Opiniones inútiles y completamente prescindibles
Las elecciones Andaluzas han sido la siguiente victoria de una antigua Europa que poco a poco regresa. Un triunfo del círculo vicioso que aqueja a la naturaleza humana desde siempre y que ahora se potencia con Internet, una herramienta que lejos de acabar con la ignorancia la promociona y ensalza.
Me sorprende los análisis que hacen en los diversos medios de comunicación cuando basta mirar el giro hacía la extrema derecha que lleva tomando Europa desde hace años causado por un comportamiento general incapaz de comprender las consecuencias.
Ya nadie se rasga las vestiduras con el ascenso imparable de Marine Le Pen en Francia desde hace años, la gente no discute en los bares el 37,6 % obtenido en las elecciones polacas del 2015 por el radical Ley y Justicia, la mayor parte de los españoles no tiene ni idea del 26% obtenido por el FPÖ en Austria en 2017 o el 12,9% del SD en un país tan supuestamente avanzado y liberal como es Suecia. ¿Porqué nadie dice las cosas claras pese a saberlo? Podría seguir hasta aburrirme: Liga Norte en Italia, Amanecer Dorado en Grecia, DF en Dinamarca, AfD en Alemania, UKIP en Reino Unido… pero nos empeñamos en no reconocer las causas de fondo, el peligro de una ignorancia educativa que nos lleva a tropezar en las mismas piedras y una izquierda europea empeñada desde tiempos inmemoriales en despedazarse los unos a los otros, en aferrarse al poder como sea con sus luchas intestinas, transformando la política en un trabajo para vivir bien a toda costa y atacando a cualquier otro partido de su espectro que amenace su modo de vida. Como dice Rubén Amón: “Las elecciones andaluzas las ha ganado Vox sin partido, candidato ni campaña. Las ha ganado sin credibilidad en la prensa y sin espacios de propagación convencionales. Es una victoria que subordina la política convencional a la eficacia de la clandestinidad. Que premia la agitación de las redes sociales. Que sacraliza la anti política. Que simboliza el lenguaje desacomplejado. Que reúne la bandera itinerante de la indignación. Y que demuestra la eficacia del voto en silencio” Y son palabras certeras, sin duda, pero el problema es que debemos ser conscientes del estado de la prensa española y como en ocasiones ha colaborado involuntariamente durante años a que lleguemos a esta situación, apoyando desde sus respectivas esquinas del ring al púgil que patrocinaban y abucheando inmisericordemente al contrario, fuera quien fuese. Unos medios de comunicación que han actuado como altavoces de la irresponsabilidad de unas fuerzas políticas demasiado ocupadas en derribarse entre sí como llevan haciendo desde siempre, sin aprobar presupuestos, leyes que favorezcan el crecimiento económico, la educación, la investigación o la sanidad pública de calidad, incapaces de anteponer el bien común, es decir: el bienestar, la libertad y la riqueza de un país. Un nacionalismo incapaz de ver más allá de unos intereses “ultra localistas” y apelar al sentimiento visceral para causar el odio de muchos, un odio fácil de manipular y dirigir en un país donde nunca ha existido un consenso en educación, algo esencial para dotar a una sociedad con herramientas que le dé la oportunidad de distinguir las mentiras, tener juicio propio o ser capaz de conocer la realidad histórica.
