MEDICINA |
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Como cada 17 de octubre se celebra esta iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la IASP con la misión de concienciar de la necesidad de ofrecer alivio para el sufrimiento físico de las enfermedades que causan dolor.
Cada año la iniciativa de la OMS y la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) nos recuerda la relevancia que ha tomado un objetivo que no es curar ninguna enfermedad en concreto pero que afecta decisivamente a la calidad de vida de muchos pacientes con enfermedades crónicas o aquellos que requieren una mejora en los cuidados tras una intervención o su posterior recuperación.
Todos tenemos que morir. Pero mi mayor y constante privilegio es poder ahorrar días de tortura. El dolor es el más terrible azote de la Humanidad; peor incluso que la misma muerte.
Albert Schweitzer
El dolor, aliado y enemigo al mismo tiempo
El dolor es una sensación desencadenada por el sistema nervioso como un mecanismo de defensa que nos alerta de los peligros y agresiones que sufre nuestro cuerpo. Durante muchos años se consideró el dolor como algo inevitable en algunas condiciones o en el dolor post operatorio y que debía soportarse ofreciendo un cuidado escaso, sin solución posible. Pero desde hace ya más de quince años la OMS declara que “el dolor crónico es una enfermedad, y su tratamiento, un derecho humano” instando a transformar la prácticas médicas del control de este como algo esencial en la medicina. Las consecuencias del dolor van más allá de los aspectos asociados al sufrimiento físico que desencadena, además hablamos de un problema sanitario muy importante cuyas consecuencias dañan considerablemente la calidad de vida de quienes lo padecen, en especial el dolor neuropático cursado en muchas enfermedades, influyendo negativamente en su entorno social, laboral o en sus relaciones personales.
Dom Lady
Muchas veces no somos conscientes, pero el dolor está presente en nuestro día a día mucho más de lo imaginamos, tan solo en España se calcula que más de 8 millones de españoles lo padece de alguna manera y un tercio de estos continuará soportándolo el resto de su vida. El perfil es complejo, tradicionalmente se concentra en personas de mayores de 50 años y predomina en las mujeres más que en los hombres, aunque los estudios revelan, con el paso del tiempo, que el dolor se extiende a un rango de población más extenso y con consecuencias más preocupantes de lo que en un principio podríamos considerar. A esto hay que añadir el ascenso en los últimos años del número total de personas que sufren dolor, relacionadas con el aumento de la esperanza de vida, los nuevos tratamientos que han permitido tratar ciertas enfermedades hasta ahora muy letales como el cáncer, patologías laborales u osteodegenerativas. El dolor neuropático Hay que resaltar la realidad del dolor neuropático en pacientes donde, hasta ahora, por diversas razones, quizás de índole social, se había corrido un tupido velo, como es el caso de las personas afectadas de una gran discapacidad o tetraplejias, incapaces de sentir estímulos físicos exteriores en casi todo su cuerpo, pero que pueden llegar a padecer auténticos tormentos de dolor y cuyo sufrimiento muchas veces se acrecienta por la incredulidad social y sanitaria que muchas veces aparece, como también ocurre en otras enfermedades muchas veces mal diagnosticadas y tratadas como es el caso de la fibromialgia, sídrome de fatiga crónica y muchas enfermedades raras. La complejidad del dolor neuropático, el cual engloba diferentes etiologías, mecanismos fisiopatológicos o manifestaciones clínicas, hace que en la práctica se desconozca la prevalencia exacta, aunque la Sociedad Española de Neurología (SEN) calcula que esta cifras podría rondar entre el 6 y el 8% de la población, es decir unos tres millones de personas, así que no podemos decir que sea una dolencia poco común o infrecuente.
Aunque los síntomas del dolor neuropático son muy variables en la práctica, es común que los pacientes experimenten síntomas dolorosos similares a una corriente eléctrica o quemazón de una forma muy intensa, tanto ante estímulos comunes, cambios incluso de temperatura o directamente sin estímulo exterior alguno.
