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Análisis del hundimiento de las criptomonedas en 2018 y las diferencias con una burbuja tradicional
Coincidiendo con el desplome del Bitcoin comencé a publicar una serie de reportajes que nos permitieran entender el origen y mecánicas económicas que han llevado a esta predecible situación, hoy vamos a ver los diferentes factores que han propiciado el hundimiento y porqué esta vez no ha sido absoluto frente a otras burbujas especulativas. Analicemos con calma las causas y qué diferencia una burbuja tradicional de las criptomonedas.
A finales de septiembre el Bitcoin perdía más del 30% de valor en su peor semana desde 2013, cualquier analista financiero con dos dedos de frente (esos que sin embargo nos aconsejan invertir en productos financieros donde ellos nunca pondrían un céntimo) sabían de sobra que las maniobras para su caída, fueran las que fueran, se estaban “cociendo” en algún lado y eran conscientes de su volatilidad desde hacia tiempo.
Bastaba con ver un sencillo gráfico y las enormes subidas hasta los 20.000 dólares, aquello solo podía significar una cosa: caída libre a la vista. Y si llevas en esto tanto tiempo como yo lo sabías tan solo con mirar un dibujo, así de sencillo. ¿Es realmente diferente lo que sucede con las criptomonedas o sencillamente una adaptación a la actual economía digital de los descalabros económicos de toda la vida? A estas alturas ya estamos más que acostumbrados a escuchar que el Bitcoin se desploma y se recupera a toda velocidad. En teoría, una inversión con este grado de volatilidad sólo podría ser asumida por especuladores financieros muy expertos, aunque mucha gente sin la menor idea está invirtiendo en Bitcoin. Cuando digo “sin la menor idea”, no quiero decir que no entienda mínimamente que significa el Blockchain o los mecanismos básicos para realizar un pago electrónico y comprar Bitcoins, incluso que no entienda con claridad los problemas de la economía tradicional. Pero eso en este entorno viene a ser como si un mecánico de motores de coche tomara decisiones para elegir propulsores para cazas de combate. A nivel global no paran de escucharse cosas realmente alarmantes que deberían preocupar a los reguladores, pero la gente sigue jugándosela en algo que no entiende.
Contradicciones alarmantes de la tecnología
Para empezar una reflexión sencilla: un estudio de la consultora Diar reveló hace poco que más de la mitad de los Bitcoin disponibles en todo el mundo se almacenan en unas 25.000 carteras, pero esta cifra tan solo representa un 1% del total. Que la mitad de un “todo” esté en manos de tan solo un 1% de la comunidad debería ser de por sí razón más que suficiente para hacer saltar las alarmas, no se puede predicar que las criptomonedas son un sistema “libre” de abusos para el futuro de una “economía social” y encontrarse de primeras con estas contradicciones. Una gran parte de los Bitcoins que ya han sido minados se encuentra en manos de un mínimo porcentaje de población, estos guardan en sus haberes unos 200 BTC de media, esto es aproximadamente un millón de euros. No son precisamente cifras al alcance de cualquiera de los mortales. Pero la cosa se complica si observamos que ni siquiera el desastre de los últimos meses ha hecho reflotar la circulación de esta criptomoneda, sorprendente el 42% de estos no se movió de manos, independientemente del precio que alcanzaron, unas cifras exorbitantes que hubieran justificado la obtención de beneficios de una parte de los propietarios, aunque fuera con la liquidación de una pequeña parte. Una de las razones podría ser que se está utilizando como valor de reserva en el intercambio de criptomonedas y otro porcentaje se habría perdido para siempre, así de sencillo y alarmante a la vez. -¿Porqué? Respuesta sencilla: en muchos casos los usuarios habrían perdido la clave digital de sus carteras a causa de la complejidad técnica que tiene mantener una cartera digital por las medidas de seguridad de la tecnología Blockchain, cuando perdemos el acceso digital a la cartera no es posible recuperarlo. La consultora estima que un 25% del Bitcoin disponible está en manos de inversores a largo plazo que todavía confían en el reflote y prefieren la criptomoneda frente a otros productos financieros, algo que se reforzaría en economías frágiles, por ejemplo la Venezolana o Argentina, con graves problemas de inflación y donde la inversión en Bitcoin, una divisa que se puede adquirir fácilmente de forma digital, resulta tentadora. Ahora bien, de estar en lo cierto la consultora, miles de millones se habrían “volatilizado” sin remedio por culpa de procedimientos electrónicos sin ningún tipo de respaldo por parte de ninguna institución o empresa, es como si perdiésemos todo el dinero de nuestra cuenta de ahorro por dejarnos la cartilla en un bolsillo de la chaqueta y meterla en la lavadora. -¿No lo encuentran un poco absurdo?
