TECNOLOGÍA Y CIENCIA |
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Kris Krug / Flickr
Vamos a conocer el trabajo de Esther Duflo, la segunda mujer que recibe el Nobel de Economía, después de Elinor Ostro, galardonada en 2009.
Tuvimos que esperar al final de la primera década del siglo XXI para que una mujer fuese galardonada con el Nobel de Economía y otra más para que otra mujer increíble recibiese el segundo galardón a quien a sus 46 años, además, se ha convertido en la persona más joven en recibir el premio.
Hoy vamos a analizar a los galardonados y el porqué este año resulta un premio Nobel muy significativo, que sin duda ha destacado en lo que aparentemente es una disciplina considerada para muchos “aburrida” y “secundaria” pero que afecta a nuestras vidas como pocas.
Este lunes 14 de noviembre la academia sueca daba a conocer, siguiendo la tradición, el último premio Nobel de la lista, el de economía. Este año además resultaban un tanto especiales tras el pasado escándalo que dejó vacio el Nobel de literatura 2018 y había causado una especial atención en quienes serian los ganadores frente a la pérdida de confianza que la sociedad pudiese achacar a sus elecciones.
Sabían lo que se jugaban y claramente buscaron un galardón indiscutible, el resultado fue: el estadounidense Michael Kremer, de la Universidad de Harvard, el indio Abhijit Banerjee, y la francesa Esther Duflo , ambos del Massachusetts Institute of Technology (MIT) por “su aproximación experimental a aliviar la pobreza global”. Rápidamente todos supimos, que en el caso de Duflo suponía la persona más joven de la historia en ser premiada con este galardón y la segunda mujer en ser reconocida. La Academia resaltaba: “Su investigación ha mejorado considerablemente nuestra habilidad para luchar contra la pobreza global” … “Son solo dos ejemplos de cómo esta investigación ya ha ayudado a aliviar la pobreza global. También tiene un gran potencial para mejorar aún más la vida de las personas más pobres del mundo”,…“han mejorado dramáticamente nuestra habilidad para luchar contra la pobreza en la práctica”, mientras, la Academia también recordaba la triste realidad “más de 700 millones de personas aún subsisten con ingresos extremadamente bajos” sin duda este año habían logrado un discurso impecable. Su trabajo pasa por dividir el problema de la pobreza en cuestiones más pequeñas y manejables, como argumentaba la academia: “Han demostrado que se logran mejores respuestas con experimentos diseñados cuidadosamente”, algo que han demostrado al conseguir la mejora de la asistencia a los colegios o la salud de los niños. Como resultado, la Academia señalaba como en uno de sus estudios más de cinco millones de niños indios se beneficiaron de programas de tutoría en las escuelas y se habían introducido en varios países subsidios para salud preventiva. Como colofón de los resultados obtenidos por los premiados señalaban como sus trabajos de campo “han mejorado dramáticamente nuestra habilidad para luchar contra la pobreza en la práctica”. Nada que objetar. Pero entre los tres galardonados destaca una mujer muy especial Esther Duflo, una figura clave junto a Banerjeeen en el Laboratorio de Acción contra la Pobreza Abdul Latif Jameel (J-PAL), del MIT, un equipo preocupado por investigar el mejor uso de fondos para la ayuda al desarrollo. Por cierto, Duflo y el citado laboratorio, no nos son desconocidos por estas tierras, ya fue galardonado en 2008 con el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento o el premio de Ciencias Sociales Princesa de Asturias en 2015. Galardones que añadiría a una larga lista que incluye el prestigioso premio John Bates Clark en 2010, que distingue al mejor economista de Estados Unidos menor de 40 años. A diferencia de lo que ocurre en otras categorías, acertar en la quiniela sobre los favoritos a llevarse este galardón es realmente difícil, no es como cuándo un físico demuestra la existencia del bosón de Higgs o consigues salir en todos los noticiarios porque has conseguido un tratado de paz en Oriente Medio. Además para complicar las cosas, las estadísticas no estaban a su favor: suele ser un hombre blanco que ronda los 55 años y estadounidense. Ese ha sido el perfil, nada más y nada menos que en el 75% de los premiados de los últimos 20 años. Para empeorar las cifras, en toda la historia solo una mujer había sido premiada: Elinor Ostrom en 2009, junto a Oliver E. Williamson. Así que si querían un golpe de efecto y desviar sus a veces, cavernarias elecciones lo habían conseguido, como ya he dicho, nada de lo que quejarme.
