TECNOLOGÍA Y CIENCIA |
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Nuestros antepasados más remotos, siguen con nosotros Nuestro viaje semanal por la ciencia comienza esta semana en una zona protegida y remota, en Tasmania (Australia), sobre unos montículos con manantiales de agua dulce en un área silvestre, patrimonio de la humanidad, incluido en la lista de la UNESCO, en la cuenca del río Giblin, donde un equipo de paleontólogos ha encontrado auténticos “fósiles vivientes” que datan de 3.700 millones de años, es decir, que han encontrado muestras de una forma de vida entre las más antiguas conocidas en la Tierra de las que tenemos constancia, cuando aparecieron los primeros organismos unicelulares, nada más y nada menos.
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Si bien la semana pasada ha tenido muchos frentes científicos, sin duda su aplicación técnica es la que ha definido la pasada semana, centrándose sobre todo en la vertiente que más nos apasiona por aquí: La informática y la computación, así que hoy esta sección irá dominada de unos, ceros y algún que otro estado eléctrico adicional. Continuando nuestro viaje semanal por las noticias de ciencia más interesantes que han hecho su aparición en los últimos días, esta vez nos vamos a centrar en los últimos hallazgos y avances en el campo de la medicina, empezando por un sorprendente avance en la lucha contra el dolor, procedente, precisamente de uno de los insectos que más miedo nos produce: las arañas. Continuando nuestro recorrido semanal por las noticias de ciencia más recientes para estar al día, aprender y entretenernos, hoy nos centraremos en el apasionante y enigmático mundo del espacio que nos rodea.
Todas las semanas los medios de comunicación nos bombardean con una abrumadora cantidad de noticias de carácter científico o técnico que muchas veces se pierde en mitad de la maraña de noticias sociales, políticas o deportivas que hace casi imposible seguirles la pista sin perder un millón de horas y hartarnos a ver publicidad no deseada que nos marea a la hora de aficionarnos a la ciencia y al apasionante mundo de la tecnología más allá del último teléfono inteligente o el nuevo televisor de turno. Flickr
El 25 de octubre del 2011 se recibía en la revista Nature un trabajo procedente de Investigadores de la Universidad de Pensilvania y el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) donde un equipo de investigadores relataban haber descubierto un modo de imprimir vasos sanguíneos, usando azúcar como “tinta” en una impresora RepRap, por aquel entonces una popular impresora 3D de código abierto con un extrusor diseñado al efecto y un software de control. FLICKR
Los recientes avances tecnológicos han permitido un rápido crecimiento en una de las ramas de la ingeniería biomédica que más nos afectará a todos en los próximos años, la telemedicina, más propiamente, la eHealth, así como su rama para dispositivos móviles, la mHealth. El rápido avance de estas tecnologías ha permitido el desarrollo de instrumentos y procedimientos médicos que cambiarán el diagnóstico como quizás nunca antes se había producido en la historia de la medicina, jugando un papel clave tanto la informática, la electrónica o el tratamiento digital de la información. Buscando a Phil desesperadamente Los ingenieros Richard F. Sullivan, Cornelius “Neil” Sullivan y Donald MacLellan del Laboratorio Lincoln trabajando en el montaje final del satélite LES1 en la estación de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en Florida (Cabo Cañaveral) donde fueron tomadas las imágenes, ya que el montaje del impulsor se consideró demasiado peligroso para realizarse en sus instalaciones de Lexington, Massachusetts. Aquí se muestra el satélite montado en la parte superior, debajo podemos ver el cohete de impulso secundario (Thiokol TE 375) y los mecanismos de giro. Imagen cortesía de Donald MacLellan.
No siempre las cosas acaban como uno espera, pero sin duda lo importante no es el destino como ya sabemos, sino como recorremos el camino y los amigos que en él nos encontramos, así que hace unos meses inicié un largo viaje para averiguar si realmente el viejo satélite LES1, un artefacto enviado ahí fuera al principio, muy al principio de la carrera espacial, había vuelto a la vida como se publicó. Lo que vais a encontrar a continuación es el relato completo de dicho camino. Fragmento de los restos de una manta térmica, fotografiado en 1998 durante la misión STS-88 de la nave Endeavour con destino a la ISS (Estación Espacial Internacional) (NASA)
Antes que nada, quiero volver agradecer el apoyo, la paciencia e incluso las críticas sin las cuales es imposible mejorar (hasta las más malévolas son de utilidad en esta vida a quien sabe escuchar), podría plantear las materias más resumidamente y no aburrir a quién posee un conocimiento más amplio del tema, pero ante todo deseo iniciar en la tecnología de los satélites a los más alejados para que puedan enfrentarse a esto con una base suficiente para comprender las dudas que me asaltaron al inicio de todo. Al final de esta segunda parte he añadido un pequeño apéndice, para aclarar alguna duda o pequeña polémica desatada en la primera parte (La introducción acerca de Scapa Flow, si es o no un mito y todas las peripecias que han ocurrido en esta bahía merecen en sí un buen trabajo que ojalá pueda desarrollar algún día, pero desde luego demostró ser una buena manera de crear el interés necesario para adentrarse en materia de forma amena), y recordad que: … Caminante, no hay camino se hace camino al andar Y al volver la vista atrás Se ve la senda que nunca Se ha de volver a pisar… A ver si me explico… ¡Que no soy escritor Coñeee! 1ª Parte: Los principios fundamentales para entender un poco de que va esto… Segmentos de espejo del telescopio Spacial James Webb son minuciosamente testados en el Marshall Center for Space Flights.
Hará cosa de unos meses, pasando un rato en meneame.com (que en cierta manera funciona como una peculiar red social), encontré una curiosa noticia sobre un satélite norteamericano abandonado en el espacio en 1967 y que aparentemente había comenzado a trasmitir de nuevo, concretamente hacía referencia a un aparato correspondiente a una serie de satélites diseñados en colaboración entre el Lincoln Laboratory y el MIT entre 1965 y 1976 para testear y experimentar con las técnicas de comunicación por satélite (numerados del uno al nueve; LES 1,LES2.. LES9), fue una serie de satélites de los cuales solo una parte llegó a cumplir su objetivo en mayor o menor medida, como ya entraremos en detalle más adelante. Más concretamente mencionaba a un radio astrónomo aficionado en North Cornwall, (Reino Unido) que en el año 2013 había capturado una señal que determinó procedente del LES1, siendo construido por el MIT en 1965, el cual por un fallo, parece ser, quedó orbitando a 2800 kilómetros en una órbita circular, y que tras 46 años (si, 46 añitos de nada!, sometido a la atmosfera espacial inmisericorde, en una órbita MEO – relativamente bastante baja y sin control, ni corrección de trayectoria, que como explicaré presenta ciertos problemillas.. y con tecnología prehistórica) , había comenzado a trasmitir de nuevo en ciclos de cuatro segundos, según sus paneles entraban en contacto con la luz solar. |