Bloomberg
La tradición es la tradición La euforia desatada por las criptomonedas en el año 2017 pronto ha dado paso a la preocupación a una crisis previsible en el año 2018 que pasará a los libros de historia económica, aunque reescribirá los términos habituales de estas. El hundimiento de las monedas virtuales a nuevos mínimos a mediados de septiembre de este año, con el MVIS CryptoCompare Digital Assets 10 Index en una agonía que reflejo una caída del 80% desde el máximo registrado en enero, tenía obvias comparaciones posibles: El descalabro superaba la caída del 78% del Nasdaq Composite Index desde su máximos al trompazo que supuso el estallido de la burbuja tecnológica de las “punto com” en el año 2000. Al igual que en el anterior boom, donde las acciones de empresas en Internet de hace casi dos décadas, subían como la espuma sin el menor sentido, los inversores alocados que hicieron fuertes apuestas por los Bitcoins están comprendiendo una terrible realidad, sobre todo los que invirtieron en monedas alternativas: era una enorme burbuja especulativa, pero si invirtieron en Bitcoin las pérdidas aún pueden ser asumibles en espera de futuros crecimientos a largo plazo pero, como señalaban en Bloomberg: "Es muy posiblemente un mercado con un solo ganador, lo más probable el Bitcoin". Así es, tras las primeras caídas muchas criptodivisas sufrieron terribles varapalos, aunque el bitcoin sufrió menos variaciones en paralelo, mientras que el índice MVIS CryptoCompare caía un 3,8%. A mediados del mes de septiembre el valor de todas las monedas virtuales seguidas por CoinMarketCap.com se hundió a 187.000 millones de dólares. La euforia por las monedas virtuales ha desaparecido para no volver nunca más.
Evolución del valor de las acciones de algunas empresas tras el estallido de la burbuja de las “punto com” a principios del siglo XXI. No fue el final de Internet, ni de sus empresas, simplemente comenzó a reinar el sentido común tras la euforia de cualquier burbuja económica. Existían argumentos racionales para esperar que muchas compañías de entonces fueran a experimentar un extraordinario desarrollo, lo difícil era saber cuáles iban a triunfar y cuáles no. Es decir, para que una burbuja se forme hace falta un argumento racional que justifique las inversiones.
Al igual que sucedió con las empresas de Internet a comienzos de siglo, no significó la desaparición de estas, de Internet, el nacimiento de gigantes digitales, actualmente consolidados…o no. Sinceramente, no paro de escuchar sobre las tremendas pérdidas de grandes compañías que lideran el sector, como algo normal, pero que a nadie preocupa, (supongo que dejaré este punto concreto para otro día). Pasara lo que pasara Internet cambió nuestra vida, aunque muchas de aquellas empresas germinales fueran poco más que humo. -¿Ocurrirá lo mismo con el Blockchain, más allá de las propias criptomonedas? Dejando a un lado los especuladores a corto, los inversores fieles a largo plazo creen (o al menos creían) que el Bitcoin en un futuro intermedio será el medio de intercambio universal y el depósito de valor que sustituirá a las monedas tradicionales aunque se ha demostrado erróneo, mucho nos tememos que todavía se va a continuar difundiendo esta idea de manera generalizada en los sectores afines a las criptomonedas. Y China rompió la baraja No podemos comprender nada de esto si no comprendemos la actuación de China en todo esto a inicios de septiembre, cuando por ejemplo el Banco Central del China anunció que las colocaciones en el mercado de criptodivisas, llamadas ICO o Inicial Coin Offerings, eran ilegales y los fondos obtenidos debían ser reembolsados. En estas operaciones, las empresas crean una criptomoneda y la vende al público, así que un inversor en vez de obtener acciones de una empresa, recibe criptomonedas creadas por la compañía que, en un futuro, podrán tener valor real. Dicho en pocas palabras un enrevesado mecanismo de crowdfunding. En apenas un año, entre 2017 y 2018, el ascenso a toda velocidad de las criptodivisas y su cotización provocó el auge de estas operaciones. Las ICO captaron unos 1.600 millones de dólares (1.333 millones de euros) , pero el Banco Popular de China consideró tras realizar investigaciones sobre este mercado, que era completamente irregular y potencialmente fraudulento, penalizando estrictamente la venta de monedas inventadas y persiguiendo las posibles irregularidades en las operaciones ya realizadas. Las empresas que hubieran vendido criptomonedas al público debían devolver los fondos. Las plataformas de intercambio ya no podían cambiar monedas procedentes de ICOs por moneda tradicional y los bancos quedaban excluidos de la ecuación al no poder operar con nada relacionado con estas criptomonedas. Quizás en occidentes una medidas así, pese a lo drástico del asunto se podrían considerar “capeables” por los inversores y las empresas, pero si hablamos del estricto sistema judicial chino, con condenas realmente altas y un efectivo sistema informático de “seguimiento” implementado desde hace años en aquel país, representaba un buen mazazo a este tipo de “crowdfunding “.
