Juego de tronos - La consolidación de una edad de oro o cinco razones absurdas para no perderse esta serie (Parte 3)

Atención: Pese a que no hemos querido desvelar la trama de la serie, es posible encontrar algún spoiler necesario para el análisis

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JUEGO DE TRONOS  - Capítulo 2 - La acción en tiempos del CGI

Debido a las derivas de nuestro país, había pospuesto temporalmente el segundo capítulo, pero, ya, por fin, continuando con esas razones absurdas y triviales para ver esta serie, ¿qué tal si nos centramos en la mejor de todas?

2- La acción

Desde la creación de la televisión, si algo la diferenciaba "a primera vista" de su aparente hermano mayor, eso era  la espectacularidad, los requisitos técnicos hacían realmente difícil el rodaje solvente de escenas de gran acumulación visual en movimiento, de una acción realmente solvente o sencillamente de efectos especiales, todo se limitaba, seamos sinceros a una cuestión económica, pero que, admitámoslo ha cambiado completamente gracias a la irrupción de los ordenadores  en el campo de la cinematografía y la televisión.

Aliens: El regreso/20th Century Fox / Brandywine Productions

Toda esta revolución, comenzó hace ya mucho tiempo, pero su consolidación solo ha sido posible hace relativamente muy poco, veamos pues rápidamente de donde viene todo esto:

Los orígenes se remontan, a los años 70 y 80 del siglo pasado, cuando unas cuantas películas comandadas por un grupo de directores jóvenes como Steven Spielberg, Riddley Scott o George Lucas, apuestan por un cine, donde los efectos especiales son parte importante de sus filmes, pero a diferencia, de prácticamente todo lo anterior, están dirigidos a un público mayoritario, con un cambio sustancial en la forma de narrar, en la historias que cuentan y como las cuentan, digamos que el cine de género, se transforma en el género por excelencia: acaba de nacer el "blockbuster".

Ben-Hur/ Metro-Goldwyn-Mayer

Hasta los años 70, la narración de grandes eventos históricos, o de época se circunscribía a costosísimas superproducciones, ya desde los primeros tiempos, donde Cecil B. DeMille (Rey de Reyes, 1927; Cleopatra, 1934) o D.W. Griffith (El nacimiento de una nación, 1915; Intolerancia, 1916) recreaban monumentales epopeyas históricas y religiosas , y donde los descomunales presupuestos, derivados de la imposibilidad de aplicar efectos especiales que abarataran costes y la rudimentaria tecnología de filmación , hacían de los grandes planos y de la acción un suplicio para el productor, que además tenía que asegurarse los futuros beneficios con la contratación de estrellas y directores que garantizaran el éxito en taquilla, que justificara los carísimos presupuestos de una película de este tipo.

De todo ello,  es decir el compromiso económico versus costes de producción, llevo a que las historias a narrar, quedaran, la mayor parte de las veces secuestradas por la necesidad de beneficio. Por supuesto el código Hays (vigente en EEUU desde 1934 hasta 1968) no hizo más que empeorar la situación, al igual que otras formas de censura o auto-censura, en todos los países que relegó a ciertos géneros cinematográficos a un oscuro callejón y luego a una larga travesía.

Metropolis/U.F.A.

Debido a las terribles exigencias presupuestarias que llevaba consigo, el rodaje de cierto tipo de cine, muchas veces, quedo recluido a la serie B o peor, cuando se intento abordar con solvencia ciertos géneros o temas, siendo el gran ejemplo sin duda la Ciencia Ficción, género que sin duda, tardó como ningún otro en alcanzar su tiempo de gloria, siendo ninguneado durante décadas, pese a ello, durante la primera parte del siglo XX, dejo grandes obras como Metrópolis (Fritz Lang,1927), Planeta prohibido (Fred M. Wilcox, 1956), El increíble hombre menguante (Jack Arnold, 1957) , etc..

Pero, como todo, esta situación llego a su fin, primero fue Tiburón, Blade Runner, Alien el 8º pasajero y  por supuesto, La Guerra de las Galaxias y En busca del Arca perdida...

