CINE Y SERIES |
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En la historia del cine ha pululado muchas máquinas letales, pero la iconografía que ha aterrorizado nuestro subconsciente en los últimos 100 años es más compleja, perversa y nutrida de lo que podemos imaginar. Cuando en el año 1984 James Cameron dio vida al robot asesino más carismático de la historia del cine: Terminator eclipsó a toda una serie de ingenios mortales igual de espantosos o más, pero que tuvieron que vivir bajo la sombra del hermano favorito. Algunas de estas producciones con el paso del tiempo han sido revitalizadas mientras otras se han extinguido en la memoria, así que por un momento vamos a aparcar de nuestro subconsciente el antropomorfismo bello, corruptor y estilizado de Fritz Lang en Metrópolis (1927) y a un pistolero como Yul Brynner más allá del bien y el mal dispuesto a amargar la existencia de unos primerizos turistas en Westworld de 1973. Aquí vamos a visitar algunos de esos engendros directamente sanguinarios y sin necesidad de cobertura orgánica, ni lindezas de ningún tipo que enmascaren su fría letalidad como en el caso de Terminator. No. Aquí hablaremos del cine más descarnado del universo ciberpunk en su acepción más gore, donde los peligros de fabricar máquinas para triturar carne humana se desenvuelven con la soltura y claridad visionaria que representan en el terrorífico futuro de la guerra. A diferencia de los actuales engendros que parecen diseñados bien por Pininfarina o los ingenieros de Apple, más que para la producción de hamburguesas en serie con animales de dos patas, estas máquinas no están realizadas para que cuando las vea el enemigo piense: - Waaauuu!, Que líneas más increíbles tiene el maldito enemigo, se nota que se han preocupado por cuidar los bordes y los detalles de la carcasa. - ¡Ya lo creo mi Coronel! Sin esas luces tan elegantes y esas líneas tan agresivas haciendo juego con el óxido de la chapa estamos perdidos. Muy en el fondo estas máquinas de serie B lo que rezumaban además de sangre o aceite lubricante era mala leche y una ácida crítica al terrorífico e inhumano uso de la tecnología en el escenario bélico en una época donde los drones de combate y la nanotecnología todavía no eran los amos del arte de la guerra. HARDWARE, PROGRAMADO PARA MATAR (1990) Mucho cuidado con la basura que recogemos BSB / BSP/ Palace / Wicked Films Hace casi tres décadas un joven director de 23 años, Richard Stanley maravilló, aterrorizó o frustró por partes iguales, según se mire, a los pocos afortunados que pudieron acudir a un cine para presenciar un futuro terrible, asolado como hoy en día, con múltiples conflictos por todo el mundo, en medio de unas crisis que parecen no tener nunca fin, a mayor gloria del beneficio económico de la aniquilación mutua y de regalo, un destrozado medio ambiente que deja el planeta reducido a desiertos sofocantes de color rojo marciano y unas ciudades sacadas de un Blade Runner sin servicio de recogida de basura. Fue el debut cinematográfico de Stanley, que hasta entonces se había dedicado a dirigir videoclips mayoritariamente y que le permitieron acceder a poder rodar esta cinta de ciencia ficción post-apocalíptica nacida de la adaptación del cómic Shok! Tras su estreno, parecía augurarle un futuro prometedor, aunque a día de hoy podemos decir que desgraciadamente es su mejor obra, se mire como se mire. BSB / BSP/ Palace / Wicked Films Con un limitado presupuesto consiguió un universo inolvidable al ritmo del tema The order of Death de la banda Public Image Ltd u otros grupos como Motorhead y las delirantes palabras de Iggy Pop en una radio de fondo, que conseguían introducirnos en los limitados escenarios de una cinta en tan solo 5 minutos de metraje y ya podíamos imaginar que transformaría esa tierra tecno-infernal en algo todavía más brutal y violento. Máquinas asesinas antes de la guerra no tripulada En este planeta que hemos descrito se