NeCLO
La medida fue dura y drástica, respondiendo al supuesto “miedo” de la supervisora asiática a que la fiebre china por el bitcoin y sus imitadores pusieran en riesgo el sistema financiero, donde tan solo en la propia China 43 empresas habían vendido sus propias criptomonedas. La mentira de la invulnerabilidad se hacía evidente Los defensores de las criptomonedas alegaban su fuerza y la confianza en estas, por la incapacidad de los estados de poder “meterles mano” o “regular su valor”, además del jugoso beneficio “fiscal” de las operaciones “opacas”. Con una ingenuidad alarmante se ofrecían las criptomonedas como una herramienta confiable para las transacciones, donde las autoridades financieras “corruptas” de los diferentes países no podrían hacer nada para impedir su desarrollo hasta transformarse en un sistema global de pagos y ahorro estable y sin inflación. China de un plumazo demostró que todo era una sarta de tonterías, cuando decidieron intervenir, lo hicieron y a su manera: de manera drástica y expeditiva como solo un país de sus dimensiones y sistema de gobierno puede hacer, poniendo fin a todas esas ensoñaciones de economía paralela y utópica. De golpe, muchos inversores comprendieron que ese mundo maravilloso y virtual donde el dinero podría fluir sin fiscalidad y ajeno a los gobiernos se derrumbó. Por supuesto, la SEC, el supervisor de los mercados de Estados Unidos, ya había alertado sobre estas operaciones, aunque no las había prohibido todavía, aunque sí obligado a su registro (comenzando también a terminar con el mito de la “opacidad” de las criptodivisas). Las ICO, normalmente vinculadas a las típicas aplicaciones que usan la tecnología blockchain, apenas partían de un simple estudio de mercado, a partir de la cual comercializan los “tokens”, hoy ya sabemos por unos cuantos estudios que entre un 10% y un 50% de las ICOs pueden ser estafas en mayor o menor grado de complejidad y que recuerdan a las tradicionales estafas piramidales en muchos puntos de su comercialización. El resto de la historia ya la conocemos, pero quizás no sepas que hay unos cuantos países además de China donde se regula o prohíbe el uso de criptomonedas por diversas razones: Bangladesh: Una de las más restrictivas, las transacciones con las criptomonedas son ilegales y pueden llevar a penas de cárcel de hasta 12 años. Bolivia: Se prohíbe el uso de Bitcoin y otras criptomonedas según el regulador del Banco Central de Bolivia. Ecuador: Prohibió el uso de todas las monedas digitales como medio de pago en el país, incluyendo al Bitcoin. Sin embargo, este país ha creado su propio sistema de dinero electrónico: el Sistema de Dinero Electrónico de Ecuador, un sistema controlado por el propio estado. Islandia: Como parte de la Ley de divisas de Islandia, el uso de Bitcoin en cualquier transacción está prohibido. El texto explica que: “No hay autorización para comprar divisas de instituciones financieras en Islandia o para transferir divisas a través de las fronteras sobre la base de transacciones con moneda virtual. Solo por esta razón, las transacciones con moneda virtual están sujetas a restricciones en Islandia “. Kirguistán: Ha prohibido el uso de todas las formas de criptomonedas como método de pago en el país. Sin embargo, no existe una ley que prohíba a sus habitantes comprar, vender y usar criptomonedas como “mercancía”. Taiwán: En paralelo con China las autoridades taiwanesas prohíben su uso por individuos e instituciones bancarias, aunque su uso todavía está muy difundido al margen de la ley. Vietnam: Las autoridades consideran las criptomonedas ilegales tanto para individuos como para instituciones financieras. (Aunque se usa habitualmente en el mercado negro y la regulación es difícil de aplicar en este país). China: Como ya hemos dicho los bancos, las instituciones financieras o cualquier otra tienen prohibido realizar transacciones de criptomonedas, sin embargo, los individuos pueden realizar transacciones particulares. Promesas difusas, prácticas de siempre El Bitcoin no puede ser un medio de intercambio universal, dadas sus propias expectativas: La promesa de tener un medio de intercambio anónimo y sin intermediarios, es irreal, pues eso ya lo podemos hacer pagando en metálico. Llegado ese punto la ventaja de pagar con criptomonedas a través de Internet radicaba en que sería más fácil pagar a distancia, pero la cruel realidad es que resulta MUY DIFICIL comprar algo con Bitcoin o transferir fondos al extranjero.
