espectáculo que han aprendido a escenificar a la perfección, sabedores que lo reproduciremos y distribuiremos masivamente cuanto más cruel sea la puesta en escena. El discurso del terror: “Mañana te puede ocurrir a ti.” La forma en que los terroristas han ido evolucionando a la hora de cometer sus atentados, la manera en que se organizan (o mejor dicho, que ya no se organizan, es decir los tan de moda lobos solitarios), los escasos medios empleados y la extrema crueldad de sus acciones atienden a una nueva visión del terrorismo, difícil de combatir con los medios tradicionales y que atiende al objetivo de cristalizar el discurso de nuestro miedo a lo impredecible, a la arbitrariedad del destino. Twitter @policia El miedo y el terror generado es el verdadero objetivo de estas acciones y este objetivo se multiplica hasta el infinito con el visionado de las imágenes terribles del atentado multiplicando erróneamente la capacidad de acción de estos grupos, pues ni todos los terroristas del mundo unidos inmolándose a la vez, podrían provocar un número significativo de bajas frente a cualquier estado occidental preparado y bien organizado. Pese a la crueldad de lo expresado, es un hecho, no poseen la capacidad real para tomar el control de los estados, como bien ha quedado demostrado con ISIS y su incapacidad manifiesta para poder controlar amplios territorios durante largos periodos, incluso en zonas de una supuesta afinidad religiosa o cultural. Es por tanto que el objeto claro de estos atentados va claramente encaminado a causar un deterioro en nuestro sentido de la seguridad y la confianza en nuestros propios mecanismos de estabilidad social y bienestar con el objeto de que nuestros miedos afecten al equilibrio político y a la toma de decisiones de nuestros gobernantes, sabedores de su incapacidad real de hacer frente en un escenario de combate tradicional. Por otro lado, la difusión masiva de estas atrocidades da alas dentro de sus partidarios radicales y favorece el estado de miedo y temor a represalias en las zonas donde regionalmente son fuertes, ya que amplifican de forma irracional un poder que realmente no poseen, pero que involuntariamente les otorgamos al distribuir sus crímenes. El miedo a la muerte está presente en todos los seres humanos, somos la única especie consciente de lo inevitable de la muerte, así que los mecanismos para despertar en nosotros ese miedo a lo que sucederá tarde o temprano y romper las naturales barreras psicológicas que nos defienden de este temor, les resulta sencillo cuando visionamos las crueles imágenes de estos atentados que de manera irracional nos trasladan a un escenario de indefensión. La ira, ese terrible enemigo. Cuando vemos a un niño yaciendo desamparado en un charco de sangre en mitad de la confusión se desata en nuestra psique una oleada de sentimientos de tristeza, ira, rabia u odio incontrolables, que desde luego son algo lógico en una persona normal y previsible por los terroristas y sus instigadores, que naturalmente lo saben perfectamente y lo buscan. Desean desatar en nosotros no solo miedo, sino también ira, una locura irracional que nos lleve a decir y hacer barbaridades u actos descontrolados de todo tipo que por un lado aumentarán el caos generado por sus crueles acciones, mientras que por otro les daremos un material de incalculable valor para ellos que podrán usar contra nosotros en el futuro como propaganda, donde extraen esas noticias de nuestras acciones fuera del contexto y se distribuyen en sus sociedades como ejemplo del odio que sentimos falsamente hacia la totalidad de una sociedad, cultura o religión que poco o nada tienen que ver con estos criminales. Teldeactualidad
Por si fuera poco, dan alas a grupos extremistas de toda índole dentro de nuestra propia sociedad que buscan distribuir estas imágenes escabrosas con el objeto de mostrar su repulsa contra estos asesinos, así como para justificar sus ideas más radicales hacía otros grupos y culturas. Sin ser conscientes del gran favor que hacen a los terroristas, extendiendo la idea de que el pensamiento de los terroristas es compartido por la totalidad de estas sociedades apoyándose muchas veces en argumentos totalmente ciertos como son la intolerancia hacia la diversidad, el machismo más arraigado y terrible o el rechazo cultural y la incomprensión hacia las bondades de un sistema democrático e igualitario, pero pese a todo esto no es más que una cuestión tangencial, puesto que obviamente nunca ninguna sociedad en su totalidad es partidaria de estos valores erróneos, observemos solamente como ejemplo la disparidad de ideas e ideologías enfrentadas en nuestro propio país. De hecho estos grupos muchas veces, de buena voluntad con sus propias ideas, no son conscientes que promueven con su actitud la radicalidad entre las personas moderadas de estas sociedades, ya que los terroristas a su vez muestran estas reacciones descontextualizadas como el ejemplo de un supuesto odio general de nuestra sociedad hacía la suya, dificultando aun más una posible solución futura del conflicto. Por tanto debemos reflexionar y considerar con frialdad el hecho indiscutible de que hacemos un favor a estos asesinos distribuyendo estas imágenes de forma incontrolada, usando unos medios tecnológicos y una gigantesca infraestructura que además hemos desarrollado nosotros en su totalidad y que de esta manera les regalamos para sus fines. Manuel Castelló (kasmangou) Temas relacionados: Kasmangou, Opinión, Sociedad, Economía social, Política, Medios de comunicación, Redes Sociales Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
7 Comentarios
Jesus
18/8/2017 17:28:25
Por fin se puede leer algo con sentido común en la red, lo que buscan estos locos desesperado es sembrar el miedo en la sociedad, cuando en el fondo de nuestro ser, sabemos que no son capaces de invadir ninguna nación, no hay conquista sin ocupación y ellos lo saben, solo pueden dar golpes a nuestra moral.
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Manuel Castelló (Kasmangou)
18/8/2017 18:37:45
Gracias ! Lo ha explicado perfectamente, no tienen ninguna opción, así que se limitan a sembrar el terror y dejar constancia de su verdadera naturaleza.
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Laura
18/8/2017 17:31:07
Totalmente de acuerdo, ayer las redes sociales fueron una bomba de relojería. Comparto este artículo para colaborar con la reflexión y darnos cuenta de cómo bien expones el doble arma que supone el envío de este tipo de imágenes. Gracias
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Manuel Castelló (Kasmangou)
18/8/2017 18:49:33
Gracias, me alegro mucho que se comprenda la intención, hay que evitar que usen las redes sociales como un arma más.
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Ana
18/8/2017 17:39:08
Un artículo genial el cual comparto para que si tenemos la desgracia de que ocurra una catástrofe como la de ayer, se eviten los vídeos e imágenes macabras y se ayude de verdad.
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Manuel Castelló (Kasmangou)
18/8/2017 18:57:15
Cierto, tienes toda la razón! La función documental de un suceso es misión de los profesionales que se supone que para eso están y que deberían tratarla de la manera adecuada, mientras que el deber cívico en estas circunstancias es auxiliar a las víctimas o al menos no entorpecer dicha labor, pero desde luego no ayudar a maximizar los deseos de los criminales.
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Sandra
22/8/2017 20:13:10
Una vez leído el artículo, voy a intentar ordenar un poco mis ideas al respecto... a ver si lo consigo!
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