desarrolla un guión bastante sencillo: los supervivientes más pobres malviven buscando chatarra que puedan vender. Al antro de uno de estos comerciantes de basura llega un extraño portando uno de esos objetos recogidos del abrasador desierto, se trata de una cabeza metálica de lo que aparenta un viejo robot. El objeto es comprado por Moses (Dylan McDermott), un joven que ve en el artilugio un buen regalo para su novia, una joven escultora llamada Jill (Stacey Travis), que acepta el presente de buen grado y lo incorpora a su obra. Pero la cabeza despierta y vuelve a funcionar con el primordial objetivo de completar su misión: la exterminación del enemigo a través de cualquier medio a su alcance, su tecnología es lo suficientemente avanzada para regenerar su cuerpo con cualquier objeto metálico o electrónico que se ponga a su alcance y destruir a todo aquel que encuentre. BSB / BSP/ Palace / Wicked Films Así descubrimos su origen, la máquina tiene por nombre Mark-13, un robot militar de un pasado conflicto, diseñado para acabar con cualquier enemigo pasándose el Derecho Internacional y los acuerdos humanitarios por la chapa de acero. La joven escultora quedará atrapada en su apartamento con semejante artefacto, que para más mala baba, ahora luce una bandera americana en su metálica cabeza y un deseo infinito de acabar con cualquier humano a su alcance de la manera más brutal posible, pues parece ser que en la academia a este artefacto no le explicaron lo de la asepsia y el tiro en la nuca. Tecno-violencia sin CGI En una época pre-digital, con tan solo unas pocas escenas, los espectadores quedaban atrapados en ese futuro post-apocalíptico, un mundo desolado donde la contaminación, el caos social y la enfermedad formaban parte de un paisaje industrial. Era un futuro inmediato e híper-tecnológico donde todavía los monitores de rayos catódicos y los tubos de neón no habían sido sustituidos por las frías luces LED y la miniaturización digital actual, que permitían ofrecer un bello y mortal desierto rojo alrededor de la ciudad de Los Ángeles donde los antiguos canales fluviales, ahora repletos de basura y porquería servían de vía de comunicación. BSB / BSP/ Palace / Wicked Films Factorías inhumanizadas expulsando gases contaminantes y ceniza a un tórrido cielo naranja acababan con cualquier esperanza de naturaleza en aquella cinta donde la sociedad estaba al borde del colapso. Resumir la experiencia de ver Hardware en una pantalla grande en 1990 era sencilla: ruido ensordecedor de impactos metálicos, oscuridad asfixiante, rojos intensos acompañados de sangre y todo ello con el objeto de sumirnos en un estado de confusión y violencia. ¿Qué más se podía pedir? La deshumanización de la guerra No podemos negar que el robot bebe directamente del diseño germinal del endoesqueleto del Terminator T-800 de Stan Winston y el ciberpunk más sucio de la época, pero no de su estructura más antropomórfica, si no del verdadero “yo” y su frialdad sanguinaria, pero sin la necesidad de justificación por parte de un ordenador inteligente que emprenda la barbarie contra el ser humano sin su conocimiento ni beneplácito, para tranquilidad de la conciencia del espectador. Este robot es un desecho de una época de guerras pasadas, donde el equipamiento militar automatizado tenía la capacidad de auto-preservarse para seguir matando, esas máquinas eran programadas más allá de la línea de combate o en los territorios perdidos, con el objeto equilibrar la situación. Así que desde ese punto de vista, este “malo” no es perverso, ni cruel, tan solo está sujeto a una programación defectuosa, no es culpa suya, auto-repararse y seguir luchando es su misión y la cumple con rigor matemático. El cargo de conciencia recae por tanto en sus creadores, incapaces de prever las consecuencias de sus actos, pero que más allá del fallo de programación (de haberlo, pues no es algo que quede claro en la cinta) los actos bárbaros de la máquina se