Capitalización de las principales criptomonedas antes de la crisis de 2018, tan solo Bitcoin y Ethereum sumaban más de 65.000 millones de dólares. Fuente: Coinmarket.cap/Statista/
No existen aplicaciones comúnmente aceptadas que hagan esto, existen muchas startups que están intentándolo (algunas ya han demostrado su dudosa confiabilidad) y de momento las comisiones son ridículamente altas hasta el punto de no merecer la pena. Si pensamos para mandar dinero a otro país y cambiarlo por moneda tradicional usando un cajero de Bitcoin puede llegar a costarnos entre un 10% y 15% de comisión entre emisión y retirada, lo cual trasforma el sistema en caro y engorroso. Si decidimos emplear las monedas como medio para especular e invertir, los intermediarios cobran una buena cantidad en comisiones por operar con Bitcoins, exactamente como puede ocurrir con instrumentos tradicionales de inversión: comisión de transacción, comisión de depósito de fondos, comisión de retirada de fondos, comisión de cambio de moneda, etc. Calcular todas estas comisiones en la práctica es un infierno, difíciles de obtener con facilidad, y muchas veces sólo son accesibles una vez creada la cuenta en el intermediario, así que podemos llevarnos desagradables sorpresas tras un tiempo operando y descubrir que nuestras ganancias son solo para el intermediario, exactamente como le ocurriría a un operador inexperto en mercados tradicionales. Pero muchos inversores aficionados pensaban que las reglas del juego tradicional variaban con las criptomonedas, descubriendo con amargura pasado un tiempo, no solo que eran iguales o más codiciosas por parte de los intermediarios, sino de una complejidad multiplicada a la hora de reclamar. Ha resultado precisamente que el mayor problema para muchos no ha sido tanto las comisiones abusivas sino el vergonzoso catálogo de malas prácticas que acumulan los intermediarios, empleando toda clase de maniobras, exactamente igual o peor que en los mercados tradicionales: Las operaciones fraudulentas se han multiplicado como los mosquitos en el agua estancada: movimiento de un operador consigo mismo generando un volumen artificial para influir en el precio, como el caso de Bitfinex, lo que llamaríamos “wash trades” o con múltiples operadores jugando en la pantomima como Mark Karpelès reconoció que sucedía en Mt. Gox. Las órdenes de compra y venta gigantescas para hacernos creer un momento de optimismo o pesimismo y luego suspendidas al alcanzar el precio deseado, como ha ocurrido en Coinbase por ejemplo, no se diferencian en absoluto de lo visto durante años con el spoofing de toda la vida. La lista de malas prácticas en los últimos años resulta interminable, la falta de seguridad y rigor que se ha puesto en evidencia en los últimos tiempos con unos intermediarios que se han dedicado directamente a manipular el mercado. Hace relativamente poco tiempo, en el año 2016 un escándalo con el exchange australiano Igot debería haber puesto un poco de sentido común en los inversores, pero nadie quería aprender la lección, los medios de comunicación tampoco enfatizaron la noticia y los medios asociados a las criptomonedas sistemáticamente se esfuerzan en enterrar estos sucesos como si no fueran con ellos.
Últimas transacciones de Bitcoin realizadas en Mt.Gox Bitcoin Exchange el 19 de junio de 2011, donde se muestra la caída de precios por el robo. El tamaño de la trama circular denota el tamaño de la transacción. Lanzado en julio de 2010, para 2013 y hasta 2014, manejaba más del 70% de todas las transacciones de bitcoin en todo el mundo, como el mayor intermediario. Wikipedia/Anon.