El dinero comenzaba a entrar en las productoras, apostando por una nueva forma de hacer cine y donde la tecnología, poco a poco iba desarrollándose con su buque insignia a la cabeza: Industrial Light & Magic, pero esto es ya otra historia...

Toy Story/Walt Disney Pictures / Pixar Animation Studios

Con el nuevo siglo, Pixar había cambiado la visión de la imagen sintética en el público, con grandes guiones, y consolidado el uso de los recursos digitales, desde Toy Story (1995) hasta hoy, el uso de la computación a nivel cinematográfico nos ha llevado a la extenuación, de la espectacular e inteligente The Matrix (1999) a la mareante e infantil saga de Transformers, hemos visto una sobre explotación de los efectos especiales intentando sobre pasar el límite cada día, que a mi entender ha alcanzado en las sagas de El señor de los anillos (2001 - 2003),  Star Wars (1977 - 1983; 1999 - 2005; 2015 - 2019) y The Hobbit (2012 - 2014), sin olvidar Avatar, su mayor esplendor técnico, a nivel de combate y acción, digamos “clásica”.

Avatar/20th Century Fox / Lightstorm Entertainment / Giant Studios Inc.

Pero si algo ha provocado o seguido a este esplendor técnico, es una decadencia argumental y en muchos casos de actuación tremenda, inversamente proporcional a lo que ha sucedido en la televisión, donde además han sabido aprovechar todo ese conocimiento adquirido del cine y sus reducciones de coste en materia técnica gracias al CGI.

Aunque ya teníamos algunos ejemplos anteriores que supieron (o intentaron al menos) fusionar estas materias, como la gran Hermanos de Sangre (2001), por ejemplo, donde podemos observar como en pocas esa fusión de guión y acción que es la que nos disponemos a abordar.

Hermanos de sangre/HBO

Para empezar, esta serie ha tenido una gran evolución técnica desde la primera temporada, y a medida ha ido creciendo, ha sabido aprovechar con inteligencia sus recursos técnicos y económicos, si bien al principio sus limitaciones económicas les obligaron a limitar la espectacularidad y la acción, desde el capitulo uno, dejaron bien claro que la acción cruda y sin ataduras sería una marca de la casa, con la muerte y la desgracia que se iba a cebar a diestro y siniestro. La caída de Bran Stark de la almena al descubrir el morboso secreto de los hermanos Lannister dio el pistoletazo de salida.

Desde un primer momento se decanta por una violencia cruda y una acción desgarrada, donde los efectos especiales van a permitir toda serie de mutilaciones, decapitaciones y barbaridades varias, incluida la muerte por “coronación por metal fundido”, sin duda una de mis favoritas.

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La decapitación y posterior ensartado en una pica de la cabeza del patriarca Ned Stark, será desde el principio, una de esas escenas sin contemplaciones, donde la violencia sabrá imprimir a la serie su sello, más allá del sadismo gratuito, describiendo la crudeza de la vida en esos reinos y la maldad de algunos de sus personajes.

Por cierto, y como anécdota os diremos, que junto a la pica con la cabeza del Rey en el Norte, se encontraba la de George W. Bush, con una bonita peluca, la polémica estaba servida.

Pero si en algún punto la acción y los efectos especiales han sabido reflejar la épica fantástica de la serie, ha sido con Daenarys Targaryen (Emilia Clarke) y sus dragones, desde el momento en que es quemada viva junto al cuerpo sin vida de Khal Drogo su marido, y los huevos de dragones sin eclosionar, saliendo de la pira desnuda y con sus tres pequeños dragones recién nacidos.

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Estos dragones han crecido poco a poco, y sabido complementar perfectamente con su fuerza y brutalidad el papel justo y difícil de su madre, que ha tenido que aprender a dominar y querer a sus vástagos, que no han dudado en rescatarla cuando ha sido necesario o descuartizar e incinerar a quien tuvieran ocasión (fantástico momento aquel, donde uno de estos dragones rescata a su madre de una mortal emboscada de los Hijos de la Arpía, en la arena del circo, donde la muerte aguardaba y es burlada a lomos de su hijo Drogon, el dragón desaparecido), hasta la épica batalla naval de la última temporada hasta la fecha, donde unos dragones adultos y temibles ejecutan las ordenes de su madre incinerando naves enemigas sin contemplaciones y mostrando su verdadero poder en una esplendida escena.