Siempre ha estado ahí, alimentándose del miedo
La extrema derecha en Europa no es algo de hace cuatro días, su dramática historia se remonta a los albores de la primera Guerra Mundial, pese al trascurrir de los años y una situación política con aparentes grandes cambios, las causas por las que estos partidos han logrado extenderse no son diferentes. En su otra época fue por ejemplo el miedo al comunismo o la crisis económica de turno, ahora en el presente existen varios factores que favorecen su crecimiento, algunos viejos conocidos y otros nuevos, pero no deja de ser lo mismo: Las crisis económicas cíclicas, la inmigración o las más recientes como el terrorismo islámico o la globalización Algunos partidos políticos reducen los miedos a ideología, resulta muy sencillo si no se dispone de las herramientas intelectuales necesarias para comprender el mecanismo lógico que facilita el proceso. La globalización ha generado una sensación de inseguridad general en la población europea, se reconozca o no, el pensamiento general es que algunos países con menos libertades y un poder férreo salen favorecidos, como el caso de China o el resurgir de una nueva Rusia orgullosa, otros, como los occidentales, sufren un crecimiento escaso, ven la destrucción de las condiciones laborales, observan el continuo declive del estado del bienestar y como solo unos pocos obtienen beneficio, así que se sienten muy vulnerables y necesitan protegerse de un enemigo imaginario causante de todos sus males. Decepciones y más decepciones Ante la desesperación y la falta de una educación que les pueda hacer ver el simplismo de unos argumentos erróneos, observan con decepción todos los días como los partidos que supuestamente les defienden, caen en la corrupción sistémica, se acusan de radicalidad y traición, no avanzan en la estabilidad ni el crecimiento, así que poco a poco la tristeza y la decepción van calando en todos los votantes, tanto de partidos tradicionales como nuevos. La palabra “populismo” es la bala perfecta, “bipartidismo” una granada efectiva, todos de acusan de “corrupción” y “radicalidad”, mientras tanto los nacionalistas hacen el agosto agitando ese odio contra ellos y preparan el “Obús perfecto” denunciando unos males que si bien puedan ser ciertos, nunca reconocen en sus propias filas, demasiado empeñadas en ofrecer toda la munición que puedan a un enemigo que saben imposible de ganar sin causar un desgarro social inasumible en una Europa que ya se destroza ella solita sin necesidad de que ellos ayuden. Los votantes nacionalistas tan solo son víctimas de esa decepción, de las injusticias que caen sobre todo ciudadano de España, pero resulta fácil culpar al de en frente, unir la parte con el todo, hacer creer que el resto de España les odia y que 40 millones de personas son malvadas sanguijuelas que votan partidos dispuestos a perpetuar a los nostálgicos de una antigua dictadura. El ciudadano observa confuso y apesadumbrado esta continua batalla en los medios de comunicación donde todos odian a todos, se denuncian, insultan, se pelean levantando antiguos fantasmas y removiendo heridas innecesarias que no arreglarán la situación de España. Trasladar a un antiguo dirigente de su tumba, por muy dictador que fuera o intentar independizar una parte del territorio español, no es una prioridad lógica para nadie, no iba a arreglar nada, es una realidad empírica. No mejoraría la economía, ni reduciría la precariedad laboral, no iba a impedir que los alumnos asistan a clase en endebles barracones durante el invierno.
El odio, un arma efectiva
Sencillamente despertamos odios irreconciliables en el peor momento de nuestra historia, no se busca realmente hacer justicia o mejor la calidad de vida de un pueblo, cualquiera comprende a estas alturas que resulta más fácil a nivel político discutir todo esto y rellenar las portadas un día tras otro, que hablar por ejemplo de mejoras sanitarias y educativas. Lo primero da réditos electorales (o así era hasta hora, como regla general) mientras que lo segundo exige responsabilidad, honradez, compromiso y anteponer el interés del país y al ciudadano frente al partido o al pago de deudas con toda empresa o poder que les apoya en su ascenso al poder. Resulta terrible que sean siempre los partidos más radicales quienes nos recuerden esta realidad indiscutible y fácil de emplear a su favor. Toda esta “munición” acribilla al pensamiento moderado pero la irresponsabilidad de actuar así es perfectamente capitalizada por una ultraderecha que sabe a ciencia cierta que los problemas ciudadanos empeoran día a día, sin que los partidos resuelvan nada. Tanto los medios de comunicación tradicionales como Internet se encargan de que el triste mensaje alcance a todos: la izquierda tradicional y la derecha acusa sin reparos de “chavista”, “terrorista”, “extremista” y todos los “ista” que podamos imaginar al nacimiento de nuevas fuerzas políticas, no importa que