Sin la existencia de autoridad alguna que vigilara los desmanes, estos pronto aparecieron: el principal “exchange “del momento llamado Mt Gox se hundió en el año 2014. Se perdieron todos los Bitcoins, alrededor de 850,000 una cifra realmente astronómica que cambió de manos por robos masivos al carecer de medidas de seguridad mínimamente fiables, ni estar sujetos a regulación alguna que las examinara, pese a ello dos años después ocurrían sucesos como los de Igot y tan solo son dos ejemplos de los cientos de incidentes graves que se pueden contabilizar sin que nadie se haya puesto a reflexionar seriamente sobre ellos hasta que el desastre no ha llegado. A día de hoy es ya difícil pensar que estas malas prácticas desaparecerán sin regulación externa y la reflexión produce aún más volatilidad. Como consecuencia el Bitcoin no puede ser un valor seguro para el ahorro, las monedas que diariamente emplean los ciudadanos de los países de todo el mundo como el euro, la libra, el dólar o los mismísimos Yuanes chinos son un “depósito de valor”, así que si tengo una abuela desconfiada que esconde debajo del cochón sus 6.000 euros de ahorros, sabe que pasado un año cuando “ventile” ese colchón, sus ahorros tendrán un valor parecido y tan solo se habrán depreciado un poco con la inflación. Esto como ya explique en mis anteriores reportajes es esencial, es la confianza que nos permite tomar decisiones con ese capital y poder prever que podremos comprar con él. ¿Se imaginan un mercado donde mi abuela se despierta y se entera por la radio que sus ahorros han perdido de la noche a la mañana el 80% de su valor? Transformaría la economía en una locura desesperante que la paralizaría. Pese a que ya he hablado de los gravísimos problemas y desastres de la economía tradicional, jamás se han alcanzado semejantes fluctuaciones con las monedas empleadas habitualmente, cuando han ocurrido fluctuaciones severas, que apenas ni se acercan a lo ocurrido, los desastres han sido terribles. Solo un loco emplearía como moneda en sus transacciones diarias un Bitcoin con un valor tan errático, sin la estabilidad, nadie va a pedir un préstamo en esa moneda para comprar nada. - ¿Recuerdan las características que transforman “algo” en una moneda que expliqué anteriormente? Pues las criptomonedas no cumplen dos directamente: ni estabilidad, ni confianza. Ya analicé todos los desmanes de la economía actual, pero aunque las monedas actuales solo están respaldadas con la “confianza en la propia moneda” esto permite a los gobiernos intervenir evitando un desastre que nos devuelva a la edad de piedra, reduciendo el valor de las monedas a cero. El sistema actual es imperfecto, los más pobres suelen pagar los desmanes, nadie lo va a negar, pero los bancos centrales y los gobiernos toman las riendas del crédito, los precios y regulan el capital en circulación impidiendo que un colapso congele las transacciones económicas, lo cual significaría que no se podría comprar comida para los supermercados o medicamentos para los hospitales, sencillamente el planeta regresaría a una economía de guerra o peor, mucho peor.
Wired/Sebfor
La parte positiva: Blockchain y los Smart Contracts Cuando los incautos descubran como fueron manipulados en el océano de las promesas del dinero fácil quedará todavía la innovación real que representa el Blockchain. Un posible mecanismo para contratos o contabilidades distribuidas que son realmente tolerantes a fallos y realmente muy difícil o imposible de falsificar (aunque desde luego no en el Bitcoin, al que en ese sentido solo podemos considerar un experimento fallido). En esencia es un nuevo concepto de contratos “escritos en software” en vez de usar un texto legal estos son incluidos en Blockchain, es decir en el código almacenado en todos los ordenadores de la red de criptomonedas, donde se registra la actividad de esta para que así sea conocido por todas las partes y virtualmente infalsificable. Estos contratos pueden incluir reglas para transferir dinero sin el consentimiento "manual" de las partes siguiendo unas condiciones preestablecidas, así que tiene ventajas teóricas al auto-ejecutarse y no requieren abogados analizando si el comportamiento de las partes es correcto… pero en la práctica todavía no es perfecto, ya se han dado denuncias de usuarios perjudicados por las lagunas y trampas en su funcionamiento, pues si se conoce bien el funcionamiento de estos contratos y se dispone de acceso al procesamiento del código de las instrucciones de condiciones y pagos, se puede manipular. Un buen ejemplo de lo explicado fue DAO (Distributed Autonomous Organization) un vehículo de inversión donde los inversores usando