suponen iguales a los que realizaría en las líneas enemigas donde ¿tendrían justificación? BSB / BSP/ Palace / Wicked Films La película fue rodada para aprovechar el tirón cyberpunk de la época, mezclando Mad Max, Terminator y Alien intentando recrear la atmósfera de la nave Nostromo dentro de un apartamento en un paupérrimo suburbio de Blade runner. Pero una mala copia, todo lo contrario, es un gran guion pero necesitado de una mejor adaptación y medios, tiene gancho y buena base, pero un desarrollo irregular, que deja la obra, como alguien dijo en una de esas minijoyas en bruto, que por ser tan brutas, no llegan a joyas. MÁQUINA LETAL (1994) Cuándo los críticos no sabían quién era Stephen Norrington Fugitive / Entertainment Film / Victor Company Tres años después de la segunda entrega de Terminator (1991) un joven británico: Stephen Norrington que todavía no había alcanzado el Olimpo de los dioses con Blade (1998) iba a rizar el rizo, realizando esta vez sí, una auténtica obra de culto sobre máquinas asesinas mal programadas?... o no tanto. Desgraciadamente unos críticos snobs y creídos, incapaces de ver más allá de sus narices, no dudaron en atacar a un joven director con las típicas acusaciones de plagio y pirotecnia de videoclip, probablemente sin ni siquiera haber visionado la película hasta el final (me vienen al recuerdo esos sesudos y alabados mequetrefes de la crítica que destrozaron Blade Runner en 1982) ¡Cuidado! Muchas versiones tan letales o más que el propio robot! Por supuesto quiero dejar claro que voy a referirme tanto a la versión sin censura (130 min.) disponible en español o The Director's Cut (110 min.) disponible en V.O.S. para muchos la mejor versión, aunque sin duda no en mi caso que elijo la de mayor duración. Desgraciadamente debo desaconsejar el resto de versiones mojigatas y penosas que pulularon para su distribución comercial y en especial el DVD autóctono (85 min.) realmente espantoso o la copia para el mercado americano (98 min.) donde las imágenes más violentas y algunas líneas de diálogo fueron suprimidas para obtener la ansiada calificación para acceder al máximo público juvenil posible pero que probablemente significó su fracaso en Estados Unidos. Fugitive / Entertainment Film / Victor Company Pocas veces se puede remarcar con tanta claridad lo que puede suponer la censura para una narración como en este caso y como la amputación de unos metros de celuloide puede ser más dañina que las cuchillas de este engendro en plena acción alocada sobre nuestras barrigitas. El alter ego robótico de un psicópata El guión parte de una base aparentemente sencilla premisa de cine negro: una empresa de armas con tintes de corporación asiática: Chaank, acapara la más alta tecnología militar a la venta del mejor postor. Por desgracia su director a fallecido en extrañas circunstancias –mero eufemismo de política empresarial para reemplazar las palabras: “asesinato brutal” – pero un nuevo director ha sido nombrado, la dura e inteligente Hayden Cale, versión mejorada de la teniente Ripley en un universo cinematográfico que ya por fin comenzaba a apostar sin tapujos por las heroínas de acción sabedor por suerte de los pingues beneficios de Alien capaces de vencer por fin hasta el machismo cinematográfico imperante hasta hacía poco en el cine de acción. Fugitive / Entertainment Film / Victor Company Al comenzar su investigación se topará con un ingeniero desquiciado y psicópata llamado Jack Dante, un Brad Dourif una vez más, en estado de gracia para interpretar papeles psicóticos y extremos, esta vez, dotado de un genio especial para crear autómatas asesinos y llegar al poder a base de producir viudas y huérfanos. La película se transformará rápidamente en una versión ultra violenta y aún más claustrofóbica que Aliens (donde el mismo trabajó como técnico de efectos), transformando las instalaciones de la empresa Chaank en el territorio de caza del bicho ideado por el ingeniero