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Las batallas de corte clásico se han sucedido durante todas las temporadas ( me temo que voy a incluir esos enfrentamientos contra los caminantes blancos, tan memorables como alejados de la acción clásica, a no ser que incluyamos una visión más terrorífica del cine, como la saga Evil Dead -Terroríficamente muertos -(1987) de Sam Raimi, por ejemplo).

Posiblemente es el capítulo 9 de la segunda temporada donde esta acción llevada a la pequeña pantalla, comienza a ser algo especial, La Batalla de Aguasnegras, donde el sabio Tyrion decide arrasar las naves enemigas que asedian la ciudad con fuego valyrio, es el primer intento “serio” de Juego de Tronos por representar una batalla de alto nivel, con todas sus características clásicas, y sin duda lo consigue con nota, aquí no solo el papel de los efectos especiales juega un gran papel, la coordinación de los combates y un muy inteligente montaje llevan a que la acción no decaiga catapultando la serie a un nuevo nivel.

En todo momento, las palabras acción y violencia descarnada, van unidas en casi cualquier situación dramática, como pueda ser la Boda Roja y la Boda Púrpura, los degollamientos, las decapitaciones o los apuñalamientos son mostrados con toda violencia, mujeres, niños... todos se enfrentan a muertes explicitas, finales sucios y sangrientos que muestran una muerte sin consuelo alguno.

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Hasta ese rey psicópata Joffrey, muerto por envenenamiento, sufrirá una espantosa muerte sangrando y con un rostro destrozado por los matices blancos y violetas de la cruda ausencia de oxigeno en el cuerpo.

Por supuesto, no vamos a olvidar esos magníficos combates cuerpo a cuerpo, donde el montaje y buen hacer de los especialistas, nos mantienen pegados a la pantalla esperando en completa expectación quién ganará el cruento enfrentamiento, porque, en Juego de Tronos, no hay reglas que nos garanticen un ganador de antemano, el ejemplo mejor destacaría esto podría ser el enfrentamiento entre Oberyn (la Víbora Roja) y la Montaña, (todos los que tenemos cierta edad recordamos en este momento, esa escena mítica del cine, donde Iñigo Montoya venga a su padre en “La princesa prometida” - por cierto, considerada está una de las mejores escenas de acción con espadas, o sea, esgrima de todos los tiempos, y que llegado este momento y aunque no venga al caso, no voy a dudar en aconsejar su visionado encarecidamente), tras un magistral combate donde un increíble guerrero hace frente a ese monstruo de carne que es la Montaña,  Oberyn queda atrapado entre las moribundas manos de este animal, que le aplastará de forma terrible primero sus ojos y luego hará explotar su cabeza cual melón maduro, para espanto de Tyrion que ve sellado su destino y el propio público, ya más relajado después del emocionante combate y que ahora aterrorizado y asqueado tiene que girar la cabeza de la pantalla, mientras todos sus esquemas mentales y el propio estomago se van al infierno.

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Esta magistral fórmula para enganchar a los espectadores ha sido manejada con sabiduría por los creadores de la serie, una y otra vez, quizás no con la regularidad y constancia que esperábamos (unos para más y otros para menos) pero siempre con excelente resultado.

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No vamos a olvidar, la vertiente más terrorífica y oscura de esta acción, esos caminantes blancos, seres muertos de increíble velocidad y terriblemente letales, completamente terroríficos gracias a unos diseños soberbios, inspirados en los zombies clásicos, pero magistralmente generados por ordenador y perfectamente insertados en cada batalla en la que se les ha tenido que hacer frente, donde el enfrentamiento en Casa Austera en el octavo episodio de la quinta temporada, contra estas hordas, levantó un comienzo de temporada bastante “tranquilito” y lo transformo en un inquietante relato de terror, uno de esos giros argumentales, que tanto encantan a algunos de los seguidores de la serie. Ya teníamos claro lo que significaba “se acerca el invierno”.