Cuando escuché la noticia del galardón precisamente estaba junto a un economista amigo mío que con su habitual socarronería comentaba: “Ya te digo yo que en 1960 solo lo hubiese recibido Banerjee y Kremer” por suerte, hemos avanzado un poco desde entonces (el retorcido comentario era algo más que un recordatorio al machismo de la academia, pues hace referencia a un detalle que no he mencionado todavía, pues resulta que Abhijit Banerjee es su esposo y trabajan codo con codo en Instituto de Tecnología de Massachusetts, aunque ya puestos tampoco he mencionado que esta brillante mujer fue asesora del expresidente de EE.UU. Barack Obama).
A lo largo de los años muchas mujeres no han recibido el Nobel eclipsadas por sus compañeros masculinos, los cuales lo han aceptado a sabiendas de quien lo merecía más, aunque no es el motivo de este texto, me gustaría al menos recordar esta injusticia histórica antes de entrar un poco más en el trabajo de Duflo. Por ejemplo, desde su puesta en marcha, el Nobel de Medicina ha reconocido la investigación de 214 hombres, de los que solo doce eran mujeres, pese al gran número de féminas que trabajan en este campo desde hace muchísimos años. Y en otras categorías aún es peor.
Pero ahora centrémonos en el gran trabajo de esta mujer que se podría resumir en algo tan sencillo como sus ideas, “la solución a grandes problemas puede estar en cosas muy sencillas”, como por ejemplo, conseguir el aumento de la vacunación de niños con el incentivo de ofrecer un paquete de lentejas.
Esther Duflo nació en París en 1972, segunda de tres hijos de una pareja formada por un matemático y una pediatra, su infancia transcurrió en los alrededores de la cosmopolita capital. Se graduó en la École Normale Supérieure de París en 1994 en Historia y Economía y al siguiente año disponía ya de su postgrado en Economía en la École Normale Supérieure y la École Polytechnique. Tras esto llama la atención del MIT, donde se doctoró en el año 1999 donde se une a su selecto equipo de profesores ese mismo año, donde permanece hasta el día de hoy. Actualmente es profesora de la cátedra de Alivio de la Pobreza y Economía del Desarrollo y activa colaboradora del laboratorio J-PAL del que hablaré en unas líneas y que se ha convertido en una especie de auditoría para juzgar la eficacia de las ayudas al desarrollo. Como denunció Duflo en una charla TED que ofreció en el año 2010 haciendo referencia a la ayuda humanitaria: "Cada día, 25.000 niños mueren por causas totalmente evitables"…”Si no sabemos si hacemos algún bien no somos mejores que los médicos medievales y sus sanguijuelas. A veces el paciente mejora, a veces muere ¿son las sanguijuelas o es otra cosa?". La economista reconoce que es difícil contestar a la gran pregunta sobre si la ayuda humanitaria realmente es útil, pero sí se pueden responder preguntas concretas sobre acciones específicas para poder tomar decisiones a la hora de invertir dinero para paliar problemas. Su idea es sencilla y lógica: aplicar el mismo nivel de rigor científico que se aplica en otros campos, como sería la medicina, a la hora de tratar las políticas sociales.
Para poder aplicar sus ideas, Duflo fundó en el año 2003 J-PAL (Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab), que consiste en una red de 181 profesores afiliados provenientes de 58 universidades del mundo, con la misión de reducir la pobreza a través de conseguir que las políticas públicas estén basadas por la evidencia científica, algo que ya dicta el sentido común en todas las disciplinas científicas. Para ello, su fundación colabora con gobiernos y organizaciones sociales para analizar las prácticas de ayuda al desarrollo que realmente funcionan en la práctica.