psicópata: Warbeast, una cacería desesperada donde cinco aventureros tendrán que enfrentarse a la sanguinaria máquina que esta vez les hará bajar a los infiernos de la mano del propio Dante. Con un poco más de presupuesto que la anterior, Norrington sabe sacar partido a los modernos escenarios tecnológicos, impresionantes laboratorios y oficinas diseñadas como una versión moderna y gótica de un castillo medieval y aires orientales. La película nos ofrece como la anterior todo lo que podemos esperar de semejante cinta: acción, sangre, humor muy negro, tecnología hasta decir basta, explosiones, persecuciones y un engendro que haría palidecer por su efectividad a Freddy Krueger, pues en el fondo la película bebe mucho de este cine de terror ochentero donde el espectador permanece atento en todo momento a la originalidad del siguiente asesinato, aunque por suerte sabe superar el tópico y combinar géneros para alcanzar un merecido trono en el Ciberpunk y el cine de culto. Fugitive / Entertainment Film / Victor Company ¿Significa por todo lo dicho que Norrington simplemente se dedica a copiar de manera descarada las grandes películas de ciencia ficción, limitándose a dar un toque personal? En absoluto, la obra del autor se dirige con respeto hacia los amantes del cine de género y por supuesto la película está repleta de multitud de guiños que están dirigidos a los fans de este tipo de cine con recursos muy variados. Desde juegos sencillos con los nombres de los protagonistas, que van desde Riddley Scott (director de Alien o Blade Runner) pasando por John Carpenter y Sam Raimi, a referencias más elaboradas y que en ningún momento oculta como el diseño del Warbeast, pues en el fondo no deja de ser una especie de Alien electrónico y blindado. Los homenajes en la secuencias a otras cintas célebres son constantes y variados, pero realizados con la elegancia y el respeto de un verdadero amante a este género para deleitar al aficionado más recalcitrante, como la escena homenaje a Robocop o algunas frases sacadas directamente de películas como Terminator, cuando uno de los protagonistas afirma sin sonrojo alguno: “Volveré”. El propio director inserta diversas secuencias que demuestran que pretende rebajar el tono serio de su obra (sabedor de la ausencia de presupuesto y guión para competir con los grandes clásicos). Desgraciadamente, pocos le comprendieron, tanto censores como una gran parte del público. Fugitive / Entertainment Film / Victor Company Su esfuerzo por tejer la ironía en muchos de sus diálogos resulta patente, haciéndonos pensar sobre los medios y las formas, sobre la “justificación de los actos violentos” en los textos de los rebeldes pacifistas que se infiltran en el complejo o las secuencias donde el propio protagonista es la manera como mueren sus personajes, casi cómica en muchos casos, exagerando algunos clichés al máximo para reflexionar sobre el empleo de la violencia en el séptimo arte. La película no se puede entender sin todo esto, de hecho, el propio argumento de la película gira en torno a la parodia más absurda y sin embargo es un retrato milimétrico y realista de la máxima crueldad y brutalidad que un ser humano puede imprimir en una máquina. Inspiración y perversión Tetsuo, the Iron Man (1989) Aunque no podemos decir que sea una películas de “robots asesinos” ni mucho menos, es imposible hablar sobre estos artefactos y el cine ciberpunk sin mencionar esta inspiradora cinta japonesa en Blanco y Negro de Shinya Tsukamoto capaz de mezclar las ideas robóticas más extremas con los conceptos de la “nueva carne” de David Cronenberg o las fantasías más retorcidas de David Lynch. Kaijyu Theater La polémica cinta narra la historia de un hombre perturbado y fascinado por el metal, hasta el punto de introducirse objetos metálicos en su propio cuerpo. En un momento dado, será atropellado por un hombre, Tetsuo que desde ese momento verá como su propio cuerpo comenzará a sufrir mutaciones