sus claves criptográficas prescindían de los gestores y por tanto de las comisiones por gestión, pero un programador que conocía el sistema y aprovechó sus fallos y se enriqueció a costa de los inversores amparándose después en la propia redacción del contrato electrónico para esquivar la acción de la justicia, demostrando la debilidad e indefensión ante los tribunales que todavía suponen estos contratos prácticamente “opacos”. Así que volvemos a lo de siempre, con organismos reguladores y mejoras técnicas, en teoría esto se podría solventar en un alto porcentaje, superando a los contratos físicos en seguridad y agilidad, aunque todavía quedaría por solucionar el tema de la fiscalidad, no podemos exigir a los estados inversiones sin impuestos, por lo que estos contratos deberían tener un control por parte de hacienda, algo que probablemente impida de momento su desarrollo, puesto que la mayor parte de interesados en estos contratos también lo están en evitar al fisco. ¿Una moneda en poder de muy pocos o un simple juego de cifras? El Bitcoin dejará de producirse cuando alcance la cifra de 21 millones de Bitcoins, aunque se suponía que esto llevaría mucho tiempo, el 80% del total de los Bitcoins ya se ha sido extraídos por los mineros que intentan adelantarse al sistema racional de recompensa por manejar Bitcoins rompiendo las reglas del juego y desvirtuando los supuestos planteamientos iniciales. Además a medida pasa el tiempo la dificultad para extraerlos crece de manera exponencial y pronto sencillamente nadie podrá (técnicamente nadie que no pertenezca a una pool de minería con una participación mayoritaria es ya recompensado por mantener el sistema). Así que un uso universal de criptomonedas quitaría a los gobiernos de la política monetaria, en un plano teórico eliminaría la inflación pero en un mundo donde el 1% de la población tendría la mayor parte de los Bitcoins y el mercado estaría a expensas de unos intermediarios sin medios para evitar los desplomes como el actual o que movimientos de unas pocas carteras en manos privadas cambiaran todo el valor de la moneda, significaría un daño infinitamente superior a una inflación progresiva y controlada se mire como se mire. Si a esto sumamos la capacidad de las criptomonedas para aumentar el fraude fiscal, (dado que se supone que hablamos de una moneda que no deja rastro de quién emite o recibe una transacción) y el desastre climático (pensemos que por cada Bitcoin nuevo, que principalmente se extrajo en pools de minería chinos hasta su prohibición se ha estado emitiendo a la atmósfera entre 6.000 y 13.000 kilogramos de CO2, aunque la extracción continúa a día de hoy sin miramientos ecológicos en otras zonas, contribuyendo al perjuicio climático). -¿Dónde está la ventaja? Sencillamente NO EXISTE, se limita a ser un elemento más para la especulación financiera y la realización de un número limitado de operaciones, por suerte para los pequeños inversores el valor ronda los 6000 dólares y puede que se estabilice. Puede que se emplee como un método secundario de pago o inversión y puede que no. Al igual que los tulipanes que mencioné en el primer artículo, seguirán comprándose y vendiéndose a un precio lógico pero extremadamente bajo respecto a las absurdas cifras que alcanzaron. En este sentido el aporte real a la economía, la tecnología o el progreso se ha mostrado completamente nulo, pero hablar de él y sus aplicaciones futuras es otra cosa.
Si no eres un especulador experimentado te la juegas.
Bitcoin despegó en el año 2017 a causa de dos tipos de inversores muy claros, por un lado los inversores especulativos y por otra los ingenuos que desconocedores de los principios esenciales de la economía invertían a largo plazo porque creían que el Bitcoin sería el medio de pago en un futuro no muy lejano. Los que especulan y conocen el funcionamiento y riesgo de estas inversiones, probablemente les haya supuesto ganancias millonarias, exactamente igual que en los mercados tradicionales, puesto que el Bitcoin es una apuesta con un alto riesgo pero, con una gran recompensa que con la entrada del Bitcoin en el mercado de derivados se multiplicó al poder también apostar a la baja. Esto último es esencial, porque poder apostar al descenso del Bitcoin significa que si tienes capacidad para hacerlo bajar para enriquecerte y no tienes escrúpulos: ¡Lo harás! Sin importarte el daño a los ahorradores y la economía real, EXACTAMENTE IGUAL que con el resto de los valores. Te puede interesar:
Autor: Salvador Alonso
Temas relacionados: Economía Social, Internet, Política Y Ciencias Sociales, Sociedad. Tecnología
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