Tanto ella como J-PAL comenzaron a cobrar relevancia pública cuando en 2013 el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, la incluyó en el comité presidencial para el desarrollo, un grupo de trabajo destinado a la reducción de la desigualdad.
¿Adivinan como pueden quedar los métodos españoles en los centros públicos al pasar el filtro de este método?
Por supuesto resulta evidente que sus opiniones a veces contradicen los intereses reales de muchas acciones supuestamente humanitarias y son directamente desoídas o se ignora su interés por colaborar, lo cual muchas veces, tras comprobar los resultados, no hace más que confirmar sus ideas y ayudar a destacar acciones inútiles frente a la eficacia de sus colaboraciones. Es por ello y sus logros que con los años J-Pal se ha trabajado un respeto y prestigio en el campo económico por su capacidad para aplicar a la política real sus teorías de la lucha contra la pobreza. Es importante invertir grandes cantidades en desarrollo pero como escribe Duflo en su libro Repensar la pobreza: "La clave está en saber cómo hay que gastar el dinero, no cuánto". Aunque gran parte de sus investigaciones está centrado en economías débiles y las estrategias para el desarrollo, Duflo también se ha apuntado en su trabajo a las políticas que deberían aplicarse en los países más desarrollados para disminuir la desigualdad, defendido en ocasiones, la idea de subir los impuestos a las rentas más altas. Sus resultados a veces son muy polémicos y tienen aplicación en diferentes campos, contradiciendo en algunos casos soluciones que aparentan en principio ser más lógicas. Un claro ejemplo lo tendríamos en la India, donde sus estudios entre los profesores identificaron un alto nivel de ausentismo laboral y encontraron que si se les hacían contratos a más corto plazo, renovables según los resultados, los alumnos aumentaban su rendimiento y conseguían mejores calificaciones. También ha defendido a organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, cuestión que le ha valido más de una crítica a una mujer pragmática y empírica conocedora de una realidad que no se puede solucionar con de la noche a la mañana con ideas revolucionarias. Haciendo gala de una gran mente femenina, su pensamiento es idealista en sus objetivos, realista en los medios y pragmática en las herramientas, algo que parece no ser criticable nunca en un hombre, sino todo lo contrario. Quizás estemos por fin cambiando, aunque obviaremos el detalle de la presa India donde titularon: “Le dieron el Nobel de Economía a la esposa de Banerjee”. Pues lo siento, Duflo tiene méritos propios Y que me perdone quien no entienda estas últimas líneas sobre una mujer decidida, inteligente y con las ideas claras. Se ha acusado a Duflo que su concepción de la pobreza es fuertemente individualista, es decir, que supone que cada individuo es responsable de su situación y, por lo tanto, las políticas deben enfocarse en cambiar las decisiones de cada uno de ellos. Este simplismo me asusta para desvirtuar su trabajo y más cuando la crítica procede de otra mujer. Argumentar que sus métodos son muy cuestionables éticamente por experimentar con seres humanos y no aplicar a un grupo completo una política que podría mejorar su situación es un sin sentido cuando se desconoce el resultado objetivo y más cuando hay una falacia subyacente en las críticas: pues analiza y compara estrategias donde no ha tomado partido en su concepción. Analizar los resultados de las políticas tomadas por otros no es solo legítimo sino necesario para mejorar la comprensión de cómo funciona una estrategia o criticar la mala praxis en la gestión de fondos. Auditar la buena voluntad para diseñar mejores tácticas y acabar con la corrupción es desde luego una idea “femenina” frente a la cabezonería irracional imperante en el sexo contrario. No se me ocurren ideas más “femeninas” para un premio Nobel de Economía. No nos engañemos, no hablamos de solidaridad como un término idealista. Hablamos de Economía, de la realidad que guía el mundo. Y esta mujer ofrece soluciones, prácticas, no palabras, ni deseos, ni guerras, ni fantasias suicidas ¿Hay algo más femenino?
Autora : Mani González
Temas relacionados: Economía Social, Sociedad, Política Y Ciencias Sociales, ManiPinkless, Tecnología Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
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