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La Batalla de los Bastardos, ese punto y aparte...
Ya en la temporada 2 con el episodio 9, con la batalla de Blackwater,  teníamos claro que era una gran serie en este apartado, pero con todo lo anteriormente dicho, aún tenía que llegar la Batalla de los Bastardos, la que en mi humilde opinión iguala  las series de televisión y concretamente esta, a todo lo visto en cine anteriormente.

Para empezar, este capítulo se llevó el sólito seis estatuillas en los Emmy (mejor dirección, guión, maquillaje, efectos visuales, edición y mezcla de sonido). El rodaje de estas secuencias de acción no fueron ninguna broma, implicaron a mas de 600 miembros del equipo de la serie, se contrataron más de 500 extras y se tardo casi un mes en rodarse, los miembros de los distintos ejércitos se entrenaron de forma separada para diferenciar técnicas de combate, hubo que emplear 70 caballos y 160 toneladas de grava para que la constante lluvia no redujera la movilidad de hombres y caballos, luego el montaje y los fantásticos efectos especiales se encargaron de multiplicar a estos soldados, en una postproducción casi igual de épica.

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El director de este capítulo al igual que el también espectacular Casa Austera en la quinta temporada, con zombies y salvajes, fue rodado por Miguel Sapochnik, de una manera que casi roza la perfección.
A lo largo de la historia del cine, hemos presenciado grandes y espectaculares batallas de capa y espada, todos recordamos los clásicos Ben-Hur,(1959), Espartaco (1960),  o más recientemente Braveheart (Mel Gibson, 1995) o las delirantes batallas del Señor de los Anillos, a excepción de esta última saga, todas compartían un elemento común a mi entender: la empatía por los personajes que en tales batallas se jugaban la vida, los grandes directores siempre han sabido como comprimir en dos horas, ese amor-odio a sus personajes, pero.. ¿Qué ocurriría si trasladamos eso a unos seres, con los que hemos convivido durante años?, donde la única certeza que tenemos, es precisamente, esa carencia de certezas...

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La batalla se desarrolla con un más que estudiado esquema táctico, prácticamente nunca visto en una serie de televisión, con estudiadas evoluciones en la batalla, sabiamente resueltas con un montaje, que perfectamente se podría estudiar en las escuelas de cine. Los planos aéreos, permiten ver la evolución de los acontecimientos con claridad, mientras que las escenas al pie de la batalla, son crudas, el cuerpo a cuerpo llega a ser asfixiante, y nunca mejor dicho, con esa turbadora montaña de cadáveres que acabará por rodearlo todo, y sepultar toda esperanza en un momento dado.

Los personajes luchan heroicamente, gritan, corren y huyen desesperados a la espera de un final terrible, mientras que los movimientos decisivos transcurren muchas  veces ocultos a ojos no solo de los contendientes, sino del espectador que vivirá con ansiedad la resolución de la contienda, incluso más allá de esa escena ya grabada en nuestras retinas para siempre de un John Nieve, de pie y visto de espaldas, que con su destino asumido, y espada en mano, se enfrentará a un final cierto, frente a ese gran ejercito que galopa hacia él, como estela de muerte anunciada.

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Así transcurrirá la batalla, con sus correspondientes giros y movimientos de unidades y ejércitos, donde lealtades y pasiones, jugarán su papel hasta el último momento, donde un espectador ya exhausto contemplara la horripilante muerte del malvado a manos de sus propios canes, helando la sangre en nuestras venas, mientras vemos a una mujer dejar atrás el atroz descuartizamiento con una simulada sonrisa, mas aterradora y desasosegadora que la batalla misma.

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Y con esto creo que debo ir finalizando, esta visión que sobre la acción nos deja esta serie, donde una batalla o un puñal hundido, no son algo bonito, emocionante o bello, donde la épica clásica de la batalla se funde con una realidad ya imposible de ocultar de lo que es la guerra, la muerte y el asesinato realmente, pero que ha sabido aunar en favor de un relato emocionante y reflexivo.

Inflexion Point Doctor

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