y protuberancias metálicas surgirán de su cara y extremidades, deviniendo el resto de la película en un enfermizo mosaico de imágenes tan sugerentes como desagradables sobre la transformación del cuerpo del protagonista a ritmo de una banda sonora “industrial y electrónica” Desconocida durante años fuera de los círculos más cinéfilos, resultó referencia indiscutible e inspiradora de todo este universo pese a su tangencial idea, pues aunque parte de un argumento de ciencia ficción, por decir algo, la película deriva en escenas surrealistas y violentas, mezcladas con erotismo abstracto, perverso y absurdo que emana repulsión y fascinación por cada rincón. Nos afectaba a todos, eran planteamientos violentos y extraños que nunca se habían visto antes y que inspiraron a toda una generación de nuevos directores y desde luego las películas citadas son hijos híbridos de esta retorcida cinta, que en su segunda parte, Tetsuo II: Body Hammer (1992) acentúa el punto de vista sobre el hombre híbrido y cibernético, dotado para la guerra y la muerte a través del mestizaje entre carne y metal. En Tetsuo no hay tiempo para la contemplación ni para la explicación, el ritmo es frenético y la edición es dura, incluso violenta, como simulando los cortes abruptos que resultan de hacer distintas grabaciones en una misma cinta de video, lo cual se amplifica con una sonorización llena de estática y ruido que aumentan la sensación de estar viendo un video analógico mal grabado. Kaijyu Theater La película no deja de ser una alucinación con un montaje febril y alocado de que toma elementos del lenguaje del videoclip, tan novedoso en aquella época, además de la influencia del lenguaje del manga, que no del anime, pues no busca un look de dibujos animados, sino de material gráfico. En resumidas cuentas, resulta imposible entender la evolución de la robótica más violenta en el cine sin estas obras que ofrecieron al público la visión más atormentada y cruel de los límites de la tecnología cuando perdemos el control y que al menos son capaces de hacernos reflexionar sobre la crudeza de ofrecer a una máquina autónoma la habilidad de matar. La maldad en la nanotecnología Netflix / Endemol Los años han pasado y ahora la muerte en manos de la tecnológica se ha miniaturizado, no da miedo, ya no se muestra con afiladas cuchillas y radiales enganchas a estructuras electro-neumáticas, ahora el futuro es aséptico, las máquinas asesinas del siglo XXI son estilizadas, bellas y perfectas para no atormentar nuestras conciencias, desde los nuevos modelos de Terminator capaces de la regeneración perfecta gracias a la nanotecnología a las abejas robot del célebre relato Odio nacional (3x06) en Black Mirror, donde ya queda claro que no hay escapatoria contra un enemigo demasiado pequeño y rápido como para poder pegarle un tiro. Las máquinas que de verdad matan ya existen, los llamamos drones y son cada vez más pequeños, letales y… autónomos. Quizás ya estamos construyendo la tecnología que acabará con nosotros, pero no serán delicadas y aparatosas armas nucleares exudando radiación, ni grandes taques blindados, tampoco pesados armatostes humanoides con ametralladoras y radiales que se divisan a 100 metros. Posiblemente sea tan pequeña como un mosquito y se cuele por nuestra oreja, pero claro, en los nuevos tiempos ya no nos da miedo porque sus “formas” no atemorizan y eso es lo peor. Te puede interesar: Autor: Candela Fuentes S. Temas relacionados: Listas Chorras, Películas, Candela Fuentes S, Ciencia Ficción Y Fantasía, Cine , Cinefilia, Cine Y Series Reconocimientos y más información sobre la obra gráfica ADVERTENCIA: En este foro, no se admitirán por ninguna razón el lenguaje soez y las descalificaciones de ningún tipo. Se valorará ante todo la buena educación y el rigor sobre el tema a tratar, así que nos enorgullece reconocer que rechazaremos cualquier comentario fuera de lugar.
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