estas nazcan del desencanto por el propio comportamiento, estos en vez de reconocer sus errores solo les preocupa atacar enseñando los colmillos sin reconocer absolutamente nada. A su vez los nuevos partidos ofrecen muchas veces una mecánica idéntica de agresividad desaforada, batallas internas, ataques plagados de exageraciones y una incomprensión absoluta hacia los demás que facilita las acusaciones de radicalidad. Te lo creas o no, es exactamente igual en toda Europa, no somos especiales El mecanismo es exactamente igual en toda Europa y los más jóvenes, absortos en un universo saturado de información falsa y contradictoria, de ataques constantes de todos a todos y un futuro incierto, sienten miedo e inestabilidad bajo sus pies. Si a ello se le sumamos el terrorismo islámico, la llegada masiva de migrantes, condiciones laborales precarias en un escenario laboral escaso, donde no importan ya ni siquiera esas condiciones miserables para aceptar un trabajo, la aparición del racismo es cuestión de tiempo. Resulta fácil hacerles creer en una red social (jóvenes o no) que peligra su puesto de trabajo y que estos pobres desgraciados en busca de un futuro mejor acaparan con el resto de empleos, sin dejar nada para ellos y que encima, su forma de vivir amparada en la multiculturalidad genera la pérdida de identidad. Como consecuencia, estos miedos primarios provocan que la gente busque protección ante la sensación de inseguridad y precariedad que el continuo desgaste político provoca en una sociedad bombardeada por un millón de noticias al día. Un buen ejemplo en las elecciones de este domingo es El Ejido (Almería), un pueblo con una elevadísima población inmigrante donde Vox se alza como la primera fuerza política de la localidad con el 29,51% del total de los sufragios, siendo el único municipio andaluz en el que ha ganado la lista, pero es un resultado muy significativo que no lleva a la duda. El miedo y el eslogan fácil gana frente a las promesas vacías, la crisis y las guerras intestinas del resto de los partidos.
No importa que dispongamos de mucha información si esta es confusa, falsa o manipulada. Ni siquiera importa que sea cierta si no tenemos la formación para comprender lo que significa realmente, si ni siquiera podemos escucharla o leerla tranquilamente durante cinco minutos sin ser acribillados por un incesante fuego de anuncios y publicidad invasiva que impide la reflexión.
Todo se escucha y se lee a toda velocidad, es importante que el usuario termine rápido, para poderle vender el siguiente producto, ofrecerle la siguiente noticia impactante que asegure al medio de comunicación que no se perderá la atención y se mantendrá “enganchado”. A río revuelto, ganancia de pescadores En semejante panorama los partidos de ultra derecha se mueven a sus anchas, el eslogan rápido, el miedo, la imagen impactante, la acusación visceral son técnicas perfectas. La gran crisis a la que se enfrenta Europa refleja una mayoría social que busca un cambio, que está agotada de ver como todos se pelean mientras Oriente avanza imparable. El declive y deterioro de los partidos moderados y de izquierda se debe a su incapacidad de aceptar que la política no es un negocio para vivir opulentamente al que aferrarse con uñas y dientes y olvidarse de dar respuesta a esta crisis. Aunque se negaba su consolidación y todavía no gobierne en muchos lugares han logrado calar en la población y hacerse un hueco, me temo que nadie va a poder frenar su avance favorecidos por unos medios de comunicación que sin darse cuenta les impulsan sobremanera. Alrededor del planeta diferentes victorias se alcanzan gracias al uso inteligente de los medios de comunicación, Internet y las redes sociales por parte de los grupos extremistas, puede que el mensaje pueda carecer de argumentos lógicos defendibles o que directamente se propaguen mentiras para obtener sus fines, eso es lo de menos, quienes realizan las campañas son equipos preparados y eficientes, saben perfectamente lo que hacen y son buenos en su trabajo. El Brexit es una realidad, el país más poderoso del mundo está gobernado por un presidente que niega el cambio climático y lo que sucede en Ucrania parece más una distopía que otra cosa, así que lo extraño es que en Andalucía, un pequeño grano de arena dentro de ese todo llamado “globalización”, fuese a ocurrir algo diferente por mucho que las encuestas del CIS se empeñaran en decirnos todo lo contrario. Andalucía es el resultado presumible de una evolución lógica y general en una sociedad cansada de ver como el PSOE pactaba con Ciudadanos y atacaba a Podemos como el gran enemigo, mientras, en clave de lectura “nacional” por encima de la “regionalista” o autonómica Albert Rivera ha encontrado una excusa perfecta para plantear este llamamiento a las urnas como una revancha al soberanismo catalán y capitalizar esa agresividad visceral que han propiciado los independentista a mayor gloria de Vox.