En este tipo de dolor el cerebro del paciente interpreta estímulos sensoriales normales, como puede ser una caricia, el contacto de una mano, un ligero aumento de temperatura o sencillamente ponerse una prenda de vestir como si fueran sensaciones muy dolorosas y desagradables. Puede llegar incluso a ocurrir que directamente “no exista” ni tan siquiera un estímulo exterior y los mecanismos sensoriales interpreten estímulos que no existen generando un dolor completamente “fantasma”. Este dolor por tanto no tiene ninguna función biológica pero conlleva alteraciones físicas y emocionales que dañan la calidad de vida del paciente al ser altamente incapacitantes, con el problema añadido en muchos casos de la incomprensión social o incluso a veces sanitaria. La clave: Calidad de Vida Si bien como hemos comentado los síntomas son muy variables, el dolor de cualquier origen disminuye significativamente la calidad de vida de los pacientes, asociándose frecuentemente a cuadros depresivos y trastornos del sueño, hasta el punto que según los datos de la SEN, el 85% de los pacientes han visto deteriorada su calidad de vida y más de un 50% de los mismos padece ansiedad o depresión y trastornos del sueño. El mayor problema radica en que los pacientes no reciben un diagnóstico ni un tratamiento adecuado o están a la espera de que se consiga identificar el fármaco y la dosis que permita bloquear ese dolor. En demasiadas ocasiones es habitual que los pacientes deban probar diversos tratamientos para ver cuál es el que surge mejor efecto. Si a todo esto sumamos los problemas o recortes que la pasada crisis a supuesto en la sanidad pública, el desconocimiento de la complejidad del problema y la “puesta al día” de algunos profesionales sanitarios, el tratamiento que algunos pacientes llega a ser realmente insuficiente como se ha denunciado en más de una ocasión El abordaje debe ser multidisciplinar en muchos casos, sobre todo cuando se trata de dolores que responden mal a las medicaciones analgésicas convencionales, incluso se cuenta con tratamientos desarrollados para otras indicaciones, como puede ser la depresión o la epilepsia que palian parcialmente el dolor y que pueden ser de utilidad, pero para un tratamiento correcto se exige tiempo y colaboración entre distintos profesionales.
Unidades del dolor
Para permitir este abordaje especializado se han desarrollado las Unidades del Dolor en muchos hospitales de España y es importante que los pacientes las conozcan ya que ayudan a reducir la incidencia y severidad del dolor, mejorar la calidad de vida o disminuir las complicaciones derivadas de una reducción ineficaz del dolor. Por otro lado tienen una segunda misión no menos importante: educar a los pacientes y a sus familiares sobre los beneficios de un tratamiento eficaz y advertir de los riesgos de un tratamiento incorrecto. En teoría todo habitante del territorio español tiene una Unidad del Dolor de referencia para solicitar ayuda, aunque todavía faltan muchas plazas para cumplir las demandas, como siempre es una cuestión económica y de concienciación ya que es misión de los ciudadanos presionar a las instituciones para que se impliquen en ofrecer medios para el desarrollo de estas. Por otro lado hay que hacer de nuevo hincapié en la necesidad de seguir investigando, porque algunas enfermedades, por sus características son difíciles de tratar, ante la incapacidad de los pacientes de tolerar ciertos analgésicos, tratamientos o el desconocimiento sobre su condición, que todavía hoy existe para tratar algunas dolencias lo que impide que también sean aceptados en estas unidades del dolor.
