TECNOLOGÍA Y CIENCIA |
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Emergencia climática La emergencia de un nuevo y peligroso desorden climático, consecuencia directa del incremento de la temperatura global, añade una capa adicional de complejidad al escenario de la meteorología. Los modelos climáticos se ven obligados a operar en un contexto frecuentemente sin precedentes históricos, lo que incrementa la incertidumbre en la anticipación de las condiciones meteorológicas, tanto a medio como a largo plazo. Este panorama, sin duda, plantea desafíos significativos para la ciencia atmosférica y la predicción del clima. El calentamiento global, un fenómeno que se intensifica año tras año, está provocando un aumento constante en las temperaturas de las estaciones, siendo el verano el más afectado. Según el programa climático Copernicus de la Unión Europea, se espera que las temperaturas durante los meses de junio, julio y agosto de 2024 sean superiores a las normales en casi toda España, con una probabilidad de entre el 70 y el 100%. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) subraya un aspecto destacado del pronóstico estacional, que se basa en datos proporcionados por los principales modelos de predicción numérica a nivel mundial: No solo hay una alta probabilidad de que el verano sea más cálido de lo habitual, sino que, en el sur de Europa, se espera un verano significativamente más cálido de lo normal. En España, existe una probabilidad de entre el 50 y el 70% de que el verano de 2024 se encuentre entre el 20% de los veranos más cálidos registrados, una tendencia que ya se observó en los veranos de 2022 y 2023. Este patrón de aumento de las temperaturas es una clara indicación de la urgencia de abordar el cambio climático. En julio del 2022 ya se registró una “megaola” de calor en Europa, a nivel científico se define como un episodio de altas temperaturas según su intensidad, extensión y duración. Aquel año Ourense alcanzó la máxima más alta desde que existen registros y entre los hitos climáticos más destacados fuera de Galicia. Fuera de España sorprendió lo acaecido en Reino Unido donde se superaron por primera vez la barrera de los 40 grados. El año pasado, continuando la actual escalada se midieron los días más cálidos en la Tierra de los últimos 120.000 años y desde que la ciencia dispone de datos, la media global superó los 17 grados. África: Verano en el infierno La influencia de África en el clima global es innegable y cada vez más alarmante. Según las predicciones de Copernicus, el norte de África experimentará un verano abrasador, lo que no es un hecho aislado, sino un indicativo de una tendencia preocupante. Este continente, una de las principales fuentes de calor, está enviando aire cada vez más caliente a la Península, un fenómeno exacerbado por un proceso de retroalimentación en el suelo. A medida que esta región del planeta se deseca, la humedad disponible para la evaporación disminuye, lo que significa que toda la energía solar se dedica a calentar el aire en lugar de evaporar el agua. Este proceso físico crea un ciclo vicioso en el que las condiciones secas alimentan altas temperaturas, que a su vez intensifican la sequía. Además, las intensas anomalías cálidas en el Atlántico subtropical están desempeñando un papel crucial. Este mar, que ha estado registrando temperaturas récord durante meses, está contribuyendo a aumentar la temperatura del aire en contacto con la superficie marina. Este escenario no solo favorece la llegada de masas de aire cálido a la Península, sino que también se prevé una actividad ciclónica tropical especialmente intensa en los próximos meses. Galicia debe estar en alerta máxima, ya que cualquier tormenta que se desvíe de su trayectoria natural hacia el oeste podría tomar rumbo al norte, hacia las latitudes medias. Aunque un verano cálido no implica necesariamente una disminución de las precipitaciones, Copernicus predice un trimestre notablemente seco. La Aemet señala que, aunque las lluvias son generalmente escasas en verano en nuestro país, se espera que este próximo verano las precipitaciones sean aún más inferiores a lo normal. Este panorama, marcado por el calor extremo y la sequía, pone de manifiesto el dramatismo de la crisis climática que estamos viviendo y la urgencia de tomar medidas para mitigar sus efectos. Autor: Francisco Jesús Calle
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