Lo que resulta preocupante es como ya nadie se sorprende, todos sabemos lo que ocurre, buena prueba es la indiferencia de una gran parte de la población que directamente no ha ido a votar, la participación en las elecciones autonómicas andaluzas al cierre de las urnas ha sido del 58,65%, lo que supone una bajada de 3,65 puntos respecto al 62,30% de los electores que acudió a las urnas en 2015.
El fantasma de la indiferencia, reaparece tras la desilusión que para muchos ciudadanos han supuesto los movimientos surgidos tras el 15 M, beneficiando de nuevo a los movimientos más radicales que reafirman sus posiciones frente al cansancio popular. Un ejemplo sencillo del mecanismo del odio Pero si se me permite, lo que más me aterra es la imposibilidad de discutir de manera lógica algunas de las afirmaciones que mezclan en su discurso machista y racista, pues son reales, hoy en día por ejemplo, hay miles de personas viviendo al borde de la miseria, sin oportunidad de acceder a otro trabajo, pues ya realizan uno, cuidando de familiares enfermos o discapacitados. Se acogen a la ley de dependencia para cobrar unas ayudas míseras que llegan muchas veces tras años de solicitarlas o directamente no llegan por que el familiar ya ha fallecido. Estas ayudas no incluyen cotización a la seguridad social, así que pese a estar realizando un trabajo cuando llegue la edad de jubilación no habrán cotizado para una pensión digna. No importa cuántos años cotizaran en su juventud o hayan trabajado manteniendo su casa y sus familiares, les espera la miseria en muchos casos al jubilarse, (en el 93% de los casos estos son mujeres, en torno a los 50 años y escasos recursos económicos que en la mayoría no ha cotizado nunca o había dejado de trabajar para cuidar a sus padres u otros familiares) Carmen Montón anunció la recuperación de la cotización para estas personas acogidas a la ley de dependencia tras su eliminación por el Partido Popular, pero los escándalos siguieron, las dimisiones y las promesas continúan en un país sin presupuestos aprobados demasiado ocupado con asuntos grandilocuentes y triviales. Cuando tu vida depende de llegar a fin de mes, cuando tu futuro depende de que se apruebe algo tan sencillo como que puedas cotizar, pero solo observas peleas, broncas y excusas de todo tipo entre políticos que multiplican las “excusas” para no hacer lo que deben ¿Qué esperas que haga esa pobre persona? Se agarrará a un clavo ardiendo para poder subsistir, para tener esperanza, pensando contra toda lógica que un inmigrante le impide poder cotizar una pensión digna. Si alguien le promete que solucionará el problema directamente, le votará, por mucho que su ideología le repugne, acabará aceptándola, porque tiene que sobrevivir. Son muchos años de miedo y angustia donde ya no importa la solidaridad, ni la paz, solo la supervivencia a toda costa y no le puedes culpar, tras muchos años de sufrimiento. La infinita guerra de acusaciones, denuncias, corrupción e incapacidad de todos los partidos para realizar pactos que liberen a las personas del miedo y la incertidumbre que supone el día a día, provoca el hastío más profundo, ya nadie cree que podrán poner soluciones y cuando necesitas una miserable cotización a la seguridad social que nunca llega, para poder dormir tranquilo por las noches, al final el cerebro dice ¡“Basta”! y comienzas a odiar si eso te da una oportunidad de sobrevivir. Y todos lo sabemos. Te puede interesar:
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1 Comentario
Mito Guerrera
5/12/2018 19:00:34
Excelente análisis de la situación política tan preocupante que vivimos los andaluces y que por desgracia puede extrapolarse al resto de Comunidades Autónomas. El hartazgo y desencanto ha arrastrado a un falso patriotismo que solo busca proteger la posición privilegiada de unos cuantos y minar los derechos de muchos. A la expectativa quedamos de lo que vayan haciendo y con quienes vayan pactando en el gobierno andaluz.
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