Un coste económico nada desdeñable
El dolor, su tratamiento o consecuencias para el paciente y la sociedad provocan resultados económicos importantes y que no se evalúan todo lo bien que debería ser. Aunque no lo imaginemos, estamos hablando de una de las cifras importantes en economía: se estima que su coste es de alrededor de un 3% del PIB en Europa, tanto por los costes directos, que incluyen recursos humanos, coste de materiales y técnicas o gasto farmacológico hasta los costes indirectos, muchas veces no tenidos en cuenta y que suponen una cifra casi incalculable que muchas veces puede llegar a superar el propio tratamiento como son las bajas laborales que causa, la disminución de la productividad en los pacientes, pensiones o indemnizaciones. En España el dolor es con diferencia la causa más común de absentismo laboral, multiplicando por seis a las demás, suponiendo para la nación más gasto socio-sanitario que las enfermedades cardiovasculares o el cáncer en su conjunto. No atajar correctamente el dolor supone aumentar de manera considerable el número de días de hospitalización o las visitas al médico con el correspondiente gasto, además de suponer la mitad de las visitas a urgencias. Además, dentro de los costes indirectos muchas veces olvidamos el desgate que supone para la familia y cuidadores, muchas veces no son tenidos en cuenta pero que incrementan considerablemente la factura. El alivio del dolor como un derecho humano En el año 2004 el médico australiano de cuidados paliativos F. Brennan y M. J. Cousins del Instituto de Investigación del Tratamiento del Dolor de la Universidad de Sidney publicaron en Pain: Clinical Updates, un documento muy especial donde se abordaba la promoción del alivio del dolor como un derecho humano fundamental, además de ser, por supuesto, una buena práctica médica y ética: “El momento ha llegado. El problema está claro. El dolor es un grave problema de salud pública en todo el mundo. La distancia que separa el conocimiento cada vez más sofisticado del dolor y su tratamiento de la aplicación efectiva de dicho conocimiento es grande y cada vez mayor. Ni el dolor agudo ni el dolor crónico suelen recibir un tratamiento adecuado por muy diversas razones de cultura, actitud, educación, política y logística. Frustrados por el lento ritmo del cambio, los especialistas en dolor y las asociaciones nacionales e internacionales del dolor han reaccionado de formas distintas” ¿En que se basa la defensa de este derecho? “El término “derecho” es una buena forma de defender un ideal y exigir el cumplimiento de una obligación. Dos factores clave justifican el nacimiento de este derecho a un tratamiento adecuado del dolor. El primero es la acumulación de evidencias procedentes de distintas fuentes sobre el tratamiento insuficiente que recibe el dolor y la necesidad de derrotar a una “ética de infratratamiento”. El segundo es el lenguaje generalizado de los “derechos” desde la adopción de las leyes internacionales sobre derechos humanos, el auge del movimiento de los consumidores, la cultura de derechos de las minorías y la promoción del individualismo, sobre todo en las sociedades liberales de Occidente.”
¿Cómo puedes participar para ayudar a concienciar?
No se puede terminar con el dolor desde internet pero si podemos hacerlo visible recordando aunque sea un día a quienes lo sufren todo el año y que en cualquier momento podemos ser cualquiera de nosotros. El día 17 de octubre podemos participar utilizando en los mensajes en redes sociales los hashtags #diamundialdolor o #diamundialcontraeldolor estos son abiertos, no hacen referencia a ninguna enfermedad en particular, grupo de pacientes o colectivo profesional, simplemente los podemos usar como nos apetezca para recordar a los pacientes que sufren dolor, a sus familiares, cuidadores o el alto precio que supone vivir con dolor. No hay límites, podemos animar a pacientes, apoyar a colectivos y asociaciones preocupadas por la problemática, denunciar las malas prácticas, las deficiencias del sistema sanitario, dar visibilidad o reconocer la labor de los profesionales que lo abordan incluso contar nuestra propia experiencia con el dolor u opinar sobre que mejoras propondríamos. No importa el medio y manera que elijamos, lo importante es conseguir la visibilidad que permita una concienciación social ante este problema, el reconocimiento de quienes se esfuerzan por mitigarlo, además del ánimo, apoyo y comprensión hacía quienes lo padecen sin olvidar que en un momento dado cualquiera de nosotros puede verse sorprendido por este copiloto que siempre nos acompaña y nos advierte del peligro pero que nunca sabremos cuando podría perder el control. Te puede interesar:
Autor: Inflexion Point Doctor
Temas relacionados: Enfermedades Raras, Divulgación científica, Biomedicina, Medicina, Pastillitas de Ciencia, Inflexion Point Doctor Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
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